El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se instalará este lunes en el Palacio presidencial el Planalto, en Brasilia, vandalizado el domingo por una turba de partidarios radicalizados de su antecesor, Jair Bolsonaro, se informó oficialmente.
El mandatario verificó personalmente los destrozos en la sede gubernamental apenas regresó de urgencia a la capital desde Sao Paulo, donde participaba de un acto programado, y desde donde decretó la intervención federal de la seguridad del distrito.
Horas antes las autoridades brasileñas habían retomado el control del palacio presidencial, al igual que del Congreso y de la sede de la corte suprema que los bolsonaristas radicalizados ocuparon durante horas causando serios destrozos. Reclamaban un golpe militar para derrocar a Lula, que el domingo 1° de enero inauguró su tercer mandato.
Lula recorrió primero la sede gubernamental, donde este lunes volverá a instalarse, y luego el edificio del Tribunal Superior de Justicia, vandalizado por la turba, en un episodio condenado mundialmente y que recuerda lo ocurrido el 6 de enero del 20121 en el Capitolio norteamericano.
Medio locales dijeron que los manifestantes no pudieron ingresar al despacho del presidente ya que este se cierra con una puerta blindada, pero en cambio destrozaron las oficinas ocupadas por la primera dama, así como mobiliario, obras de artes y vidrios de la arquitectura modernista.
"Los golpistas que promovieron la destrucción del patrimonio público en Brasilia están siendo identificados y serán castigados", tuiteó el mandatario.
Lula responsabilizó a los "discursos" del expresidente de extrema derecha que habían "estimulado" a los "vándalos fascistas" para llegar a la invasión de las sedes de los tres poderes.
Bolsonaro por su parte condenó la violencia y calificó de “falsas acusaciones, sin fundamentos” a las expresiones de Lula.
La Policía Civil del Distrito Federal (DF) informó que al menos 300 personas fueron detenidas, según reportó la agencia AFP. Algunos de ellos bajaron por la rampa del palacio de Planalto con las manos a la espalda, flanqueados por fuerzas del orden, según imágenes de la cadena de televisión CNN Brasil.
El jefe de Estado ordenó el control federal de las fuerzas del orden locales en Brasilia, donde el desplazado secretario de seguridad Anderson Torres es responsabilizado de organizar una “zona liberada” disminuyendo al mínimo la custodia para que fuera desbordada con facilidad por manifestantes violentos.
El gobernador del distrito de Brasilia, Ibaneis Rocha, aliado de Bolsonaro, pidió disculpas a Lula y calificó a los responsables de "verdaderos vándalos" y "verdaderos terroristas". Otros aliados del expresidente “también se desmarcaron de los hechos”, según AFP.
Pero el juez supremo Alexandre de Moraes apartó anoche a Ibaneis del gobierno del DF por 90 días, algo que el decreto presidencial no había hecho. Moraes también determinó el desalojo y disolución total, en 24 horas, de los campamentos bolsonaristas, una tarea más compleja ya que requiere un franco apoyo de las jefaturas militares.
El presidente estadounidense, Joe Biden, lo resumió en una palabra: "escandaloso". Y su secretario de Estado, Antony Blinken, declaró que "usar la violencia para atacar a las instituciones es inaceptable”. A estos repudios se unieron, entre otros, los mandatarios de Francia, España y de la región.
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