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Mariana Secco, la productora uruguaya detrás del rodaje de Conquest en Plaza Independencia

Hace 20 años que es productora, pero hace poco más de un mes le tocó lidiar con el desafío más grande de su carrera: el rodaje de la serie de Netflix en Uruguay
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26 de octubre de 2019 a las 05:04

Es de madrugada y todavía falta para que el sol empiece a calentar la ciudad. Los bancos del Estadio Centenario están helados, el frío se les pega a todos como una sábana transpirada y mientras los técnicos desarman las luces, la oscuridad desempolva su capa más gélida. Y es raro, porque es setiembre, no junio. Pero hace frío, eso está claro. Y con frío, Mariana Secco trata de bajar las revoluciones de Conquest, el rodaje más demandante de su vida. En eso está cuando ve que se le acerca el director, el extranjero que tuvo la batuta en la mano y que comandó las filmaciones en cada uno de los sets uruguayos, y se sienta a su lado. Para romper el hielo Mariana le podría haber hecho un comentario del estilo de “bueno, liquidamos”, o “hace un frío de la masita”, pero no lo hace: de seguro Carl Eric Rinsch no le hubiese entendido la analogía entre la temperatura y el postre y se habría producido una situación, al menos, incómoda. Así que ahí están los dos, de cara a un equipo que tiene a la gente de CAFO encima para que desarmen todo antes del arranque de un partido de tercera que se juega al otro día. Y con ese paisaje enfrente el director estadounidense la mira y empieza a hablar. Quiere darle un cierre a una relación profesional que se estiró por una semana y que lo dejó, como le cuenta a la productora uruguaya, muy contento.  

“Había sido una semana muy intensa, y tuvimos una conversación muy linda y honesta”, cuenta ahora Secco (44) con menos frío y estrés encima y desde las luminosas oficinas de Salado, la productora que dirige junto a su esposo Carlos Ameglio. “Me dijo que me tenía que sentir orgullosa por lo que había dado esos días en Uruguay, que él nunca había visto un equipo tan comprometido y que le sorprendió el salto cualitativo entre las dos visitas que había hecho. Dijo que para él el set de la Plaza Independencia había sido uno de los más importantes. Y de hecho se alargó un día más el rodaje allí porque se quedó encantado y quiso más planos”.  

El rodaje de Conquest, la serie de Netflix producida por Keanu Reeves que tomó la Plaza Independencia a mediados de setiembre, revolucionó la ciudad, las redes y la cabeza de Mariana Secco. Ella fue el nexo entre los empresarios estadounidenses y el país, fue a quien le confiaron la empresa y también la que se sentó a la par de Pablo Ferreri, Juan Andrés Roballo y Christian Di Candia cuando le tocó presentar el proyecto ante la prensa en el edificio de Presidencia. Dice que durante esa semana durmió tres horas por noche y que jamás había estado tanto tiempo bajo los focos de periodistas y políticos. Acostumbrada a que los productores en general no sean el centro de atención, terminó bastante extenuada pero satisfecha, como Rinsch le dijo que debería sentirse. Y ahora le resulta un poco extraño y hasta la divierte pensar que la misma persona que comandó la producción local de un megaproyecto internacional, hace treinta y pocos años se colgaba de los árboles de una estancia de Río Negro, iba a la escuela rural más cercana en el lomo de su caballo y, claro, no tenía ni la más remota idea de lo que era la industria del cine.

Campo, ciudad, cine

Fueron pocos años, pero dejaron huella. Hasta los diez años, el universo de Mariana Secco fue un campo cerca de Young, los bichos, las plantas, el cielo enorme y la escuela rural. “Fue la experiencia más maravillosa que tuve. Me dio muy buenas raíces, una formación humana importante”, recuerda. Ahora tiene ganas de volver, siente que hace demasiado tiempo que solo mira a la ciudad. Está tratando de pensar en un proyecto que la lleve de nuevo al interior, algo que la conecte con esas raíces que crecieron en espacios abiertos. “Constantemente pienso qué sería lo que me podría llevar hasta allí de nuevo, y también pienso si eso le interesaría a alguien. Todavía estoy buscando la manera”. 

