La enfermera que mató a siete bebés dice que lo hizo porque no es “suficientemente buena”

“Soy mala, lo hice. Los maté porque no soy suficientemente buena, dijo en la corte mientas la interrogaban sobre lo que habría hecho entre ocho y nueve años atrás. La periodista Judith Moritz, de la cadena británica BBC cubrió durante 10 meses el juicio, mientras la acusada estaba presente en las audiencias.

“Todavía no lo entiendo. No estoy segura de qué esperar de la asesina de niños más prolífica de Reino Unido”, dice Mortiz en la BBC. Le resulta llamativa su presencia durante el proceso con un aspecto formal mientras que las fotos en redes sociales de aquellos tiempos la mostraban con salidas nocturnas con amigos.

“Ahora no se ve así. Su cabello teñido de rubio ha vuelto a su castaño natural y una expresión severa reemplaza las sonrisas de las fotos. Detrás de la mampara de cristal del banquillo de los acusados, se perfila su figura raquítica, flanqueada por los funcionarios de prisiones mientras agarra en sus manos un pañuelo rosa”, añade la periodista.

En la crónica dice que las familias de los bebes asesinados ocupaban la galería prevista para el público y que los asientos de otro lado del pasillo estuvieron reservados para el padre y la madre de la enfermera, John y Susan, que asistieron día tras día. Incluso, a veces, se unía una de las amigas de su hija, la única que ha ido en estos 10 meses de juicio.

Mortiz siempre se ubicó en el banco de prensa, a unos cinco metros del lugar de la acusada. “De vez en cuando miraba a la enfermera para intentar vislumbrar su carácter. Mientras los afligidos padres relataban los horrores de ver morir a sus hijos, ella mantenía una expresión neutral. No importaba que el relato y la evidencia contra ella fuera emocionalmente fuerte que igual ella se seguía impasible”, registró la cronista a lo largo del proceso.

También dice que “en muy raras ocasiones, me miró a los ojos, pero apartaba la vista rápidamente. Traté de ver dentro de su alma. Me pregunté si alguna vez veríamos a la verdadera Lucy Letby”.

El juicio comenzó en octubre de 2022 y cuando el tribunal se disolvió por las vacaciones, me pregunté qué clase de Navidad estaría pasando ella, tras las rejas. “Recién en febrero vi por primera vez una pizca de emoción en Letby. No fue a causa de una prueba perturbadora o un testimonio desgarrador: fue la voz de un médico lo que hizo que la enfermera se quebrara”.

El médico estaba oculto tras unas pantallas para proteger su identidad. Letby admitió que “lo había amado como a un amigo”. Sin embargo, la fiscalía lo describió como su novio y en el juicio nos mostraron un intercambio de mensajes entre ellos que sugerían que, aunque el médico estaba casado, podrían haber tenido algún vínculo íntimo. “Letby se mantuvo serena por meses mientras se relataba el terrible sufrimiento de los bebés. Pero pareció sentir punzadas de añoranza por este médico”, percibió la cronista.

Solo hubo contadas ocasiones en que la acusada lloró. “Cuando mostraron las pruebas al retirarla del servicio de enfermería, al leer los extractos de las entrevistas que tuvo tras su arresto y cuando se mencionó que había tenido pensamientos suicidas”, agrega quien pasó 10 meses asistiendo a las audiencias.

Cuando el fiscal empezó a interrogarla, su primera pregunta era una que la cronista se había hecho a sí misma: "¿Hay alguna razón por la que llora cuando hablan de ella y no cuando hablan de esos niños muertos?". Así la formuló el fiscal y la respuesta de Letby fue: “He llorado al hablar de algunos de esos bebés".

Las pruebas eran contundentes. Gráficos de balance de fluidos, notas clínicas, registros de gases en sangre; estudios que indicaban situaciones de claro empeoramiento de bebés prematuros. “Los periodistas empezamos a manejar términos de medicina neonatal”, dice la cronista.

Lo que llamó la atención de Moritz es que el carácter de Letby era indescifrable: “Avanzaba el caso, pero sin idea de sus posibles motivos. La personalidad de la enfermera seguía siendo el elefante en la habitación”.

El jurado vio fotos de su casa. Las paredes tenían cuadros con las típicas frases cliché como “Un sueño es un deseo del corazón” o “Brilla como un diamante”. Tenía osos de peluche en la cama, flores artificiales y una bata rosa esponjosa colgada en la puerta, dos juegos de mesa

y dos libros en su mesita: las memorias de una médica que estuvo gravemente enferma tras un aborto espontáneo y una novela sobre una mujer joven que tuvo una aventura con un hombre casado.

Al empezar el juicio, la fiscalía presentó como prueba una hoja de anotaciones verde que la policía había descubierto poco después del arresto de Letby. Estaba lleno de garabatos que incluían frases autoincriminatorias como: “Sos mala, lo hice. Los maté a propósito porque no soy suficientemente buena, no merezco vivir, soy una persona horrible”.

La fiscalía presentó esas anotaciones como una confesión. La defensa argumentó que era un “grito de desesperación y petición de ayuda” escrita por quien había sido acusada injustamente. De cualquier manera, “fue la información más significativa que tuvimos sobre el estado de ánimo de Letby. Le escribí al juez para pedirle permiso para hacerlo público. El aceptó”, dice Moritz.

Meses después se supo en el juicio que hubo otras anotaciones que dejaron al descubierto su forma de pensar cuando la sacaron de servicio como enfermera. “Por favor, ayúdenme, ya no puedo hacer esto, odio mi vida, quiero que alguien me ayude, pero no pueden”, era uno de los papeles encontrados por la policía.

Muchas anotaciones están en un diario íntimo de 2016, cuya portada es un oso de peluche y la frase: “¡Que tengas un año encantador!” En una semana anotó un recordatorio para pagar un impuesto, una cena en un restaurante mexicano y una clase de salsa. “En esa misma semana asesinó a dos hermanos, dos varones que eran trillizos”, agrega la periodista de la BBC.

Dawn, una amiga de la acusada, no apareció en el juicio, pero la relación entre ella y Letby es antigua, crecieron juntas y siguen en contacto. “Dawn fue cálida y simpática conmigo. Dimos una vuelta y me mostró el parque donde ambas solían pasar el rato o sus restaurantes favoritos”, cuenta la cronista.

“Su sueño siempre fue ser enfermera y ayudar a los bebés, me dijo Dawn. Me contó que ella fue fruto de un parto muy difícil, que estaba mal. Creo que eso le afectó durante buena parte de su vida. Sentía que eso era lo que estaba destinada a hacer: ayudar a los niños que nacieran en circunstancias similares”, le agregó Dawn a la periodista de la BBC.

A su vez, Mortiz le preguntó a la amiga si era capaz de asesinar, si era posible que Letby le hubiera engañado. “Dawn dejó escapar un largo suspiro antes de responder y contestó: "La única forma en la que creería que ella es culpable es si ella me lo dice".

Aún no hay sentencia de este caso conmovedor y que no fue detectado en la primera o segunda muerte de los bebés de neonatología. Lo cual inquieta porque ni las autoridades ni sus compañeros de trabajo pudieron ver los signos de alteración de Letby.

(Con información de BBC)