Pero el trabajo de memoria histórica sigue siendo difícil más de 80 años después del apogeo del régimen de terror de Stalin, que provocó la muerte de millones de personas y envió también a millones a trabajar en los gulags en condiciones insalubres, al borde de la muerte por inanición.
Las autoridades rusas, con el presidente Vladimir Putin a la cabeza, buscan minimizar estas páginas sombrías del pasado esgrimiendo como argumento la unidad nacional.
En los trece volúmenes de Martirologio de Leningrado, redactados desde 1987 bajo la dirección de Razumov, se encuentran nombres, fechas de nacimiento y de defunción, ocupación y dirección de aquellos que un día desaparecieron de las calles de Leningrado, desvaneciéndose como si nunca hubieran existido.
En el mejor de los casos a sus parientes se les informaba de sus "condena sin derecho a recibir correspondencia", sin llegar a saber realmente qué les había sucedido.
"Inicié mis investigaciones en 1987, en la época de la Perestroika, apenas fue posible", contó a la AFP Anatoli Razumov.
Razumov, hijo de un militar soviético que no fue alcanzado por la represión, se embarcó en la tarea de rendir un último homenaje a estos hombres y mujeres, sin importar su ocupación, que fueron calumniados y ejecutados durante esta época de terror.
El despacho de Razumov, de 62 años, está en el centro de la ciudad, antigua capital imperial, dentro del enorme edificio que alberga a la biblioteca nacional.
El lugar está atestado de armarios llenos de libros y de documentos que logró recuperar, entre los que destacan los archivos de la policía política de Stalin, la NKVD. También tiene los papeles que le enviaron los seres queridos de las víctimas.
Razumov muestra uno de ellos: los extractos de los interrogatorios y el veredicto del proceso contra Nina Dubrovskaya, una estudiante de 28 años llegada de Polonia. Fue acusada de ser una espía polaca y terminó ejecutada el 11 de diciembre de 1937.
Los acusados comparecían delante de pequeños comités de dos o tres personas que pronunciaban el veredicto.
"Era una verdadera máquina punitiva", cuenta.
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El historiador afirma que nunca ha recibido mucha ayuda del Estado, apuntando a que hay una "indiferencia" con respecto a las purgas estalinistas. En su trabajo se enfrenta muchas veces a la hostilidad de las autoridades.
Anatoli Razumov cuenta que acaba de viajar a Petrozavodsk en la República de Carelia, perteneciente a Rusia, para apoyar a su colega Yuri Dmitriyev, un historiador miembro de la oenegé Memorial, conocido también por sus investigaciones sobre los desaparecidos de este periodo.
Dmitriyev pasó más de un año en prisión por acusaciones de pornografía infantil, unos cargos que la oenegé ha denunciado como falsedades destinadas a entorpecer sus investigaciones.
Las autoridades rusas raramente hacen referencia a la represión y el presidente Vladimir Putin no asiste a la conmemoración anual que realiza la organización.
En este contexto, muchos familiares todavía desconocen el paradero de sus seres queridos o los cargos en su contra.
Razumov afirma que va a seguir con sus investigaciones, sin importar la actitud del Estado.
"Tengo la impresión de trabajar para ellos, que más tarde, van a querer comprender. Yo estoy haciendo esto y voy a seguir lo que tengo que hacer, pese a todo", asegura.
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