Secciones
Mercados
Últimas
Clima
Mi abuela Virginia fue una presencia constante en mi vida y la de mis hermanas. Pasábamos los veranos con ella y, cuando se hizo más grande, ya viuda, vivió muchos años en la casa contigua a la nuestra. Era divertida y autoritaria, amorosa y rezongona, tocaba tango en el piano y gritaba “¡Viva la Pepa!”. Era argentina, de ahí su frasecita que a nosotros nos causaba mucha gracia. En algún momento empezó a identificarnos como a sus hijas y a mi madre como su madre. Comenzó un proceso en el que, desde nuestros despreocupados años adolescentes, vimos cómo se iba convirtiendo en la niña que nunca conocimos. Mi madre la cuidó amorosamente y murió viejita y feliz, en su cama, luego de haber conocido a tres de sus siete bisnietos, entre ellos a mi hija.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor? iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Registrate gratis y seguí navegando.
¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.
Pasá de informarte a formar tu opinión.
Suscribite desde US$ 345 / mes
Elegí tu plan
Estás por alcanzar el límite de notas.
Suscribite ahora a
Te quedan 3 notas gratuitas.
Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes
Esta es tu última nota gratuita.
Se parte de desde US$ 345 / mes
Alcanzaste el límite de notas gratuitas.
Elegí tu plan y accedé sin límites.
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá