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Markarian: “En Rusia desperdiciamos la mejor oportunidad de ser campeones del mundo desde 1986”

El entrenador habló de su falta de relación con Tabárez, es crítico del periodismo uruguayo y le busca una explicación al hecho de por qué nunca dirigió a la selección aunque tuvo chances; dice que está "bien lejos de los que mandan"
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24 de mayo de 2020 a las 09:33

Ganó varios títulos en Paraguay y Perú, dirigió a esas selecciones y a la de Grecia, pero por estar “alejado de los que mandan”, nunca pudo ser el técnico celeste. Sergio Markarian desgrana su historia en una charla a puro fútbol para Referí. Con 15 años hizo debutar en River a Carlos "Pato" Aguilera y al año siguiente, con la misma edad, pero en Danubio, hizo lo propio con Ruben Sosa. De ambos tiene grandes recuerdos.

Cuando comenzó el coronavirus en Uruguay se desvinculó de Danubio que lo había contratado para esta temporada como director deportivo, para no percibir su sueldo debido a que el club se encuentra en un momento crítico. Sin embargo, sigue en contacto con el presidente Arturo Del Campo y algunos entrenadores.

¿Estuvo haciendo algún trabajo pensando en su labor específica en estos días?

Con Adrián Viera acordamos que a los chicos le íbamos a hacer un panorama de los sistemas tácticos y su funcionamiento. Entonces tuve que preparar un trabajo en el que se analiza cada sistema, se expresan los movimientos fundamentales y las debilidades y las fortalezas del sistema. Y eso requiere una preparación para no dejar grietas en la disertación. También me piden alguna opinión sobre planificación, tengo un discurso muy crítico sobre la eventual utilización muy fácil que hacen los profesionales de este deporte y cuando digo los profesionales, digo los técnicos, periodistas y dirigentes, que hablan de planificación, proceso y proyecto, cuando en realidad hay un cambio de nombre. Cada vez que un entrenador toma un equipo nuevo, hay un proyecto nuevo. Y si se va a los tres meses, llega otro proyecto nuevo y al año también. Y eso no es lo que llamo planificación. La planificación tiene que ver con establecer sobre una línea de tiempo los objetivos que la institución tiene, respaldados por estrategias diferentes. Por ejemplo, una estrategia de carácter económico, otra de conformación de planteles, otra el perfil institucional. No es una receta. No son por un mes o dos, tienen que ser por tres o cuatro años y exceden la presencia de un entrenador. Es algo que alguien hace, para que el club lo conserve e independientemente de quien sea entrenador, lo siga aplicando. El día que eso ocurra en algún equipo del mundo, vas a tener una cosa más o menos coherente. Por ahora, no se ve. Todo lo que se ve son palabreríos. Designar pomposamente proyecto a decir “bueno mi equipo va a jugar de tal manera”, o “voy a formar un plantel con estas características”. Eso no es un proyecto.

“(Para ser técnico de la selección) hice todo lo posible. Menos lobby, menos amistad con el periodismo y los dirigentes”

Es que cuando se habla de un proyecto o proceso, no debería aplicar solo a un entrenador.

La planificación estratégica debiera ser una cosa de los dirigentes y los entrenadores contratados debieran hacerse cargo de cumplir o no con ese plan. No puede ser que cada entrenador tenga su proyecto, porque la que va a sufrir va a ser la institución. Estamos llenos de ejemplos en el que el entrenador trae 10 jugadores para un año y a los seis meses se va y los 10 quedan. Y viene otro y dice, “esto no me sirve. De estos 10, vamos a renovar con cinco”. Y los cinco que quedaron de clavo, ¿qué hacemos? Por eso las planificaciones estratégicas tienen que ser de las instituciones. Que un entrenador ayude a hacerla, oriente, proponga alternativas para que los directivos decidan, está bien. Si un entrenador pierde dos partidos y lo echan, el que venga tiene que seguir con el plan. Nadie lo hace.

Con todo eso y que no se circunscribe al Uruguay, ¿cómo define al fútbol uruguayo?

