En la primavera de 1907, el Uruguay dejó de lado para siempre la pena de muerte como castigo máximo. El presidente Claudio Williman promulgó la Ley Nº 3.238 el 23 de septiembre de ese año, dos días después de la votación final en el Parlamento. “Queda abolida la pena de muerte que establece el Código Penal. Queda igualmente abolida la pena de muerte que establece el Código Militar”, quedó en su artículo 1º.
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