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La renuncia inesperada del gobernador de Puerto Rico

Las protestas lograron su cometido, pero ¿fue lo más acertado?
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28 de julio de 2019 a las 05:00

La renuncia del gobernador de Puerto Rico, Ricardo Roselló, es un evento totalmente atípico en América Latina. Por más que la isla pertenece hoy a Estados Unidos, no deja de ser parte de América Latina. Y la dimisión de Roselló es algo al menos infrecuente en el subcontinente, no como dimisión en sí (ha habido un sinnúmero de mandatarios renunciantes en la historia de la región), sino por las razones que lo llevaron a ella.

Roselló cayó en desgracia por un chat privado que se filtró al Centro de Periodismo Investigativo. En los textos, el gobernador y algunos de sus más cercanos colaboradores utilizaban un lenguaje vulgar, en ocasiones, desconsiderado e insultante, y sobre todo llamativamente infantil. Da un poco de vergüenza ajena leer algunos de los intercambios; pero no podría uno imaginar a otro gobernador o presidente renunciando por ellos.

Sin embargo, el hecho provocó tal indignación entre los puertorriqueños, que inmediatamente se lanzaron a las calles de San Juan pidiendo la renuncia de Roselló. Los chats filtrados, decían, eran “misóginos” y “homófobos” y no se podían permitir en un gobernador y su equipo de gobierno. Llamó la atención, empero, que en los primeros reportes que salían de la isla, se decía que encabezaban las protestas algunos cantantes de reguetón. ¡Caramba!, cantantes de reguetón preocupados por mensajes misóginos y homófobos. Ha de ser por las letras sublimes, respetuosas y absolutamente conmovedoras que ellos suelen adosar a sus canciones.

Pronto llegó Ricky Martin para sumarse a las marchas y, a partir de entonces, la protesta pasó a estar encabezada por el cantante de Livin la Vida Loca y un personaje que se las trae; sin duda, el más excéntrico de todos los artistas boricuas (y esto ya es decir bastante); su nombre: Bad Bunny, o mejor dicho, su nombre artístico. En realidad se llama Benito Martínez Ocasio, canta reguetón y, sobre todo, trap, y su apariencia cambia prácticamente a diario, utilizando los atuendos, cortes de pelo y accesorios más rocambolescos que uno pueda imaginar.

Bad Bunny ha sido el más visible en todas las protestas y quien con más vehemencia ha exigido la renuncia de Roselló por sus mensajes misóginos y homófobos. En su mayor éxito de ventas, Te boté, el artista canta: “Yo te boté… Así que de mi vida muévete, que si te lo meto es pa’ recordar un tbt, yeh… Yo te boté… Pa’l carajo te mandé… y a tu amiga me clavé. Esta es la verdadera vuelta, ¿oí’te? Fuck you, hija ‘e puta, yeh”.

Después del refinado Bad Bunny, el más vocal en las manifestaciones ha sido sin duda Ricky Martin, quien en 2003, en plena invasión a Irak, le fue a cantar a George W. Bush a la Casa Blanca. Al parecer le preocupa mucho la vulgaridad en unos mensajes de texto privados -tanto como para exigir la renuncia del gobernador-; pero la destrucción de un país entero y la muerte de cientos de miles de personas por cuenta de unas inexistentes armas de destrucción masiva lo tiene sin cuidado al bueno de Ricky. 

Jamás se le escuchó siquiera una crítica suave a Bush, ni hablar de pedirle la renuncia.

Junto a estos dos, el otro que lideraba las protestas hasta el jueves pasado era el rapero Residente, ex Calle 13; musicalmente y como letrista, sin duda el más talentoso de todos ellos, y cuyo nombre verdadero es René Pérez. Admirador de Fidel Castro y de Hugo Chávez, y muy crítico de aquellos que se atreven a criticar al régimen de Nicolás Maduro, Pérez sostiene que lo que encabezaba Roselló en Puerto Rico era “una dictadura”. Por eso lideró cada día las protestas, para que finalmente cayera “la dictadura”. Junto a Bad Bunny, compusieron una canción en estos días para exigir la caída del gobernador que se titula  Afilando cuchillos y dice: “Si todo el pueblo quiere que te vayas y tú te quedas, entonces estamos en dictadura”.

Puerto Rico no es una dictadura. En el orden global, para todo efecto práctico, funciona como un territorio de Estados Unidos. Fue parte del botín de guerra con el que se alzaron tras el conflicto de 1898 con España, la llamada Guerra Hispano-Americana, junto a Cuba y las Filipinas. Sin embargo en su ordenamiento interno, Puerto Rico goza del “estatus de autogobierno” desde 1947; desde entonces, los puertorriqueños han elegido a su gobernador cada cuatro años en elecciones libres. 

Difícilmente pueda llamarse a eso una dictadura. ¿Un enclave colonial, o de resabio colonial? Seguramente, sí. Pero desde 1967, los puertorriqueños han podido votar hasta en cinco ocasiones si quieren separarse de Estados Unidos o permanecer en la Unión; y en todos los referéndums ha ganado por paliza, o bien el “estado libre asociado”, su estatus actual, o, señaladamente en los últimos dos, incluso, la estadidad.

Por lo demás, la Constitución de Puerto Rico cuenta con los mecanismos legislativos para remover a un gobernador mediante un proceso de impugnación y juicio político, que tal vez hubiera sido lo más deseable en este caso. Y no porque lo exijan unos cantantes mundialmente famosos guiando a unos manifestantes en las calles del viejo San Juan.

Nada de esto significa que el gobierno de Roselló haya sido bueno. De hecho, ha sido uno de los peores que haya habido en la isla. 

Los rumores de corrupción han sobrevolado la Fortaleza de San Juan por más de año y medio; incluso, algunos colaboradores del gobernador enfrentan hoy cargos federales por fraude y malversación de fondos federales. Pero tal vez lo que más estragos causó en la popularidad de su gobierno fue el mal manejo de la crisis desatada por el huracán María, que devastó a Puerto Rico, dejó más de 3.000 muertos y pérdidas por cerca de US$ 50.000 millones. Ahí Roselló perdió toda la confianza de los puertorriqueños.

Con todo, había otras maneras de removerlo; ya sea recortando institucionalmente su mandato mediante un juicio político, o negándole la reelección en las urnas en noviembre del año que viene.

Pero si Ricky Martin y Bad Bunny van a ser capaces de tumbarse al gobernador, me temo que vamos por mal camino en la Isla del Encanto.

La influencia de EEUU
Puerto Rico es una isla de nueve mil kilómetros cuadrados, una ex colonia española que fue anexada a Estados Unidos (EEUU)  después de la guerra hispano-estadounidense de 1898. 
Su población, mayormente de habla hispana, tiene nacionalidad estadounidense desde 1917 pero no puede votar en las elecciones presidenciales de EEUU, aunque puede ser convocada para servir en el ejército. Tiene un solo delegado sin derecho a voto en la Cámara de Representantes.  
El territorio tiene su propio gobierno y Constitución desde 1952, cuando adoptó el estatus de “estado libre asociado” de EEUU. 
También tiene su propia bandera e himno nacional. 
Dos partidos se han alternado en el poder desde la década de 1950: el Partido Nuevo Progresista de Ricardo Rosselló y el opositor Partido Popular Democrático.  
La isla  está en recesión hace más de una década.  En mayo de 2017 se declaró en bancarrota, con una deuda pública que superó los US$ 70 mil millones. 
La recesión y la falta de empleo han provocado un éxodo de puertorriqueños, que aumentó aún más después del huracán María.  

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