Siobhan Roy en Succession

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Lady Macbeth o Juana de Waystar: la tragedia personal de Siobhan Roy

La única hija de Logan Roy se consagró como uno de los mejores personajes Succession y una de las construcciones femeninas más cautivantes de la televisión de los últimos tiempos
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31 de mayo de 2023 a las 05:02

*Esta nota contiene spoilers de las cuatro temporadas (y el final) de Succession. Si todavía no lo vio, esta es su oportunidad de dejar de leer.

Siobhan Roy tiene en sus manos los hilos de la titiritera y Lukas Matsson baila a su ritmo en una caricatura de prensa, mientras intenta conseguir el voto de un devastado Roman Roy para unificar la narrativa familiar e intentar salirse del rol shakesperiano de Lady Macbeth. Más adelante, cuando ella es la que tiene la delantera en el directorio, Kendall le dice que no sea “una maldita Juana de Waystar”. Es que la historia de la única hija de Logan Roy de una u otra manera terminaría en tragedia.

En la primera temporada de Succession encontramos a Siobhan –Shiv para sus hermanos, “Pinkie” para su padre– intentando demostrar que ella no era nada como su familia. Si bien mantenía su posición como accionista, se había convertido en asesora política de un senador demócrata en Washington DC y se mantenía alejada de las discusiones maquiavélicas de la empresa familiar. Se encargaba de construir ganadores.

Hasta que su padre la atrae nuevamente a su tablero de ajedrez. A ella, y a su flamante marido: Tom Wambsgans.

En un mundo de Gerris, Karolinas, Ravas y Willas, el personaje interpretado maravillosamente por Sarah Snook fue el arquetipo más visible del condimento inherente a la construcción del poder femenino: el sexismo y la misoginia. Porque ni siquiera la hija, y posible heredera, de Logan Roy pudo ser excusada de los vaivenes del machismo corporativo, aunque sí aprendió a jugar con sus piezas.

Kendall, Shiv y Roman

“¡Por supuesto que es un punto negativo!”, le gritó Logan en la segunda temporada cuando le decía claramente que ser mujer y joven podría ser un impedimento para considerarla seriamente como la futura CEO de Waystar Royco. “Yo no construyo el puto mundo”, agregó y se lavó las manos.

Pero sí era su mundo. El mundo en el que Logan Roy fue Dios y construyó parte por parte, desde presidentes hasta narrativas sociales. Y, mientras fuera de ese mundo construido el dinero y su marca de sangre eran certificados protectores para su hija, una vez adentro se transforma solamente en un tercio de un coro de niños que busca la aprobación de su padre y, quizás, una palmada en la espalda.

Durante cuatro temporadas vimos cómo los principios liberales de Shiv Roy se fueron acomodando de acuerdo a las posibilidades de llevar la delantera en una carrera impulsada por la avaricia. La vimos silenciar a una mujer que estaba dispuesta a denunciar los abusos perpetrados en los cruceros de su familia, la vimos ofrecer a su marido como sacrificio penitenciario y traicionar a cada miembro de su familia –con la excepción, quizás, del raro de Connor–, la vimos flexibilizar su postura política ante el presidente electo por ATN, el neofascista Jeryd Mencken, para quedarse en el codiciado lugar de la american CEO. En definitiva, vimos cada paso en el arco narrativo que la fue acercando cada vez más a la frivolidad inescrupulosa de su padre, pateando sus principios debajo de una alfombra en su tríplex de Manhattan.

Finalmente fue expulsada del club de los chicos. Procesando la muerte de su padre y la viabilidad de su embarazo; sus hermanos decidieron dejarla fuera de la conversación, los planes y las estrategias. “Agarraron la corona y me empujaron”, les dice en una discusión en la casa de mamá en las Bahamas. Lo que la lleva a generar una alianza con el tech bro Lukas Matsson, hasta que él también la traiciona cuando se da cuenta de que la menor de los Roy podría generarle un problema: es inteligente, tiene los contactos y no se deja manipular tan fácilmente.

Sionbhan Roy

“Somos hombres”, le dice Matsson a Tom Wambsgans mientras le ofrece el cargo de CEO después de una cena difícil de tragar y argumenta que quiere “cogerse” a su esposa, solo para probar hasta dónde puede pisar la cabeza del aplicante al nuevo puesto de trabajo que llevará una tasa de interés que implica absorber el dolor que no está dispuesto a recibir. “¿Por qué no me quedo con el hombre que la embarazó y no con la embarazada?”, agrega.