Después del campo, un tajo abrupto en el paisaje: su familia decidió que lo mejor era que se escolarizaran en la capital, y así fue como cambió los árboles de Río Negro por los edificios del centro de Montevideo. Fue al Juan XXIII, después empezó Comunicación en la Universidad Católica y ahí se le abrió el mundo de la cultura. Conoció a la gestora y crítica de arte Emma Sanguinetti en uno de sus primeros trabajos en publicidad, y juntas empezaron a trabajar en la Fundación Buquebús. Por la misma fecha conoció a Ameglio y en un momento comenzó a trabajar en su productora, Salado, que tenía muy poco tiempo en actividad. Sin conocimiento alguno sobre cine, y siendo la parte menos cinéfila de la pareja, Secco decidió apuntalar el departamento de cine del negocio. Lo tomó bajo su responsabilidad. Y cuando produjo La cáscara (2007), una película de Ameglio, se dio cuenta de que la cosa iba por ahí. 

“Nos salió muy bien y supe que me gustaba eso: producir películas. Yo soy cero artista. No tengo oído para la música, no sé bailar, dibujar, no tengo ninguna habilidad de ese estilo. Pero en esta profesión estás rodeado de artistas todo el tiempo. A mí me gustan los números, los Excels, las cosas ordenadas, las buenas presentaciones, y mientras tanto alrededor está todo esto. Y ambas partes se necesitan. Si no, no funciona”.

Secco saca su legajo de películas y repasa los veinte años de carrera que tiene. Allí están, por ejemplo, las películas de Álvaro Brechner, Mr. Kaplan y La noche de 12 años. También el documental Wilson, sobre la figura de Ferreira Aldunate que realizó Mateo Guitiérrez. Y, obviamente, las producciones de su esposo. La última fue Porno para principiantes, una comedia con Martín Piroyanski y Nicolás Furtado, que sigue en cines.  

“No me gusta comparar las películas porque cada una tiene lo suyo, y cada una me va dando diferentes cosas, me llenan diferentes huequitos. Por ejemplo La noche de 12 años tuvo una visibilidad enorme acá y afuera, y Porno para principiantes fue un ensayo muy difícil sobre lo que es hacer una comedia. Me siento muy orgullosa de ella. La miro y pienso: qué bueno que la hicimos, qué bueno que entendí lo que es hacer una comedia, lo difícil que es y lo bien que nos quedó”.

Por su carrera, por lo que implica producir un proyecto audiovisual, Secco ha recorrido buena parte del mundo y, de hecho, la semana anterior a esta nota estaba en Cannes, Francia, explorando el sector del festival homónimo dedicado a las series. Aunque hoy está mucho más hermanada con las circunstancias que envuelven a un productor, al principio le costaba lidiar con lo invisible que era su trabajo para el público. 

“Al principio me enojaba lo poco considerados que estábamos. Hoy seguimos igual, pero lo he asumido. No me molestaba por un tema de ego, sino porque nadie se daba cuenta de la importancia que tenía el rol del productor, nadie lo veía. Nadie entiende mucho lo que hacés. Hace veinte años que trabajo de esto y todavía mi padre no termina de entender bien de qué se trata”, cuenta entre risas. Luego se pone un poco más seria y reconoce que, además, es una profesión muy solitaria. “A veces se hace cuesta arriba”, dice mientras mira una taza de té que todavía no ha podido probar. 

¿Dónde pone la barra del éxito?

No me gusta hablar de éxito, la verdad. ¿Qué es un éxito? Es demasiado relativo. No tengo bien claro qué lo es. No soy tu mami –película argentina que produjo Salado, que también está presente en Buenos Aires– tuvo 225 mil espectadores. ¿Es un éxito? Me gusta ser productora de una película así, pero ¿me cambió en algo? ¿Me siento más profesional o feliz? La verdad que no. Me ponen igual de contenta los 20 mil que pueda llegar a hacer Porno. Son otras las cosas que me gustan. Yo tuve una educación muy austera, en algún sentido, así que disfruto más el camino que los resultados comerciales. 

