El cardenal Daniel Sturla entra en el plano caminando lentamente. La iglesia matriz está vacía y la música retumba en las paredes. A través de la pantalla, todo parece normal pero la diferencia es enorme: no hay gente en la catedral de Montevideo. La misa del Jueves Santo se da, por primera vez en la historia, sin público, solo con las autoridades en el altar y algunos camarógrafos que transmiten en vivo la Santa Misa.
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