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Leandro Ezquerra y la lesión que le hizo perder el tren de la selección
El River Plate de Juan Ramón Carrasco le estaba ganando 5-1 a Defensor Sporting en el Parque Saroldi por el Torneo Apertura 2007. El partido estaba por terminar y el jugador violeta Miguel Amado barrió una pelota que llevaba Leandro Ezquerra. El volante, que por entonces tenía 21 años, saltó para evitar el choque y cayó mal. En ese momento sintió un dolor impresionante que al rato se le fue y lo dejó caminar. 15 días después se enteró que se rompió los ligamentos cruzados y los meniscos, una lesión que le hizo perder el tren de la selección.
Unas semanas antes lo habían llamado tras un entrenamiento para informarle que estaba citado a la selección mayor para una gira por Sudáfrica. Al siguiente fin de semana jugó con River y el lunes partió hacia Johannesburgo junto al plantel dirigido por Óscar Washington Tabárez. “Fue una experiencia divina. Como futbolista es lo máximo ponerse la camiseta mayor de la selección”, cuenta a Referí.
En ese viaje compartió con futbolistas que ya conocía de haber compartido entrenamientos en el Complejo Celeste cuando integró las selecciones juveniles, como Diego Godín, Cristian “Cebolla” Rodríguez y Luis Suárez. También hubo tiempo para alguna charla con Tabárez: “Fue simple y claro en sus conceptos, en los lineamientos. Es como se lo ve de afuera, muy respetuoso y con las cosas muy marcadas”, recuerda.
Cuando volvió de la gira por África, jugó unos partidos y se lesionó la rodilla en esa jugada que recuerda con claridad. “Ahí perdí un poco el tren. Me costó recuperarme de esa lesión, la sufrí. Tuve que empezar a remarla, pero ese momento con la selección estuvo espectacular”, dice luego de doce años de ese duro momento de su carrera.
Ezquerra llegó a jugar con el ligamento de la rodilla roto y eso complicó su recuperación. Los médicos entendieron que bastaban con sacarle un pedacito de menisco para que esté pronto para volver y lo hicieron jugar con el ligamento roto. Cada partido que jugaba, terminaba con la rodilla inflamada y dolor. “Me dijeron que podía aguantar igual. Si lo pienso hoy es una locura”.
A mitad de 2018 se dio cuenta de que no podía seguir así. Cambió de médico, fue con Carlos Suero, se operó y enfrentó el proceso de recuperación junto a Walter Ferreira. A los siete meses estaba jugando otra vez, pero se perdió el final de 2007, el 2008 –aunque jugó algunos partidos lesionado– y en 2009 volvió a jugar. “Estaba en un momento clave de mi carrera. Fue un golpe muy duro”, resume.
Las condiciones de Torque
La segunda vez fue distinta. Era 2018 y Torque –donde jugaba Ezquerra– enfrentaba a Racing cuando se volvió a lesionar. En el momento que cayó, ya se dio cuenta que se había roto el ligamento de nuevo, aunque esta vez el de la rodilla derecha. El movimiento de la rodilla y el dolor que sintió le dieron una pista para autodiognosticarse.
En un segundo le cambió el año y ese día fue de mucha tristeza, pero ya había aprendido la lección y al día siguiente ya comenzó a moverse para iniciar lo antes posible su recuperación, que la hizo en Torque.
“Estuve siete meses para volver a jugar. Era tanta la ansiedad de ver los partidos de afuera, y más en la situación que estábamos, que a los cinco meses ya me sentía bien y quería jugar”, comenta sobre esos meses en donde el novel equipo del fútbol uruguayo se jugaba la permanencia en la divisional A.
Sin embargo, la médica del club lo frenó para que no se lleve por esos impulsos que lo hacían querer volver a las canchas cuantos antes. “Era un riesgo innecesario, no estaba preparado, pero sentía que sí”, reconoce.
