Opinión > EDITORIAL

Los de uniforme azul

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03 de marzo de 2020 a las 05:01

Luego de pasadas las emociones de un 1° de marzo para enmarcar en las mejores tradiciones republicanas del Uruguay, donde sus partidos políticos, la enorme mayoría de la gente y sus líderes brindaron un ejemplo de convivencia cívica digna de admiración, el presidente arrancó temprano el lunes acompañando la posesión de cargo de su ministro del Interior, Jorge Larrañaga.

El presidente de la República Luis Lacalle Pou inició su primer día hábil de gobierno imprimiendo una impronta y dinámica muy diferente a la de sus últimos antecesores. En sus primeras acciones quedó claro que la seguridad de la población es su prioridad.

Es una clara señal de las prioridades del gobierno entrante que no solo reconoce y admite los problemas de inseguridad que padece la población, sino que en lugar de evadir el tema lo coloca en el tope de la agenda y lo asume como propio.

Lo había prometido una y diez veces durante la campaña electoral: el primer día en el gobierno se pensaba reunir con los 19 jefes departamentales de la Policía Nacional para apoyarlos, emitir señales políticas bien claras y marcar el rumbo y el impulso para el accionar policial de acá en más.

En su discurso, el secretario de Estado se apegó a lo que el presidente prometió durante la campaña y que también se expresó en el programa de gobierno y en el acuerdo programático de los cuatro partidos con los que hizo alianza. El tema de la seguridad pública es una “emergencia nacional”.

“Nos merecemos vivir en paz. (...) Las plazas van a ser de la familia, no van a ser más del brazo gordo o de las patotas. Esto me parece central. Quiero que los uruguayos sepan que la batalla madre es contra el narcotráfico. Ahí está el corazón del mal”, argumentó.

Larrañaga, que lideró la campaña de recolección de firmas denominada Vivir sin Miedo en el 2019 y que no alcanzó por muy pocos votos el porcentaje necesario para reformar la Constitución, obtuvo al ser nombrado ministro por Lacalle Pou la revancha soñada de cualquier político: plasmar con acciones gubernativas los cambios que reclamó.

“Hay que dar la cara, recorrer cada uno de los departamentos, donde muchas veces hay comisarías que son taperas. Y hay que dar resultados, porque eso es lo que pide la gente”, dijo.

El apoyo decidido del presidente a la gestión que inició ayer y la ola de simpatía que genera Larrañaga por sus posiciones firmes y sin rodeos contra la delincuencia ubican al exsenador en un lugar de privilegio al comienzo de este nuevo gobierno nacionalista.

Buena parte del éxito de la gestión de Lacalle Pou se medirá en los logros rápidos de las nuevas políticas públicas impulsadas desde el Ministerio del Interior para combatir la delincuencia y hacer sentir a los uruguayos más seguros en las calles, en las plazas, en sus casas, en el campo y en la ciudad.

Si la población siente que el Estado está a su lado, lo cuida y lo ayuda a ser más libre, el enorme peso de la mochila que carga sobre sus hombros el presidente de la República se alivianará varios kilos y todo el país podrá respirar más tranquilo.

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