Tiene altibajos, momentos de lucidez en los que se producen algunas ideas que parecen que orientaran la actividad en algún sentido. En Nacional se dio este año una posición muy clara de priorizar la situación económica del club y bajar radicalmente el presupuesto. Esa es una decisión estratégica muy importante. No lo he seguido a Nacional, no conozco la interna, pero en ese sentido, han hecho un buen trabajo. Deportivamente no le ha ido mal a pesar de haber tomado una decisión que podía haber estado en contra de las cuestiones deportivas. El tema es, ¿qué hay para después? No sé si lo planificaron o no. Puede haber otros equipos que estén en lo mismo, pero no lo veo muy claro. Veo mucho correr para solucionar un problema, ganar un partido, zafar de esta situación. Veo mucho resolver el problema del momento. Capaz que me equivoco. Danubio ha hecho en ese sentido las cosas muy bien, tomando decisiones muy importantes en una situación económica y deportiva muy crítica y encaró el tema como debía.

“No estoy cerca de los que mandan. Al contrario, estoy bien lejos de los que mandan, gracias a Dios”

Desde el punto de vista de la cantidad de jugadores que se colocan en el exterior, ¿se puede decir que el fútbol uruguayo es milagroso?

Es la palabra que hemos encontrado todos para tratar de interpretar de alguna manera lo que ocurre. Hay razones para que así sea. Hay una historia que es la que nos impulsa a todos. Todos los uruguayos que estamos en el fútbol tenemos un compromiso con el pasado, no podemos evitarlo. Es un compromiso de tener que ganar y salir campeón en cualquier lado. Es algo que no tienen los otros países. Los demás países compiten, se conforman con jugar bonito, lindo. Nosotros no. Nosotros jugamos para ganar. Es una característica del fútbol uruguayo. Además, Uruguay tiene la más densa red de fútbol infantil del mundo. No es que en otras partes no haya fútbol infantil, la hay. Lo que pasa es que el cernidor que tiene Uruguay, hace que no se escape ninguno. No hay un jugador bueno, que se escape de hacer un proceso de aproximadamente 17 o 18 años de formación para llegar a Primera división. El fútbol infantil es la base de la fortaleza del fútbol uruguayo. No digo que sea la mejor del mundo, pero para un país con estas posibilidades, Uruguay produce muy bien.

¿Cómo ve a los técnicos uruguayos?

Está atenuándose la influencia de muchos nombres que le dieron mucho prestigio al fútbol uruguayo en el exterior. Desaparecidos don Roque Gastón Máspoli, Luis Cubilla, Raúl Bentancor, el profe De León, por ahí asumimos junto con Pelusso, Comesaña y Fossati una especie de continuidad de todo eso, defendiendo el prestigio del fútbol uruguayo en el exterior y hoy empiezan a aparecer nombres, como Almada, los chicos que están en Ecuador que son varios y muy buenos, más los que están en Uruguay con mucho futuro. Dudo que haya en el mundo una Asociación de Entrenadores que haga más por sus asociados que lo que hace la uruguaya. Todo eso tiene su peso.

“Uruguay perdió a Coito en una decisión equivocada del fútbol uruguayo que no se tomó con la responsabilidad que debió tomarse”

¿A quién ve con futuro?

Martín (García) tiene mucho futuro. Pezzolano también, por nombrar a los más jóvenes. Hay que nombrar a Martín Lasarte y a Coito como el paso intermedio entre los que somos más veteranos y los chicos nuevos. Lo que es evidente es que Uruguay por ahí no va a perder. Seguimos generando buenos jugadores y buenos entrenadores. Ahora, que hay cuestiones organizativas, económicas y estructurales que nos juegan en contra, sí. Toda la vida las hemos tenido. Y cada vez es peor. Pensar en un fútbol sin espectadores… Porque aunque te habiliten a ir, la gente ya perdió la costumbre de ir a la cancha. Esto de sacar la entrada dos días antes por ticket, si no tenés la cédula, la violencia, no podés ir en auto porque te lo roban y te meten la pesada. Todo eso alejó a la familia del fútbol. Han sido errores muy graves de la conducción no solo deportiva sino de la gente encargada de la seguridad ciudadana. Acá hubo un gran compromiso de quienes tuvieron responsabilidad de contención de esa delincuencia, con actores del fútbol que no hicieron nada, que se entregaron a las decisiones de los gobernantes.