Siobhan descubre el embarazo hacia la mitad de la temporada. Y sabe que será un inconveniente en el camino de sus ambiciones. Porque no solo para la heredera de un multi-imperio billonario es un inconveniente: la posibilidad de quedar embarazada todavía es un punto en contra en la escalera corporativa del siglo XXI. “Ahora nada –más que su deseo– le impide seguir adelante”, dice la actriz australiana sobre la noticia del estado del embarazo en el podcast de la serie. Sería un hijo, o hija, criado al “al estilo de la familia”: en ausencia.

Una mujer que trató a su esposo como accesorio desde la noche de bodas, cuando le pidió que esa sea una relación abierta, hasta que la traicionó poniéndose del lado de su padre. Al que culpó hasta el último momento por quitarle los últimos meses junto a él y quien la acusó de ser incapaz de sentir amor. Una pareja incapaz de querer honestamente, sin negociaciones ni desconfianza de por medio, al punto de que cada expresión de cariño fuera interpretada como un movimiento para escalar en la jerarquía Waystar.

“Ama a Tom, pero no sabe cómo hacerlo. No sabe cómo tener una relación que no sea transaccional, no sabe cómo ser vulnerable en una relación que fomenta la comunidad. Tiene planos malos, muros y defensas, y dificultad para ser ella misma frente a la gente”, dijo la actriz en una entrevista con la revista Rolling Stone. 

La boda de Shiv y Tom

La complejidad del personaje interpretado por Snook en cada gesto corporal, silencio y vuelta de ojos, la convirtió en una de las mejores construcciones de una de las mejores series de los últimos años. Y una de las construcciones femeninas más sólidas y cautivantes.

¿Reina feminista o tirana antifeminista? Ella es, por supuesto, ambas cosas, porque, al igual que el programa en sí, Shiv es un portavoz turbio y contradictorio de nuestros tiempos turbios y contradictorios. No hay finales claros en Succession. El final de la serie lo demostró. La marea, apropiada para un espectáculo atravesado por el agua, siempre cambia. Nada es nunca una cosa u otra, las afiliaciones de ninguna persona son realmente conocidas o confiables. Shiv es un ejemplo perfecto de esto. Su política es tan mutable como su sentido de la moda, sus lealtades tan resbaladizas como su devoción por Tom. De hecho, como protagonista femenina central del programa, ejemplifica a la perfección los matices complicados de la feminidad y, lo que es más importante, su relación con el poder”, escribe Claire Cohen en la edición británica de Vogue. 

Y es que mucho se ha escrito sobre la definición de Siobhan Roy. Lo que queda en claro al final de la historia es que es una construcción compleja en un mundo donde las cosas son tan crueles y trágicas como impredecibles. Es inteligente y despiadada pero falible y vulnerable al mismo tiempo. Y al igual que sus hermanos, se percibe más capaz de lo que realmente puede llegar a ser. Hasta que Roman lo descifra: “No somos nada”.

“Su relación conflictiva con su condición de hija, esposa y ahora futura mamá revela una verdad despiadada detrás de la exageración que acompaña a estos tropos. Shiv siempre ha rechazado interpretar roles femeninos convencionales, porque las mujeres no ejercen ningún poder en el mundo en el que vive”, dice Flannery Dean en The Guardian.

Pero juega la mejor estrategia. Un movimiento de gracia en este tablero de juego. Y le entrega la corona a su esposo –y al sádico de Matsson– impulsada por las súplicas y las mentiras de su hermano que desesperadamente gritaba que él era el hijo mayor. Ya saben, en esa lógica monárquica del derecho de nacimiento que implica ser el primogénito (con el permiso de Connor). 

Tom Wambsgans es el nuevo CEO de Waystar Royco

Siobhan termina finalmente definiendo su posición y decide, de alguna manera, convertirse en su madre: la mujer sagaz detrás de su marido. Perpetuando el mismo ciclo de poder y reafirmando que las piezas del sistema se acomodan fácilmente del lado masculino de la jugada. Aceptando un futuro que ya vivió alguna vez.

“Era difícil ser su hija. No les miento. Él era muy duro con las mujeres. No podía concebir a una mujer en su totalidad“. ¿Cuál es esa totalidad de la que habla Siobhan en el funeral de su padre? La complejidad de una niña marcada por la falta de amor, una mujer poderosa entendida como una mandona, una consentida, una operadora, una madre que asegura el futuro de su descendencia, la esposa del CEO, la hija de Logan, un escorpión, Lady Macbeth o Juana de Waystar. Todas o ninguna.

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