Cine/series/cine

A Secco le gustan las películas. Incluso aún cuando reconoce que su formación no se pliega al concepto más estricto de cinefilia –“el que tiene que saber es el director, porque es su trabajo. Y mi trabajo es elegir al que sepa”–, cuenta que ve unas cuatro películas por semana, que ahora está en una especie de maratón de El señor de los anillos con su hija más chica, que es fanática del sueco Roy Andersson aunque todavía no pudo ver About Endlessness, y que no logra engancharse con las series aunque haga el esfuerzo. Y esa resistencia hacia el formato de moda también la traspasa al plano profesional, porque para ella producir series todavía es un trabajo demasiado duro para el que Uruguay no está preparado.

“Creo que todos estamos un poco verdes, pero reconozco que la plata se está metiendo ahí. También sucede que empezás a hablar con la gente del medio en el exterior y te das cuenta que esto de las series es una burbuja, así como tuvimos la burbuja inmobiliaria. En diez años, todo esto explotó”, opina. Secco no teme hablar en estos términos tremendistas porque su trabajo, en parte, se basa en planificar siempre a futuro. No puede confiarse nunca, incluso cuando parece que todo apunta que el negocio está en determinado lugar. 

“Elegir cómo financiar es el momento más crítico. Tenés que pensar qué socio buscás, y todo puede cambiar mucho y muy rápido. Hace dos años pudimos tomar la decisión de que para una película entrara Argentina con un fondo, y eso hoy nos habría puesto en un problema por la situación económica. Hasta hace una semana también estaba pensando en Chile. Hoy, por todo lo que está pasando, no sé qué decirte de Chile. Y a la vez, cuando tomás la decisión solo podés ir para adelante”.

Hablar del audiovisual en Uruguay, sin embargo, le levanta el ánimo. Está encantada por la diversidad de géneros y propuestas que ha proliferado en la cinematografía nacional en los últimos años y considera que el sector está sumando la pata que faltaba: más mujeres.

“Cada vez hay más y lo celebro. Es lo más maravilloso que le puede pasar al sector. En Conquest casi todas las cabezas de equipo eran mujeres, y más del 50% del crew también”.

¿Se ve como una referencia para otras mujeres del sector?

No. Me pondría muy nerviosa tener que sentirme una referencia. Yo lo que tengo para dar es mi capacidad de trabajo, y lo que he metido en los últimos años. Lo único que tengo para decir es que no hay que aflojar, ni bajar los brazos. Acá hay que trabajar mucho y durante mucho tiempo, pero en algún momento las cosas llegan, se realizan y tienen sus réditos.

Y si hablamos de réditos, Conquest lo fue. Durante casi una semana, el rodaje de la serie juntó a 240 miembros del equipo y más de 450 extras, pasó por la Plaza Independencia, por el Palacio Salvo y el Estadio Centenario, y se estima que dejó un millón y medio de dólares en el país. Para Secco fue una experiencia inédita por lo mencionado al comienzo de la nota, pero también porque nunca había trabajado de manera tan aceitada en un tándem público-privado.

“Fue lo más grande que me tocó vivir en mi carrera como productora. Y no sé si no es lo más grande que se hizo en Uruguay hasta ahora. Al menos un despliegue tan grande durante tantos días ¿Sabés lo que es cerrar cuatro días la Plaza Independencia?”.

Se entusiasma hablando del proyecto, pero baja la pelota rápido. Porque como aclara, Conquest nos puso en el mapa audiovisual, pero nunca estamos allí definitivamente. “Como todo, son épocas. Uruguay supo estar de moda porque era exótico y barato, y también por sus locaciones. Después las locaciones empezaron a ser las mismas, los rincones y las esquinas se repetían, empezamos a ser caros y la región implementó más herramientas fiscales para atraer rodajes. Fuimos perdiendo competitividad. Ahora no podemos descansarnos, porque volvimos a estar presentes. Aunque antes pasaba por azar, era una carambola, y ahora pasó por una estrategia definida de querer que pase. En Uruguay hay una voluntad política de querer estar en el mapa audiovisual de la región y el mundo”. 

Cuando Secco se sometió a esta entrevista estábamos a una semana de las elecciones nacionales, así que la pregunta, ante tanta mención de las políticas de Estado, surgió de inmediato: ¿y si el gobierno que viene decide que el sector audiovisual ya no es prioridad? 

“Tengo fe en que los componentes del sector audiovisual seamos capaces de demostrar que somos un rubro interesante para el gobierno que sea”, concluye con seguridad. Y ahora sí, se toma el té.

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