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18 de marzo 2021 - 5:03hs

Hay películas cuyos caminos para llegar a la pantalla ameritan un largometraje propio. La adaptación al cine de La Liga de la Justicia, el equipo de superhéroes de la editorial DC Comics, es una de ellas. Una historia que incluye tragedias, disputas creativas, denuncias de maltrato, una manifestación virtual masiva, y hasta una polémica por un bigote. Y que hoy, para buena parte del público más fiel de estos personajes, tiene un final feliz. Al punto que el reestreno de una película de 2017 es uno de los eventos cinematográficos más esperados del año.

Para empezar, un poco de contexto: desde hace ya más de dos décadas, los superhéroes son oro para los estudios de Hollywood. Los personajes que visten trajes apretados, capas y calzoncillos por encima del pantalón se convirtieron en los más taquilleros, y en particular, los que pertenecen a la editorial Marvel, que desde 2008 a la fecha llevan una serie de 23 películas que se vinculan entre sí y una recaudación astronómica para las arcas de Disney, la dueña de la editorial, y por extensión, de esos personajes y sus películas.

Cada Coca-Cola tiene su Pepsi y como en cualquier otra rama de los negocios, cuando los otros estudios vieron las carretillas de dinero que se llevaba Disney decidieron hacer lo mismo. Crear “universos cinematográficos” de películas conectadas aprovechando cualquier asomo de franquicia que tuvieran en sus catálogos. Entre ellos, Warner Bros y sus superhéroes de DC, entre los que se cuentan Batman, Superman, Mujer Maravilla y Flash, entre otros. O sea, para los más veteranos, los Superamigos, solo que sin los Gemelos Fantásticos.

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Entra en escena Zack Snyder. Este director, guionista y productor fue ganando popularidad entre el público más “nerd” a lo largo de la década del 2000 por sus adaptaciones cinematográficas de cómics, como 300 y Watchmen, caracterizadas por la violencia extrema, el uso recurrente de la cámara lenta, y por una estética sucia y agresiva. Con el éxito de la trilogía El caballero de la noche de Christopher Nolan, que reavivó la fama cinematográfica de Batman, lo que todos querían era tener sus versiones “realistas” y sombrías de los superhéroes. A Snyder le tocó encargarse de Superman, un personaje que había estado lejos del cine desde los años 80, cuando lo encarnó Christopher Reeve, y cuya última imagen había sido la del actor Brandon Routh en Superman regresa (2006).

En 2013 se estrenó El hombre de acero, que presentó la nueva versión del kriptoniano concebida por Snyder. El resultado fue polémico. Superman mataba, destrozaba Metrópolis peleando contra los malos y veía morir a su padre adoptivo solo por no revelar sus poderes al mundo, en una película que lo plantea como un mesías incomprendido y un inmigrante mirado de reojo por los nativos. Pero tuvo su público, y por lo visto, a Warner le gustó, porque le dieron las llaves del reino al director.

Un año antes, Marvel-Disney había estrenado Los Vengadores, una de las películas más taquilleras de la historia. Para reducir la ventaja, Warner ordenó que los superhéroes empezaran a juntarse más rápido.

En 2016 Snyder dirigió Batman vs. Superman, en la que los dos titanes de DC intercambiaban trompadas por un rato, presentó a la Mujer Maravilla, y anunció que otros personajes se verían más adelante. Le fue muy mal a nivel de críticas y taquilla. Apenas un año después llegó a los cines Liga de la Justicia, y ahí comenzó otro escándalo.

Tragedia y violencia

El cineasta tenía un plan ambicioso de tres películas sobre el superequipo. Después, el anuncio oficial fue que serían dos. Terminó siendo una. La reacción tibia a las películas anteriores de la saga hizo que los planes de Snyder salieran volando como Superman de la cabina telefónica. Planteó una película de cuatro horas, el estudio la dejó en dos. Pusieron a otros dos guionistas a trabajar con el para agregar chistes al guion, al estilo Marvel.

