Rescatado por la necrofilia egipcia esencial del peronismo y la necesidad imperiosa del kirchnerismo de tener alguna bandera para agitar, Carlos Saúl Menem resucitó el domingo como líder político y recuperó la categoría de muerto ilustre del movimiento. Cristina Kirchner, que un día celebró la broma de su tragicómico esposo de estrujarse sus intimidades para conjurar el estigma de jetattore que acarreaba el riojano, ejerció ante el féretro la hipocresía que le aflora con naturalidad y con la que engaña sólo a sus aplaudidores.
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