¿No hubo autocrítica en el fútbol?

Vamos a reconocer que el fútbol generó algún tipo de autocrítica. El relacionamiento con las barras no está negado, está aceptado. Y eso genera violencia. En ese sentido hay cosas que hacen daño. El hecho de que la televisión enfoque a la tribuna saltando en un partido –y no hablo de quien tiene los derechos, sino del mundo– no le hace bien al fútbol. Porque hacés protagonista a un tipo que va a eso, a ser protagonista. Y el protagonista está dentro de un campo de juego. Lo demás es un marco. Venden. Cada cual tiene su negocio.

Pero se hacen cosas para que eso cambie.

No. Creo que hay cosas instaladas. Tendrán que pasar 100 años para que cambien. Vamos a tener que pasar varios coronavirus para que cambien esas cosas que están muy metidas en la sociedad. La gente se mata por salir en televisión.

¿Tan así?

Estos días de coronavirus, ves un montón de gente, nuevos protagonistas de la pantalla, en todos los países del mundo. Todo el mundo sabe de todo y los periodistas más. Los periodistas saben de enfermedades, de economía, de varios deportes, psicología, conductas, saben todo. Es tan fácil decir, “sobre esto no me atrevo a dar una opinión. Puedo dar una opinión, pero no soy especialista”. Si me preguntás de fútbol, puedo hacerlo. Tengo trayectoria, estudié, trabajé. Si me preguntás de economía, puedo tener una opinión, pero no te puedo dar una clase de economía. Soy muy informado. Si me preguntás de política, también puedo opinar. Pero no puedo dar clase de política. Veo todos los días que todo el mundo da clase de todo. Es más, en las entrevistas veo que hay periodistas que aprietan a un político. Me parece una falta de respeto… Invitás a un tipo a un programa y lo hacés sufrir. La verdad, no entiendo. A mí me ha pasado. Me invitaron a programas en el que te agarra un panel y te quiere exprimir.

“En Rusia, éramos candidatos. No tomarlo así, me parece que no fue bueno”

¿Cómo ve el periodismo deportivo uruguayo?

Oficialista. Apoya al que tiene poder. Lo respeta mucho y le hace bombo. No es un tema de ahora, es de mucho tiempo a esta parte. Los que no lo hacen, se van quedando sin trabajo.

Cortó grueso ahí…

¿Y qué querés que te diga? Es una opinión basada en hechos. Uno generaliza porque vos me preguntás y yo contesto, pero es obvio que no son todos los periodistas.

Volviendo al fútbol, ¿qué papel juega la intensidad?

Siempre jugó, pero hoy es un aspecto cada vez más importante. Es un aspecto a tener en cuenta tanto como el sistema de juego, la táctica o el estilo. Porque la intensidad, acompañada de un buen sistema de juego y de una buena táctica, me puede permitir ganar un partido. Porque hay partidos en que me interesa darle intensidad y otros que no me conviene. Entonces pasa a ser un aspecto importante de las decisiones de carácter táctico que hay que tomar. El fútbol es una sucesión de hechos futbolísticos, de jugadas, en las que cada una influye sobre las siguientes. Tenemos que estar preparados para manejar con jugadores cada vez más inteligentes, con mayor conocimiento del juego y saber reaccionar ante cualquier circunstancia. Y ese es un trabajo del entrenador. Así que la intensidad tiene mucho que ver.

¿Qué diferencias hay entre controlar la pelota y controlar el partido?

