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Los múltiples contrastes de la seguridad alimentaria en América Latina

"La seguridad alimentaria y nutricional es una variable fundamental para avanzar hacia el desarrollo económico, social y político de nuestra región"
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05 de septiembre de 2019 a las 21:40

Por Manuel Otero (*), especial para El Observador

América Latina es uno de los mayores productores globales de alimentos, y es responsable por 16% de la exportación mundial de productos agrícolas. Un panorama promisorio que coloca a la región entre los protagonistas de un mundo que deberá aumentar 60% su producción para satisfacer la creciente demanda de alimentos hasta 2050.

Sin embargo, cuando se pone la lupa sobre ese escenario auspicioso, la letra chica de las estadísticas revela grandes contrastes. Por caso, en América Latina y el Caribe cerca de 40 millones de personas se van a dormir cada noche sin haber cubierto sus necesidades mínimas de alimentación. Un 6,1% de los habitantes de la región están subalimentados, y el número creció en 2018 por tercer año consecutivo, principalmente debido a la crisis en Venezuela.

Los casos más extremos empiezan con Bolivia, Guatemala y Nicaragua, naciones donde más del 15% de la población está subalimentada.

A continuación siguen Haití, con 45%, y Venezuela, donde el 80% de los ciudadanos no tienen acceso apropiado a los alimentos.

Otro contraste: tenemos en nuestra América exportadores netos de alimentos como Brasil, Chile y Argentina, países que por cada dólar que pagan para importar alimentos reciben hasta US$ 12,5 por sus ventas externas.

En la vereda de enfrente, naciones del Caribe como Antigua y Barbuda o San Cristóbal y Nieves sólo reciben 0,03 centavos por cada dólar que gastan en comprar bienes en el extranjero.

Siguiendo con la letra chica, llegamos al capítulo de la agricultura familiar, que involucra junto a sus familias a 60 millones de personas en la región y representa 64% del empleo agrícola en el continente.

A pesar de su importancia, los pequeños agricultores, entre ellos jóvenes y mujeres, sufren la falta de acceso pleno a la infraestructura, a la educación y a la tecnología y por esa razón son la variable de ajuste de los procesos productivos.

Por ejemplo, en Centroamérica, más de 60% de los agricultores familiares se encuentran en situación de pobreza, con más de la mitad sin acceso a electricidad, apenas tres años de educación completos y más de una tercera parte es analfabeta.

Las mujeres, además, sufren brechas inaceptables: en el medio rural latinoamericano el 8,4% se encuentra en una situación de inseguridad alimentaria severa, en comparación con 6,9% de los hombres.

 

En resumen, uno de cada cinco habitantes de zonas rurales americanas está subalimentado, padeciendo brechas sociales, productivas y comerciales que crean riesgos sociales y disparidades que urge corregir.

 

Los datos forman parte de un detallado panorama sobre las perspectivas de la seguridad alimentaria en el hemisferio que desde el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) presentamos ante la 49a Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), celebrada en Medellín, Colombia.

La presentación de esta problemática ante la Asamblea General de la OEA es en sí misma un mensaje: necesitamos que el ámbito del Sistema Interamericano sea también el que reciba periódicamente las discusiones sobre los temas de la seguridad alimentaria y nutricional en la región, y el IICA es la institución idónea para plantearlos regularmente.

Información oportuna y con indicadores claros permitirían realizar recomendaciones o generar una mayor toma de conciencia sobre casos en los que es necesario adoptar medidas correctivas en los países.

La misión del IICA es precisamente asistir a gobiernos, agencias especializadas y emprendedores rurales de cada país de América Latina y el Caribe para que saquen provecho de su potencial y produzcan alimentos de forma sustentable. Tras 77 años de trayectoria ininterrumpida, nos especializamos en el desarrollo agropecuario y rural, generando experiencia y capacidades técnicas para ayudar en emergencias, potenciar la producción agropecuaria o asesorar a los países para la consolidación de mercados transparentes, según sea el caso.

 

La seguridad alimentaria y nutricional es una variable fundamental para avanzar hacia el desarrollo económico, social y político de nuestra región. Con hambre no hay educación, ni ciencia, ni desarrollo, ni crecimiento ni empleos.

 

Cuando se producen más y mejores alimentos mejora la calidad de vida, los indicadores macroeconómicos y los ingresos de la sociedad en su conjunto.

Es en América Latina y el Caribe donde todos debemos sumar esfuerzos y asumir las tareas pendientes para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional de nuestros ciudadanos, porque solo así estaremos construyendo un mejor futuro.

 

(*) director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura

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