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La melancolía se apodera de la Casa Blanca

George W. Bush comenzó a despedirse de varios funcionaros y les agradeció la colaboración durante su mandato
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11 de abril de 2011 a las 18:58

Macarena Vidal, EFE. Aún quedan algo más de 40 días para que el presidente saliente de EEUU, George W. Bush, entregue el poder a su sucesor, Barack Obama, pero ya la melancolía se apodera de la Casa Blanca.

Bush tiene previsto desplazarse el lunes a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para reunirse con los funcionarios y agradecerles su servicio durante los ocho años en que ha estado al frente del país.

Es una más de una serie de reuniones similares que ha mantenido ya con los funcionarios del Departamento de Estado o del Partido Republicano, para despedirse y hacer balance.

En las últimas semanas, el presidente saliente, que entregará el poder el próximo 20 de enero, ha dejado escuchar un tono cada vez más nostálgico en sus intervenciones públicas. Este viernes, por ejemplo, pronunció un discurso sobre Oriente Medio en el que repasó los logros y los fracasos de su mandato, con un tono sorprendentemente introspectivo. "No todas las decisiones que adoptamos han sido populares, pero la popularidad nunca fue nuestro objetivo. Nuestro objetivo fue ayudar a una región atribulada a dar los primeros pasos, difíciles, en el largo camino hacia la libertad", afirmó Bush.

En una entrevista con el periodista Charles Gibson, de la cadena de televisión ABC, el mandatario que hace unos años fue incapaz de mencionar un solo error que hubiera cometido en su gestión volvió también la vista atrás para señalar que "no estaba preparado para la guerra" en Irak y Afganistán.

En una reunión en Lima a finales de noviembre con su colega chino, Hu Jintao, Bush confesó que se sentía "nostálgico" en aquel su último viaje internacional como presidente.

Ese sentimiento parece haberse extendido a toda la Casa Blanca, y desde luego a la primera dama, que esta semana, en declaraciones a la prensa para presentar las decoraciones navideñas, también admitido cierta melancolía. "Son emociones encontradas. Me entristece dejar a toda la gente que me cae tan bien y con los que he podido entablar amistad durante los años que he vivido aquí. Me entristece dejar esta bella casa", admitió Laura Bush, que no obstante matizó que tras ocho años de ocupar el número 1600 de Pennsylvania Avenue "uno sabe que ha llegado el momento de pasar a otra cosa".

Quizás, el momento de la verdad se produjo durante la visita de Obama y su esposa, Michelle, a la Casa Blanca tras las elecciones del día 4. El presidente saliente y su sucesor se reunieron a solas para tratar sobre cuestiones políticas pero Bush y la primera dama también mostraron a sus sucesores el apartamento privado.
Laura Bush ha admitido que la experiencia le resultó "nostálgica", al recordar cómo ella había recibido la misma visita guiada de su predecesora, Hillary Clinton. De hecho, indicó, recomendó a Michelle mirar por cierta ventana para ver el Despacho Oval como Clinton se lo había recomendado a ella.

Pero la melancolía no sólo se escucha, es también palpable en las pequeñas escenas cotidianas en la Casa Blanca. Si antaño los periodistas se agolpaban en la pequeña sala de prensa del ala Oeste para asistir a las ruedas de prensa, que muchos debían escuchar de pie, ahora apenas un puñado asiste a las comparecencias diarias de la portavoz, Dana Perino, y sus asistentes.

Cada funcionario es consciente de cuántos días, exactamente, quedan para que tome posesión el nuevo Gobierno. Y si llegaran a olvidarlo, está para recordárselo el ajetreo que proviene del exterior de la Casa Blanca.

Desde hace semanas, los obreros trabajan frente a la fachada norte del edificio, en plena avenida Pennsylvania, para erigir las tribunas que permitirán presenciar la comitiva presidencial tras la ceremonia de investidura en el Capitolio el 20 de enero.

Según Perino, cierto sentimiento de tristeza "es inevitable cuando se acerca el final". Sin embargo, matiza la portavoz, "cada vez que uno piensa que puede ceder a la reflexión y la nostalgia pasa algo", como ocurrió en vísperas del día de Acción de Gracias, cuando un grupo de terroristas desató una ola de atentados en Bombay. "El trabajo en la Casa Blanca no acaba nunca", musita.

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