El control del partido está asociado a tener la pelota. No digo que tener la pelota sea controlar el partido. Pero básicamente lo que te permite controlar el encuentro, es defender bien. Si defendés bien, tenés la mitad del partido controlado. Ahí empieza otra historia. Y no digo atacar bien, porque si atacás bien y defendés mal, no tenés el paritdo controlado. Ahora, si además de defender bien, tengo la pelota, controlo el encuentro casi totalmente. Entonces, la posesión es un elemento del control del partido, no es el control del partido. Pero es difícil decir, “el partido está controlado”, si defendés mal. Si ves a Uruguay, por ejemplo, y crea cuatro situaciones de gol y en defensa se erra a los cierres, nos pegan cuatro pelotas en los palos y Muslera saca cuatro pelotas de gol, ¿dirías que está controlando el partido? No. Lo controlás si defendés bien y cuando atacás, lastimás. Aunque la posesión esté por debajo del 50%. Ahora, si además de todo eso, la posesión está por encima del 50%, tenés todo. La posesión no es un objetivo, es un medio para el control del partido.

“El periodismo deportivo uruguayo es oficialista. Apoya al que tiene poder. Lo respeta mucho y le hace bombo. No es un tema de ahora, es de mucho tiempo a esta parte. Los que no lo hacen, se van quedando sin trabajo”

Recién habló de Uruguay, ¿qué le parece la selección hoy?

Es una de las mejores selecciones del mundo.

¿Cómo la vio en el Mundial de Rusia 2018?

Desperdiciamos la más linda oportunidad de ser campeones que debemos haber tenido desde 1986. En 1986, teníamos equipo para ser campeones del mundo y en 2018, teníamos equipo y relación de fuerzas con el resto del mundo como pocas veces hemos tenido. Pocas veces llegamos a un Mundial entre los seis mejores del mundo y pocas veces a cuartos de final habiendo solo dos candidatos: quedaban Uruguay y Francia y Uruguay no fue campeón. Si me conformo con eso, cometo un error.

¿Por qué piensa que se desaprovechó esa oportunidad?

No quiero meterme en ese terreno porque voy a ser muy duro y no quiero serlo.

Le reformulo la pregunta. ¿Suárez y Cavani fueron desaprovechados?

Vamos a hacer la cuenta diferente. Uruguay llegó al Mundial con cinco jugadores entre los 10 mejores del mundo en sus puestos: Suárez, Cavani, Godín, Giménez, Cáceres, capaz que puedo agregar a Muslera. Los seis candidatos a ganar el Mundial eran Alemania, España, Francia, Brasil, Argentina y Uruguay. En esa relación de cuántos jugadores tenías entre los mejores del mundo, Uruguay estaba mejor que Argentina, casi en igualdad con Francia, por debajo de Brasil y muy cercano al poderío de Alemania y España. Éramos candidatos. No tomarlo así, me parece que no fue bueno. Y cuando de esos seis, se quedaron cuatro, España, Brasil, Argentina y Alemania, el camino estaba libre, hermano. Y cuando yo digo que los periodistas son oficialistas, es que de lo que estoy diciendo, no se dio cuenta nadie. ¿Por qué no se expresó eso? Había que reclamar. Todo el mundo en Uruguay dio muestras de aprobación cuando terminó el Mundial.

¿Cómo ve a Tabárez como técnico?

No voy a hablar de él.

Pero en algún momento usted trató de acercarse, ¿verdad?

Muchos años. No tengo relación, simplemente. No estoy peleado. Tampoco me arrimé tanto.

“Vamos a tener que pasar varios coronavirus para que cambien esas cosas de violencia que están muy metidas en la sociedad. La gente se mata por salir en televisión”

Su sucesor, ¿tendría que elegirlo él?

¿Y a vos qué te parece? Son temas muy difíciles. Cuando los que tienen que ejercer el poder, no lo ejercen, la organización informal, toma decisiones. Uruguay perdió a Coito en una decisión equivocada del fútbol uruguayo que no se tomó con la responsabilidad que debió tomarse. Entonces, ¿qué te puedo decir? No sé cómo funciona. No estoy cerca de los que mandan. Al contrario, estoy bien lejos de los que mandan, gracias a Dios.

