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La escasez genera más pobreza

La escasez de recursos que sufre la gente pobre es la que los lleva a tomar peores decisiones
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03 de septiembre de 2017 a las 05:00
Por Juan Dubra

Hay decenas de estudios que analizan por qué la gente de menores recursos a menudo toma decisiones que son malas para sus intereses, desde ahorrar poco, a jugar a la lotería, a endeudarse demasiado o no anotarse en programas de asistencia estatal. Hasta hace poco había teorías basadas principalmente en dos líneas.

Por un lado, había quienes explicaban la calidad de las decisiones con argumentos ambientales, como la falta de educación, los problemas de salud, las condiciones generales de vida, o variables demográficas o geográficas. Por otro lado, otra corriente de estudios explicaba esos comportamientos con características de la personalidad de la gente pobre.

Recientemente, Mullainathan (economista de Harvard) y Shafir (psicólogo de Princeton), junto con algunos coautores, pusieron arriba de la mesa otra teoría: la escasez de recursos que sufre la gente pobre es la que los lleva a tomar peores decisiones.

Para entender esta hipótesis, pensemos en una familia que tiene que decidir si tomar un crédito para que sus hijos se eduquen. Si la familia es adinerada, las idas al supermercado, o el pago del alquiler, serán temas que no le quitarán "ancho de banda" para pensar en la decisión importante sobre el crédito para la educación.

En cambio, para una familia pobre, las cosas que son rutinarias para la familia con dinero serán obstáculos y problemas que requerirán mucha atención (¿De dónde voy a sacar plata para el alquiler? ¿compro el paquete grande de jabón que es más barato por unidad pero requiere gastar más plata hoy, o el chico que es más caro pero requiere un esfuerzo menor hoy? Etc.).

Esta atención constante a problemas que para otra gente son mundanos quita foco a las decisiones importantes, como podría ser el crédito educativo. Naturalmente, la gente focaliza su atención en los problemas donde la escasez es más aparente, algunas veces sin medir la importancia relativa de las decisiones que hay que tomar.

Un estudio (viejo) que se utilizó posteriormente para ilustrar esta teoría es el famoso experimento del hambre de Minnesota. Durante la segunda guerra mundial, los aliados iban encontrando gente que había estado muy desnutrida durante mucho tiempo en los territorios que desocupaban los alemanes.

Para estudiar los efectos psicológicos y fisiológicos del hambre prolongada, y para analizar estrategias para la rápida y eficiente recuperación de los afectados, la universidad de Minnesota realizó un estudio donde 36 voluntarios perdieron 25% de su peso en seis meses. Una de las cosas que se observó fue que los sujetos desarrollaron una obsesión por la comida; no por comer, sino por libros de cocina, y recetas. No hablaban de otra cosa. De alguna manera la escasez se había robado las mentes de los individuos.

La escasez no sólo afecta como asignamos nuestro "ancho de banda" a los problemas, sino que además influye en cómo resolvemos problemas aún después de haber lidiado con las cosas que nos preocupaban. Para ilustrar este fenómeno, los autores mostraron cómo enfrentarnos a la escasez, aún hipotética, nos deja menos capaces de resolver problemas.

En un experimento, los sujetos debían contestar un test de inteligencia, luego de haberse enfrentado a este problema."Imagine que tiene problemas con su auto, y que las reparaciones costarán US$ 300. Su seguro cubre la mitad del costo. Usted necesita decidir si arreglar el auto, o jugársela y esperar que el auto dure un tiempo más sin romperse. Cómo tomaría esa decisión? Financieramente, sería fácil o difícil?"

Como al principio del experimento la gente debía reportar su ingreso, los autores pudieron comprobar que no había diferencias significativas en las pruebas de inteligencia entre los ricos y los pobres. Sin embargo, cuando a otro grupo de gente se le presentó el mismo problema, pero con un costo de US$ 3.000 en vez de US$ 300 se observó una caída de 14 puntos de IQ (coeficiente intelectual) en la performance del grupo de gente de menores ingresos. Eso equivale a una caída desde la categoría de inteligencia "superior" a "promedio" (o desde "promedio" a "marginalmente deficiente"). Esa caída es superior a la que sufren los individuos en estudios de sueño cuando están despiertos por 24 horas.

Los autores equiparan el arreglo caro del auto a los malabarismos que debe hacer la gente de menores recursos (¿cómo pagaré el alquiler, o compraré comida? ¿cómo podré ocuparme de mis hijos?), que luego los deja exhaustos y sin ancho de banda para ocuparse de otros problemas importantes. La gente rica no enfrenta esos problemas. Y eso fue sólo el efecto de pensar sobre la escasez; la escasez real podría generar problemas aún mayores.

Los autores también estudiaron cómo la escasez real (y no la imaginada del experimento anterior) marca las decisiones, y además mostraron su efecto sobre decisiones "financieras". En este caso, el foco es entender por qué la gente de menores recursos a veces toma préstamos con tasas de interés de hasta 800%, sólo considerando los beneficios de corto plazo, y no los costos de mediano. En este segundo experimento los participantes debían jugar un juego parecido al Angry Birds (disparar para eliminar obstáculos) y los puntos ganados a lo largo de 10 rondas servían para ganar un premio en dinero.

Los participantes "pobres" tenían 3 disparos por ronda, mientras que los "ricos" 15; además, algunos participantes podían "pedir prestados" disparos de rondas futuras a una tasa de interés de 100% (si ya se me acabaron los disparos, puedo "adelantar" uno, pero perderé dos en la próxima ronda).

Los investigadores no encontraron diferencia en la performance de los ricos que podían pedir prestado y los que no (en términos de puntos ganados), pero encontraron que a los pobres que podían pedir prestado les iba significativamente peor que a los que no podían hacerlo. Más aún, cuanto más "enganchados" estaban los pobres con el juego (más tiempo dedicado a apuntar), más pedían prestado y peor les iba al final en términos de puntos.

Estos experimentos, y otra serie de estudios muy interesantes, presentan un cambio de visión radical sobre la escasez, y las causas de la pobreza.

No tengo una visión aún sobre cómo debería afectar a las políticas públicas, pero recomiendo la lectura del libro Escasez: por qué tener demasiado poco significa tanto (Scarcity: why having too little means so much; Mullainathan y Shafir, Time Books, Henry Holt & Company LLC, New York). Una nota interesante, sobre este tema en la red es The Science of Scarcity, en Harvard Magazine de mayo-junio del 2015.

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