Recorrida por la cárcel de Punta Carretas con Eleuterio Fernández Huidobro antes que se demoliera, en 1991
Recorrida de El Observador por la cárcel de Punta Carretas con Eleuterio Fernández Huidobro antes que se demoliera, en 1991
Recorrida de El Observador por la cárcel de Punta Carretas con Eleuterio Fernández Huidobro antes que se demoliera, en 1991
Huidobro y Mujica en 2012
Huidobro y Vázquez, en diciembre de 2014
<div>Fernández Huidobro con Manini Ríos, el jefe del Ejército</div><div></div>
Fernández Huidobro en 2015

Nacional > OBITUARIO

La última trinchera del Ñato

El exguerrillero murió en la madrugada. Sus restos son velados en el Ministerio de Defensa
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05 de agosto de 2016 a las 06:10
Eleuterio Fernández Huidobro, quien vivió mil vidas antes de morir como ministro de Defensa Nacional, se había convertido en los últimos años en uno de los personajes más detestados por la izquierda radical uruguaya y los militantes de las causas por los derechos humanos. Su última pirueta fue saltar el mostrador y gestar una extraña simbiosis con los militares, sus enemigos de antaño. Y sin embargo hubo un largo tiempo en que fue líder fundamental de los tupamaros, tanto como para haber hecho documentos programáticos de la guerrilla a principio de los años '60, o fundamentar el viraje hacia la competencia democrática en los años '90.

Durante algunos años decisivos, tuvo gran influencia sobre José Mujica, viejo camarada de armas y uno de los políticos uruguayos más importantes de las últimas décadas. "Compañero del alma de todas las horas: tómeme juramento", le pidió Mujica al asumir como senador en 2005.

Al "Ñato" Fernández Huidobro le gustaban el trago (bebía mucho), el tabaco (fumaba hasta en sus oficinas del Senado y del Ministerio de Defensa), las larguísimas charlas (que tendía a monopolizar), las teorías heterodoxas, las aristas cortantes, el insulto directo o las frases efectistas para espantar al burgués. En la recta final de la campaña electoral de 2014, el historiador Gerardo Caetano recomendó al Frente Amplio "darle licencia con goce de sueldo por dos meses al ministro de Defensa".

Ciertamente ególatra, era también un buen narrador oral y un lector refinado de temas históricos y militares. Una de sus figuras favoritas en los últimos años fue Winston Churchill, una extravagante combinación de estadista, guerrero y escritor de alto vuelo.

"A veces digo cosas para no aburrirme, pero también como herramienta para que presten atención", explicó una vez. "¿Cómo se transmiten cosas complejas, abstrusas? Supongo que la gente se pudre escuchando discursos paspantes. Me ha pasado en esos actos de la izquierda con 15 oradores. ¡Es bravo!".

"La acción nos une"

Tupamaros
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Nació en Montevideo en marzo de 1942 y se educó en el colegio Maristas de la avenida 8 de Octubre. Fue empleado del Banco Popular entre 1959 y 1966 y militante del Movimiento Revolucionario Oriental (MRO) fundado en 1961 por el entonces diputado blanco Ariel Collazo.

Junto a grupúsculos de izquierda, muy influenciados por la revolución cubana de los hermanos Castro, integró un "coordinador" que realizó las primeras acciones guerrilleras en Uruguay a partir de 1963.

"La teoría nos separa, la acción nos une", proponían esos jóvenes ideologizados, radicales y aventureros que buscaba un atajo violento hacia el socialismo. "Esa consigna la escribió por su cuenta, en la pared de una base allá en La Teja, uno de la peluquería El Rulo Lacio", narró Fernández Huidobro en 2003. "Pero sí es cierto que estábamos hartos de los bizantinismos teóricos, de la discusión al pedo".

Integró en 1965 la primera dirección del MLN-Tupamaros, junto a Raúl Sendic y Tabaré Rivero Cedrés, y contribuyó a diseñar los principales planes político-militares de la organización. Fue apresado en 1969, después de la "toma de Pando" por los tupamaros, cuya retirada fue un desastre. Participó en la fuga de 111 presidiarios del penal de Punta Carretas, casi todos tupamaros, en setiembre de 1971. El presidente Jorge Pacheco Areco, que intentaba su reelección, quedó en ridículo, por lo que dobló la apuesta: ordenó que las Fuerzas Armadas, no ya sólo la Policía, llevaran la lucha contra la guerrilla.

Derrota y cárcel

Fernández Huidobro fue herido y detenido el 14 de abril de 1972. Ese día, en el que murieron 13 personas entre tupamaros, policías, militares y civiles, las "Fuerzas Conjuntas" iniciaron una violentísima contraofensiva que liquidó a la guerrilla en seis meses. Pero antes Fernández Huidobro puso en marcha una negociación con oficiales del Ejército para poner fin a la tortura y a los enfrentamientos a cambio de una rendición condicionada y de una colaboración en la lucha contra ilícitos económicos. La "tregua armada" también se fue a pique.

Junto a José Mujica, Mauricio Rosencof, Henry Engler, Raúl Sendic, Adolfo Wasem, Jorge Manera Lluveras, Julio Marenales y Jorge Zabalza, integró los "rehenes" que las Fuerzas Armadas mantuvieron presos en condiciones infrahumanas bajo amenaza de que serían ejecutados si se realizaban atentados contra miembros de las fuerzas de seguridad.

Salió en libertad en marzo de 1985, con la restauración democrática, y persistió en la militancia y el liderazgo dentro del MLN, entonces desmembrado y dividido.