Usted no jugó profesionalmente, pero cosechó títulos en varios países del mundo y muchos dicen que para ser buen técnico, se debe haber sido jugador.

Jugar al fútbol es un arte. El futbolista es un artista y aquel que jugó al fútbol medianamente bien, y además logró interpretar el juego, si se prepara convenientemente, sin duda, tiene una gran ventaja para ser entrenador. Muchas más ventajas que quien no ha jugado. Siempre le di la derecha. En mis primeros tiempos me comparaban con la trayectoria de Luis Cubilla. Él jugó en los equipos más importantes del mundo, en la selección, fue campeón de América y del mundo, y además, era un gran entrenador. Ahora, eso no invalida que yo, modestamente, hice algunas cosas. Más o menos bien me ha ido. Pero reconozco que quien ha jugado en el mejor nivel, tiene sus ventajas.

Y usted siempre fue técnico sin representante.

Eso jugó a favor en muchos momentos y en contra en otros. Tuve que vencer mucho prejuicio. Hoy, trabajar sin representante es casi imposible. Porque hoy alrededor de los entrenadores hay organizaciones que se componen de financistas, representantes, abogados, periodistas que hacen coro, dirigentes que respaldan, tipos que hacen lobby. Hablo de los más importantes del mundo. Son verdaderas organizaciones. ¡Y hay jugadores que lo tienen! ¡Ojo! Tipos que le manejan las redes. De todo.

“Los demás países compiten, se conforman con jugar bonito, lindo. Nosotros no. Nosotros jugamos para ganar. Es una característica del fútbol uruguayo”

¿Cómo define el éxito?

El éxito es tener la tranquilidad de haber hecho todo lo posible por alcanzar el objetivo. Si se alcanzó, lo festejás. La mayor alegría pasa por haber hecho lo que te propusiste, y si no lo alcanzás, pasa por entender que esto es un juego en el que a veces te toca perder y a veces el único éxito no es salir campeón. Ionikos fue mi primer equipo en Grecia. Un club chico que nunca había subido del décimo puesto en Primera, más que nada jugaba en la Segunda y Tercera, del barrio de Nikia que quiere decir “Victoria” porque allí fue donde los griegos hicieron la resistencia de la invasión de los nazis, chiquito, de gente muy combativa. Yo intentaba ser campeón como en todos lados: lo transmití en la selección paraguaya sub 23 que fue campeona, en Olimpia, en Cerro Porteño, en Universitario, en Cristal. Y ahí dije lo mismo y los jugadores me miraron raro. Pero ese equipo de Ionikos, se clasificó a las copas europeas. No salí campeón. Ahora, ¿hubo éxito? No tengas dudas que hubo éxito. El pueblo entero invitado por el alcalde comiendo cordero asado en la plaza. Si eso no es éxito, bueno... Pero sobre todo, la tranquilidad de haber hecho bien el trabajo, de haber dejado todo. Es increíble. Fue tan importante que cuando me tocó dirigir a la selección de Grecia en 2015, no tenía el carné de UEFA Pro. Tuve que hacer un curso UEFA. Cuando se jugaba el primer partido, todavía no tenía el carné para entrar a la cancha. La Federación griega le pidió a la UEFA una autorización especial para que pudiera ingresar. Y la UEFA me autorizó por el antecedente que tenía por haber clasificado a Ionikos a las copas europeas. O sea, consideraban aquello una hazaña tan grande, que eso me daba crédito para poder entrar a la cancha. Después sí me dieron ese carné que lo muestro con orgullo porque no es fácil tenerlo.

Usted dirigió a las selecciones de Paraguay, Perú y Grecia y no pudo hacerlo con Uruguay. ¿Qué siente?

