Copa América > ANÁLISIS

La facilidad de los argentinos para hacer chocar la Ferrari

A pesar de tener al mejor del mundo llevan 26 años sin ganar un título
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20 de junio de 2019 a las 17:33

Ahí andan otra vez los argentinos ahogados por sus propias penas. Como en la Copa América que organizaron en 2011. Como en el Mundial de 2014. Como en aquel ingreso por la ventana y posterior salida por la puerta del fondo del Mundial de Rusia 2018. Siempre inmersos en miles de comentarios que hablan de un club de amigos en lugar de una selección.

Cuesta creer como se desangran en los programas que invaden la pantalla de los uruguayos, tan influenciados por todo lo que proviene del otro lado del Río de la Plata.

Es difícil analizar desde este lado los motivos por los cuales Argentina no gana absolutamente nada desde 1993. Ya son 26 años. Y si para algunos les parecerá poco lo que logró Uruguay en menor período, imaginen lo que siente allá enfrente.

Con un agravante: la mayor parte de esos años contaron con el mejor jugador del mundo: Lionel Messi. Una Ferrari. Pero no solo dispusieron de la Ferrari, también tuvieron un Porsche (Agüero), un Lamborghini (Higuían) y un Bugatti (Di María). Los chocaron.

Lo curioso es la enorme facilidad de los argentinos para hacer chocar la Ferrari. A lo largo de todos estos años se han desvivido por encontrar en Lionel Messi el sustituto de Diego Armando Maradona. Una extraña necesidad de encontrar un jugador que los salve de todos sus males.

Y obviamente empezaron las comparaciones. Que el pibe, como dicen ellos, no siente la camiseta argentina como la sentía Maradona. Que se crió más en Barcelona que en una Villa de su país. Que mientras Maradona insultaba a los italianos cuando silbaban su himno, a Messi no se le mueve un pelo y prefiere masticar chicle. Y hasta el detalle de que, jugando con Barcelona sonríe y cuando le toca ponerse la albiceleste se muestra triste y preocupado. Se han escuchado tantos comentarios… El chico está cansado. Se fue y volvió en varias oportunidades.

Una de las primeras confusiones que se visualizan desde este lado es que pretenden ver al Messi con el que se deslumbran todos los fines de semana frente al televisor jugando por Barcelona.

Sin reparar en detalles como que tiene otros compañeros, otro entrenador, diferentes rivales. Y acaso lo principal: para jugar como juega el Barcelona se necesitan días, meses, años de entrenamiento. En un club se puede hacer porque el entrenador tiene a los jugadores todos los días. En una selección es imposible. Les llegan tres días antes. El primer día trota. El segundo lo para en cancha. El tercero juega. No es el caso de la Copa América, pero ese escenario se vive en los tres años de las eliminatorias.

Otro aspecto es que, en los últimos tiempos la AFA no designa un técnico para la selección Argentina. No, designan un técnico con el que Messi se pueda sentir cómodo.

Así pasaron Martino porque era su ídolo de la niñez en Newell’s, Batista porque lo tuvo en las selecciones juveniles, Maradona porque era Maradona, y Bauzá porque era de su paladar futbolístico al igual que Sampaoli.

En Barcelona no eligen el DT que le gusta a Messi. La directiva opta por el hombre que considera el mejor para ejercer la función.

Tal vez allí radique uno de los males, por aquello tan viejo de que si la cabeza funciona mal, el resto del cuerpo no puede funcionar bien.

El 30 de julio de 2014 falleció el que hasta entonces llevaba 35 años seguidos como presidente de la AFA: Julio Grondona. Y Argentina entró en una ruta de locura donde se le hizo complejo manejar el auto de la manera adecuada. Para muestra basta un ejemplo: realizaron un acto eleccionario a fines de 2015 que terminó con empate en 38 votos cuando había 75 votantes.

Luego de un período donde gobernó una comisión normalizadora, como en Uruguay, la AFA pasó a ser comandada por Claudio Chiqui Tapia. Un hombre cuya carrera fue haber sido presidente de Sportivo Barracas.

Lo primero que hizo tras ser electo como presidente fue tatuarse el escudo de la AFA.

Tras el alejamiento de Sampaoli, Tapia apostó por “ascender” al técnico de la Sub 20, Lionel Scaloni. Un joven conductor que se vio, sin siquiera haber dirigido un partido en un equipo de primera división, parado frente a un plantel plagado de estrellas desde Messi para abajo.

Hoy Argentina juega su primer torneo oficial bajo la conducción de Scaloni. Y otra vez están envueltos en un lío. Se apeló a un recambio generacional. El equipo deambula por las canchas de la Copa América. A esta altura, más que un equipo, parece un conglomerado de estrellas porque lo que menos tiene Argentina es justamente postura de equipo.

El excampeón del mundo Oscar Ruggeri definió todo como “un despelote”, afirmando que los jugadores que están en el banco de suplentes están deseando no entrar a la cancha: “Que el técnico ni me mire ahora”.

Hoy corre riesgo la clasificación a la segunda ronda de la Copa. Dirimen su pasaje contra Catar. Quién iba a pensarlo.

Argentina lleva casi 26 años sin ganar un título y los últimos tres años en crisis. Desfilaron innumerables entrenadores y jugadores de jerarquía como Riquelme, Aimar, Verón, Mascherano, Ortega, Crespo, Tevez, Saviola, Higuaín, Di María, Agüero, entre otros. Pero nada ha cambiado.

Los argentinos siguen pensando que tirando la Ferrari a la pista, el auto se maneja solo. Pero la siguen chocando.

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