Burocracia, un problema.

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Libertad responsable... para el Agro

Romero Álvarez: "Creo que es tiempo de levantar, como ha hecho el presidente Lacalle Pou, con confianza la bandera de la libertad en el agro también"
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25 de marzo de 2024 a las 11:00

Por Luis Romero Álvarez (fms.com.uy), especial para El Observador

El presidente de la República, Luis Lacalle Pou, abrió su período de gobierno hablando frente a la Asamblea General sobre la libertad y ha cerrado su última presentación ante esa sede volviendo a insistir en la importancia de ampliar la libertad de acción de las personas.

Entremedio acuñó y aplicó con notable éxito el concepto de la "libertad responsable" para el manejo de la pandemia de covid, pero hay un sector de la administración pública donde ese valioso pregonar no ha encontrado cabida: en el área agropecuaria.

No solamente no se ha avanzado nada en desburocratizar procedimientos y devolver a las personas más libertad para desarrollar su actividad, sino que han crecido los “registros” y “permisos“ para más y más asuntos.

Eso responde a una línea de razonamiento que no comparto, y obviamente el presidente tampoco, que defiende la idea de la conveniencia de tener al Estado ocupándose de los individuos de la cuna a la tumba.

En esa equivocada línea el avance posible es casi infinito: así como los autos tienen que tener un título de propiedad certificado por escribano público (¿por qué?) y no basta con la libreta municipal, las grandes máquinas agrícolas o forestales (que valen el equivalente a muchos autos) podrían requerir título de propiedad anotado en el correspondiente “registro”; el diseño de los alambrados de un campo podría requerir un “permiso“ y correspondiente “registro”, en materia de distribuciones internas habilitadas luego de informe competente de profesionales inscriptos en otro “registro”; el manejo de aguadas de un campo puede también justificar un plan de manejo de cursos de agua y tajamares, de nuevo con inscripciones y registros habilitantes.

Para todas estas novedosas ideas (como ha sucedido con muchas similares y vigentes) podemos generar el necesario taparrabos de justificaciones técnicas, si hay ambiente político suficiente para avanzar en esa nefasta línea.

Y, de paso, cada nueva imposición con su carga para el productor de pérdidas de tiempo y dinero, genera automáticamente entusiastas apoyos de quienes se beneficiarán al transformarse en nuevos zorritos sueltos en nuevos gallineros.

Luego viene la etapa de hacer cumplir las nuevas normas y ahí empiezan a deshilacharse los resultados…. se actúa solo ante denuncias, a veces malintencionadas (porque siempre se reclama que nunca hay suficientes recursos disponibles) o ante el interés de funcionarios de facturar “viáticos justo los viernes cuando van de pasada a sus campitos o casas de fin de semana.

La cantidad de normas con exigencias sin lógica es abrumadora: por ejemplo, para vender un caballo de pedigree se requiere un testeo sanitario que cuesta unos US$ 70 por animal, pero para vender un caballo común no, ¿qué tiene que ver la sanidad con el pedigree?

Otro ejemplo: el 1% municipal se paga (y no se pueden comprar guías si no se está al día, lo cual es una exigencia pesada e inaceptable, que no aplica para infinidad de otras obligaciones) para que luego el productor lo recupere, ¿por qué simplemente no se deja de cobrar en vez de seguir imponiendo los trámites de pagar y rescatar que, de paso sea dicho, son injustos porque algunos productores recuperan y otros no?

Creo que es tiempo de levantar, como ha hecho el presidente Lacalle Pou, con confianza la bandera de la libertad en el agro también.

Tenemos que resistir y desmantelar la tendencia a regularlo todo, inscribirlo todo, autorizarlo todo, que si no actuamos continuará avanzando, para felicidad de los burócratas y de los avivados de siempre, que se benefician de cada nueva norma para su facturación o satisfacción personal.

El meteórico ascenso político del presidente Javier Milei en Argentina, a caballo de su defensa de la libertad, muestra que la gente se empezó a cansar de las interferencias burocráticas de todo tipo, que nada bueno traen a su cola.

Si las autoridades deciden ponerse del lado de los productores y no del lado del Estado (ese ogro bueno, dijera Octavio Paz), sería fácil crear un pequeño equipo de expertos que revise las normas existentes y proponga eliminaciones, simplificaciones y ajustes, pensando en que el tiempo del usuario es lo más valioso que hay, en contra del supuesto actual subyacente en los tramites que asume que el tiempo de la gente vale cero.

También se podrían hacer llamados a la gente para que exprese por web o por celular las molestias que está sufriendo, los cambios que desea pedir para mejorar y las ideas que propone para adecuarnos al siglo XXI.

Se sorprenderían de la avalancha de planteos que están esperando ser escuchados.

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