Escribió profusamente en el semanario Mate Amargo y el diario La República. También publicó una gran cantidad de libros sobre sus experiencias y las de su movimiento. Destacan "Historia de los tupamaros" (tres volúmenes, a partir de 1986), "Memorias del calabozo" (junto a Mauricio Roscencof, tres volúmenes, 1987-1989), "La tregua armada" (narración de las negociaciones con los militares en 1972, editado en 1987), "El abuso" (sobre la fuga de Punta Carretas de 1971, editado en dos tomos en 1990) y "En la nuca" (sobre las divisiones internas en el MLN a partir de 1973, editado en 2000).

La vía democrática

En 1989 los tupamaros ingresaron al Frente Amplio y crearon el Movimiento de Participación Popular (MPP), que compitió con modestia, casi con vergüenza, en las elecciones de ese año. Mientras, los viejos tupas procesaban un interminable debate sobre si continuar con el imaginario insurreccional o perseguir sus fines con métodos democráticos.

El ingreso de José Mujica a la Cámara de Representantes en 1995 fue el inicio de un suceso político fulgurante. Fernández Huidobro, en tanto, era suplente del senador Helios Sarthou. En 1999 fue electo senador para el período 2000-2005 y reelecto en 2004 para el período 2005-2010.

"Permanecimos trancados durante mucho tiempo por una limitante interna –contó Fernández Huidobro en 2003–. Nos separamos de los compañeros que luego formaron la Corriente de Izquierda en el marco de un debate sobre esto, exactamente esto. Esos compañeros querían permanecer en la vertiente dura, de izquierda tradicionalizada. Nosotros no aceptamos ese discurso. Digo nosotros, y me refiero a un puñadito entre los que estábamos el Pepe Mujica, Marcos Abelenda y yo, que nos reuníamos en 1997-1998 en el bar Silva, en la calle Colombia. Parados frente a una cruz de caminos nos decíamos: 'Somos una organización más bien expulsiva. Hay unas posibilidades de crecimiento fabulosas, y el único problema está en nosotros'".

El suceso electoral rebasó en mucho la adhesión popular a los tupamaros; el MPP dejó el sectarismo y se convirtió en una maquinaria electoral pragmática y dependiente de la reputación de Mujica. Y surgió de las elecciones internas de 2002 como la principal fuerza militante del Frente Amplio.

"¿Qué es el MPP? La izquierda tradicional se nutrió con anarquistas, trotskistas, socialistas y comunistas, con desgajamientos de esas fuerzas, con nacionalistas y cristianos de izquierda y con heterodoxias varias. Se gestó una forma de pensar, de ver y de actuar", explicó entonces Fernández Huidobro. "El MPP es una colcha de retazos, recoge pedazos de todas esas vertientes históricas, aunque está signado por la heterodoxia. Ese es su núcleo duro, pero ahora es una cosa mucho más grande. Se siente, es como un ruido".

De renuncia en renuncia

Mujica y huidobro
Mujica y Huidobro
Mujica y Huidobro

Pero el enorme crecimiento del MPP, que pasó de 44.446 votos en 1989 a 327.947 en 2004, gestó nuevos problemas y competencias entre caciquillos, reclutas y viejos "aparatos".

En agosto de 2007 el "Ñato" renunció al MLN-Tupamaros "tras una larga historia de discrepancias" y en 2008 se alejó del MPP, aunque creó un sector aliado: la Corriente de Acción y Pensamiento - Libertad (CAP-L). Fue electo senador en 2009, cuando su viejo camarada José Mujica ganó la Presidencia de la República, coronando una tortuosa travesía de más de medio siglo –y confirmando una estrategia.

Fernández Huidobro se opuso a la iniciativa del Frente Amplio de votar una ley interpretativa de la Ley de Caducidad de 1986. La izquierda ya había tratado de derogarla sin éxito en dos plebiscitos. Al fin, en abril de 2011, votó el proyecto por "disciplina partidaria" y de inmediato renunció a su banca en la Cámara Alta.
El 26 de julio de 2013 asumió como ministro de Defensa Nacional en sustitución de Luis Rosadilla, integrante de su sector. El derrumbe electoral de la CAP-L en las elecciones nacionales del 26 de octubre de 2014, en las que obtuvo sólo unos 8.900 sufragios (perdió más de 65.000 respecto a 2009), lo dejó fuera del Parlamento. Pero Tabaré Vázquez, quien ganó por segunda vez la Presidencia de la República, lo confirmó como titular de Defensa.

Metamorfosis

Fernández Huidobro deseaba terminar con las revisiones de la violencia y abusos del pasado, de los que se sentía corresponsable. A fines de 2014 mantuvo un publicitado enfrentamiento verbal con organizaciones vinculadas a la defensa de los derechos humanos. A esa altura su identificación con los militares era muy estrecha, lo que atizaba las críticas de la izquierda radical y de muchos de sus ex compañeros.

Propuso que los ciudadanos se armaran para luchar contra la delincuencia, con lo que se puso muy cerca de la conservadora National Rifle Association.

Lesionó severamente su columna vertebral con su enorme sobrepeso, por lo que andaba con muletas o en silla de ruedas. También sufrió la muerte de Carlos Mara, su secretario de confianza. Alejado de su mujer y de su hija, residía en forma casi permanente en el edificio del Ministerio de Defensa Nacional de la avenida 8 de Octubre. Sus críticos hablaban de metamorfosis, o de una suerte de "síndrome de Estocolmo" del ex rehén, que se lo tomaba con ironía.

"Bertolt Brecht dice que aquellos que militan toda una vida son los imprescindibles, pero yo digo que a veces son una plaga que corre a los jóvenes y evita la renovación", comentó un día.

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