Trindade festeja el gol del triunfo

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La lección que Bengoechea le dio a Peñarol: ¡volver a ser Peñarol!

Peñarol avanzó a semifinales de la Copa Sudamericana, quedó a tres partidos de un título de Conmebol y aprendió lo más importante: tomar buenas decisiones para evitar autoflagelarse
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18 de agosto de 2021 a las 22:30

¿Peñarol en una semifinal de un torneo de Conmebol? Hace ocho meses, después de tres cambios de técnicos, 32 partidos, parecía una imagen asociada a tiempos pasados de un club que estaba lleno de prejuicios, que era intolerante e impaciente frente a la derrota (un resultado que forma parte del proceso de cualquier equipo de fútbol), que se había sumergido en la inestabilidad deportiva y que llevaba como bandera de los tiempos modernos un lastre que lo condenaba una y otra vez al fracaso.

En ocho meses, Pablo Bengoechea, Mauricio Larriera e Ignacio Ruglio, en ese orden de importancia, pusieron a Peñarol a transitar en un lugar diferente y este miércoles en el Campeón del Siglo se sacaron una postal, después de la clasificación tras vencer 4-1 en el global a Sporting Cristal, que a comienzos de año parecía difícil de enfocar en la vida institucional de Peñarol.

La postal del final de Peñarol clasificado a semifinales

En cuartos de final de la Copa Sudamericana, Peñarol derrotó 3-1 en Lima y 1-0 en Montevideo a los peruanos y ahora espera para conocer rival (Liga de Quito o Paranaense), al que enfrentará los días 22 y 29 de setiembre.

Peñarol está a tres partidos de ser campeón de una copa de Conmebol. Las dos semifinales y la final única que se jugará el 20 de noviembre en el Estadio Centenario son las pruebas finales para este equipo que desde el 5 de enero comenzó a descubrir que también es posible en su club recorrer este camino.

Lo que ocurrió en el campo de juego este miércoles fue anecdótico. Más para la estadística y para reafirmar el camino que está recorriendo este plantel, que para mostrar algo nuevo. Peñarol había firmado la clasificación en el primer encuentro, en Lima. En la revancha en el Campeón del Siglo se encargó de administrar la ventaja en la serie (algo que ya había realizado ante Nacional en la fase anterior), manejó los tiempos, le dio la pelota al rival, se recostó en su cancha y al ritmo que establecieron Cepellini, Canobbio, Rodríguez y Álvarez Martínez, construyó en ofensiva la estrategia que le daría el triunfo. Ganó con un gol de Trinidade, con la cuota de suerte que suelen tener los equipos que llegan a las instancias decisivas, porque la pelota se desvió en un rival antes de ingresar al arco; pudo convertir un par a través de Álvarez Martínez, y Dawson fue la figura de su equipo tras atajar cuatro remates de gol.

El abrazo tras el gol de Álvarez Martínez y Trindade

Además, confirmó un detalle muy importante: la capacidad que tiene este equipo de Larriera para adaptarse a todo y construir cadenas de éxito. Porque este plantel otra vez está en construcción, tras la salida de Formiliano y Piquerez. En esa construcción permanente que suelen tener los equipos uruguayos (y que se transforman en episodios traumáticos para los entrenadores) descubre los caminos para seguir adelante, con leves caídas en la producción, pero, sobre todo, con la convicción de cuál es el camino que impone recorrer Larriera.

Juan Manuel Ramos debutó en el lateral izquierdo; Carlos Rodríguez jugó su noveno partido desde que llegó en abril (reemplazó a Formiliano), y Valentín Rodríguez, el joven de la cantera que jugó su noveno partido como titular y se metió en el equipo para reemplazar a Piquerez en el lateral, este miércoles tuvo que hacer de Facundo Torres.

Esto es Peñarol. El equipo que juega bien al fútbol, que le impone un ritmo a su propuesta, que da gusto ver lo que dibuja en el campo y que tiene una identidad como desde la época de Diego Aguirre no existía.

Peñarol gusta por su juego e impacta con sus números. En esta Copa Sudamericana jugó 12 partidos, ganó ocho, empató dos y perdió dos. Superó cuatro fases (primera, fase de grupos, octavos y cuartos de final). Convirtió 27 goles y recibió solo nueve. En cinco de los 12 partidos terminó con su arco en cero y está entre los cuatro mejores de Conmebol, un mérito que para el fútbol uruguayo actual adquiere valor superlativo.

Este éxito no es obra de la casualidad, es el resultado de tres personas que reconstruyeron a Peñarol. Por orden de importancia:

1) La impronta que recuperó Bengoechea en la intimidad de Los Aromos a partir de la tolerancia frente a la derrota, la confianza en quienes trabajan y el tiempo para ver los frutos. El director deportivo es el alma de todo esto.

Mauricio Larriera, entrenador de Peñarol, lleva a su equipo a buen puerto

2) La idea futbolística de Mauricio Larriera, un entrenador que había mostrado buenos trabajos en equipos chicos, pero que no había tenido aún una oportunidad grande, que consolidó con equilibrio frente a la derrota o los éxitos, y con expresiones de autocrítica que mostraron las fortalezas de su perfil.

3) La capacidad de liderazgo de Ignacio Ruglio (en temas deportivos, porque en asuntos políticos de la AUF aún tiene mucho camino para recorrer y necesita mejor asesoramiento) para guiar al club con los mensajes justos, en voz alta y para la tribuna, tranquilizando los ánimos crispados de los hinchas, y en voz baja, en la interna, para Larriera y Bengoechea a quienes les decía que se quedaran tranquilos que nada iba a alterar el rumbo deportivo porque transitaban un buen camino en el trabajo que observa a diario en Los Aromos.

Si en tres partidos, el 20 de noviembre, levanta la copa o no, será otro asunto, que le pondrá fuegos artificiales a esto que está ocurriendo en Peñarol o dejará margen para que el hincha sienta sensación de fracaso, porque así se vive el fútbol en la tribuna. Sin embargo, lo que dejó bien claro este Peñarol de Bengoechea-Larriera-Ruglio es algo muy simple: cuando el club quiere vivir en paz, evitar las luchas intestinas, confiar y dar continuidad a los procesos de trabajo de los entrenadores, confiar en los juveniles y construir éxito, es un gigante capaz de todo. Cuando se aparta de ese manual de estilo que marcó su historia más gloriosa, la pasa mal.

Álvarez Martínez

Por esa razón, el triunfo más importante para Peñarol por estas horas no es la clasificación entre los cuatro mejores de la Sudamericana, aunque para los hinchas lo sea todo. Para Peñarol, el aprendizaje más importante que recogió en estos ocho meses fue haber recuperado la memoria y comenzar a caminar nuevamente, después de estar en el piso y arrastrarse en las competencias locales e internacionales. En poco tiempo podrá volver a experimentar la sensación de correr y de levantar una copa, si sigue evolucionando en el proceso de trabajo en el que avanzan.

La lección más importante la aprendieron, y no fue solo ganar un partido. Depende de los dirigentes y la gerencia deportiva el Peñarol que quieran seguir construyendo para adelante y de sus decisiones dependerá su futuro, con los asteriscos que hay que ponerle a cualquier gestión deportiva en la que solo un club es campeón y el resto sufre la derrota. Porque, y aquí está lo más importante, Peñarol tampoco va a ganar siempre, aunque haga todo bien. Sin embargo, será la paciencia, la capacidad para sostenerse en la derrota, el sentido común y el criterio para tomar las decisiones el que lo hará fuerte o débil para ir por el siguiente desafío.

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