Y en medio de todo eso, una tragedia personal. La hija de Snyder, Autumn, se suicidó, por lo que el director y su esposa, Deborah, productora de la película, se bajaron del rodaje para sobrellevar el golpe. El estudio aprovechó la desgracia para llamar al director Joss Whedon (director de las dos primeras de Avengers para Marvel) y encargarle una nueva versión del guion, y que filmara lo que quedaba de película, además de un montón de escenas nuevas.

Eso generó una situación extraña. Henry Cavill, el actor británico que interpreta a Superman, estaba por esos días trabajando en Misión Imposible 6, y su personaje en esa película portaba un mostacho, un tipo de vello facial por el que Clark Kent no es precisamente conocido. Cuando lo llamaron para filmar esas escenas extra, el mandato de sus empleadores fue claro: no se puede afeitar. ¿La solución? Un adefesio tecnológico, que consistió en borrar con efectos especiales el bigote, lo que le deja a Cavill en varias escenas una cara algo deformada y que parece sacada de un videojuego.

También hubo una situación mucho menos agradable. El actor Ray Fisher, que interpretó a Cyborg, otro de los integrantes de la Liga de la Justicia, denunció en 2020 maltrato y racismo de parte de Whedon, acusaciones que luego fueron respaldadas y complementadas por sus colegas, como Jason Momoa (Aquaman) y Gal Gadot (Mujer Maravilla).

Liberen a Snyder

Liga de la Justicia se estrenó en 2017, y le fue relativamente bien. Según el sitio Box Office Mojo, que recopila las cifras de taquilla de todo el mundo a nivel histórico, dice que la película hizo US$ 657 millones. Claro, si se la compara con cualquiera de los Avengers, es menos de la mitad que lo que recauda la competencia. La película fue muy criticada, incluso por ejecutivos de Warner.

Zack Snyder en el estudio, con Ben Affleck (Batman) y Gal Gadot (Mujer Maravilla)

“Fue muy incómodo porque nadie quería admitir el pedazo de mierda que era", le dijo uno de ellos de forma anónima a la revista Vanity Fair.

Enseguida, en internet empezó a circular un rumor. Existía otra versión de la película, hecha íntegramente por Snyder. Su visión original. Un corte alternativo mucho mejor que el que había llegado a los cines. Y así nació el movimiento #ReleaseTheSnyderCut (liberen el corte de Snyder) al que se sumaron las estrellas de la película y distintas figuras.

En 1980 ya había pasado algo similar. Superman II tuvo también un cambio de director, y el responsable original de la película, Richard Donner, pudo recién estrenar su versión en 2006. Snyder tuvo que esperar menos.

El movimiento virtual siguió su campaña, pero también tuvo un costado oscuro. Sus partidarios fueron denunciados por bullying, acoso y amenazas a los fans de la versión original, y se consideró que este grupo mostraba el costado más tóxico del fanatismo. También se puede hacer una crítica más global: hay una parte del público del cine de superhéroes que necesita darle una pátina de validación a las historias que les gustan, ya sea justificando exploraciones filosóficas o el tono sombrío gratuito de algunas producciones del género, como si no fuera suficiente que en su mayoría son un festival de trompadas, efectos especiales y acrobacias que sirven para pasar un muy buen rato.

La cuestión es que Warner cedió. Aprovechando que tiene que promocionar también su nueva plataforma de streaming, HBO Max, en 2020 anunció que el dichoso Snyder Cut no existía, pero sería creado. Y se gastó sus buenos US$ 70 millones para crear nuevas escenas, efectos especiales, y reclutar de nuevo al elenco.

Esta nueva versión, de cuatro horas y separada en capítulos, se estrena este jueves 18. En Uruguay, a donde HBO Max llegará en junio, se podrá ver a través de NS Now, pagando un extra que permitirá verla libremente en un plazo de 48 horas.

La turbulenta historia del Snyder Cut llega así a su fin, y ahora queda en manos del público interesado decidir si la lucha valió la pena.

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