Esta segunda lesión fue en el cuarto partido que jugó en la filial del Manchester City de Uruguay. Torque tuvo un Torneo Apertura malo, mejoró en el Torneo Intermedio –incluso jugó la final contra Nacional– y tuvo un Torneo Clausura regular. “Me comí el año desde afuera, sufriendo mucho por el tema del descenso y recién empecé este año a jugar”, se lamenta Ezquerra que entiende que el club no merecía bajar por los puntos que había sumado, pero el sistema de promedios los perjudicó.
Ezquerra jugaba en Fénix cuando recibió el llamado del club celeste para jugar en Primera. Entonces rescindió el contrato con los de Capurro, donde tenía atrasos para cobrar los salarios, un problema que en su nuevo club no tendría.
Este club “tiene mejores condiciones que el resto” y le brinda a los jugadores “todas las posibilidades de desarrollar el deporte profesional”. “La mayoría de los equipos en los que jugué tienen mucho menos de lo que tiene Torque”, compara Ezquerra.
En Torque tiene la tranquilidad de cobrar al día. Son “cosas que hacen que solo te dediques a preocuparte por jugar y no tengas que preguntar cuándo cobrás. Estar en ese tire y afloje con los dirigentes”, dice.
Los jugadores tienen que estar una hora antes del entrenamiento para desayunar juntos, tienen frutas y suplementos para cuando terminan de entrenar; también almuerzan allí una vez por semana. “Tenemos buena ropa, buenas canchas, pelotas. La sanidad completa con una doctora, fisioterapeuta y profesores. Hay una estructura muy armada y siempre se busca ir mejorando, está todo muy bien”, detalla.
Los jugadores también tienen exigencias “básicas para cualquier profesional”. Los jugadores tienen que estar dentro del peso que se les marca y tienen controles periódicos con un nutricionista.
Otra responsabilidad era la deportiva: sabían que tenían que subir a Primera división. “Fue lo que nos planteamos a principio de año. Estaba implícito por el plantel que tenemos”, comenta. “Es una motivación y a la vez una presión: teníamos que ganar todos los partidos manteniendo nuestro estilo de juego de salir a ganar siempre”.
El objetivo del ascenso ya está cumplido.
Seguir en el fútbol
Torque le ganó 2-0 a Bella Vista en el Parque Nasazzi y con ese resultado logró el ascenso a primera. Los jugadores festejaron en la cancha y en el vestuario haber logrado el objetivo y luego se fueron hacia el hotel donde concentran para comer algo y estar con sus familiares. Uno de los directores del Grupo City estaba en Montevideo y les hizo una invitación: ir a Manchester a conocer el club que dirige Pep Guardiola por dentro.
Pero a Ezquerra le surgió un problema. La fecha del viaje le coincide con las últimas pruebas de la licenciatura en Educación Física que estudia en la Universidad de la Empresa. El futuro profesor intentará acordar para cambiar la fecha de los exámenes y de la entrega de la tesis. “Obivamente me voy a ir igual”, dice optimista.
El volante volvió de jugar en Chile en 2015 y al año siguiente comenzó la carrera que está por terminar. Antes, “de joven”, había estudiado marketing y gerencia.
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Ezquerra tiene 33 años y termina contrato a fin de año con Torque, pero está todo dado para que siga jugando allí el próximo año en Primera división. Ya sabe que está en los últimos años de la carrera y piensa que cuando se retire quiere seguir vinculado al deporte. Integrar un cuerpo técnico como preparador físico es una opción y, de hecho, ya ha tenido ofertas para sumarse a alguno. Sergio “Chapa” Blanco ya le ofreció que se sume a su futuro cuerpo técnico.
A los entrenamientos de la mañana Ezquerra le suma las cuatro horas y media de clases por las noches. Hoy, al final se su carrera, se da cuenta que hacer este “sacrificio grande” fue una de las mejores decisiones de su vida. “La carrera de fútbol es muy corta y cuando la terminás sos muy joven para la vida”, explica.