Lo tomo con pena. Sé que di todos los pasos necesarios para tener el reconocimiento que me permitiera llegar. Cuando empecé a trabajar, mi objetivo fue la selección. Fui técnico porque quise dirigir a la selección. En enero de 1982 me llamó un neutral de la AUF que estaba por Nacional, Da Prá, y me ofreció a la selección. “¿Dónde hay que firmar?”, le dije. Pero a los pocos días eligieron a Borrás que estuvo cuatro años. Me di cuenta que para tener el reconocimiento que me permitiera dirigir a la selección, había que irse fuera del país, hacerse de un nombre, pero con irte fuera del país no alcanzaba, había que ser campeón. Y salí campeón dos veces con Olimpia, tres con Cerro Porteño, con la selección paraguaya sub 23 del Preolímpico, metimos a Paraguay entre los mejores ocho del Mundial. Creí que ya estaba preparado para ser técnico de Uruguay. Pero fueron pasando las distintas candidaturas mías con colegas que tenían todos los méritos para ser entrenadores. Cada uno de los que me ganó, eran enormes técnicos. Hice todo lo posible. Menos lobby, menos amistad con el periodismo y los dirigentes, todo lo demás, lo hice. Méritos para que me tuvieran en cuenta.

¿Le quedaron rencores?

No tengo rencores. En 1994 me vine porque me llamó el neutral Inzaurralde para decirme que si en junio estaba en Montevideo, iba a ser el técnico de la selección. Y dejé todo y me vine. Y designaron a (Héctor) Núñez. ¿Y yo qué podía decir? Primero que era amigo mío. Caminábamos por la rambla todos los días. Me alegré de que un amigo tuviera esa oportunidad. Y me quedé afuera de nuevo y volví al exterior, y así ha sido siempre. Me han ganado entrenadores con más trayectoria que yo. Cuando nombraron a Tabárez, yo sé que era candidato. Pero él tenía más trayectoria que yo y lo tengo que reconocer. Hice todo lo posible. Es más, estaba trabajando para el Estado uruguayo en el fútbol infantil (en ONFI) gratis. No gratis, poniendo plata. Y (Gustavo) Poyet sabe bien esa historia porque era el presidente. Para respaldar el proyecto que yo tenía, los sueldos de los entrenadores, profesores, médicos, los pagaba yo. Después, cuando el Estado uruguayo le pasó unos recursos, Poyet me devolvió la plata.

“El hecho de que la televisión enfoque a la tribuna saltando en un partido –y no hablo de quien tiene los derechos, sino del mundo– no le hace bien al fútbol. Porque hacés protagonista a un tipo que va a eso, a ser protagonista. Y el protagonista está dentro de un campo de juego. Lo demás es un marco”

Alguna vez lo escuché decir que la política también jugó su partido para que usted no pudiera ser técnico de la selección.

Lo he dicho y me lo he reprochado a mí mismo porque no lo puedo demostrar. Pero sí, tengo serias sospechas de que sí. Vamos a ser claros. No fui amigo de los militares cuando influían, no fui amigo de Paco (Casal) cuando influía, no fui amigo de los blancos, los colorados ni los del Frente, cuando influían. ¿Qué más querés que te diga? No digo que los colegas sí hacían algo. Pero que los militares, Paco y algún presidente de la República tuvo que ver con que no me nombraran, de eso no tengas dudas.

¿Alguna vez lo habló con Casal?

Sí, un día nos encontramos con Paco porque estaba molesto porque me había escuchado decir que yo no era amigo del poder. Y él se creía que yo lo decía solo por él. Le expliqué que era por todos y me dio la razón. “Lamento mucho que te enojes, pero lo que estoy diciendo es la verdad”, le dije. Y me dio la razón.

¿En qué se equivocó?

Es muy larga la lista de errores que cometí (la esposa grita desde cerca, ‘muy pocos’). Uno trata de ser transparente, defender la verdad y la justicia y a veces, cometés injusticias y eso te duele, te arrepentís de haber actuado mal en cierta circunstancia. He tenido muy mala relación con la prensa. Si me preguntás si me arrepiento, claro que me arrepiento, si me jugó en contra. Razones tenía para enojarme, pero fue un error mío. Y me equivoqué muchas veces. En el fútbol es muy fácil enojarse cuando las cosas no salen como vos pretendés. Si creés que no te equivocaste, no mejorás nunca. Y yo hasta hoy sigo estudiando.

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