"Perdoná el atrevimiento, ¿pero nos podés sacar una foto?", le dice una señora a Daniel Martínez. Del otro lado de la mesa, en el bar De Vida de Paso Molino, está el expresidente José Mujica, así que el candidato del Frente Amplio no puede más que agarrar el celular y capturar las caras sonrientes.
Después, a pedido de la señora, los roles se invierten. El líder del MPP agarra el iPhone por los costados y aprieta la pantalla.
Las caras salen cortadas, pero nada le empaña la alegría. "El domingo sos presidente", le dice a Martínez antes de despedirlo.
A dos días de la elección, y en la tranquilidad de la veda, Martínez y Mujica se juntaron a compartir un almuerzo y a hablar de lo que se vendrá a partir del momento en que se abran las urnas. Uno tomó vino tinto y el otro blanco, uno pidió café y el otro un té, pero ambos coincidieron en que el Frente Amplio está en perfectas condiciones de celebrar una nueva victoria. Mujica le dijo que en sus actos y giras por el interior había notado el crecimiento que evidencian las encuestas.
Cuando ya iban por la sobremesa, y los pedidos de selfies se acumulaban, llegó al bar el secretario general de la Intendencia de Montevideo Fernando Nopitsch, hombre de confianza de Martínez y uno de sus principales nexos con el expresidente.
"El viejo siempre viene acá. Cuando fue presidente no se olvidó de nosotros y siguió viniendo", acotaba un hombre desde el mostrador. Un parroquiano auguró un 54% para el domingo; le dijeron que capaz estaba siendo muy optimista.
A la salida, Martínez fue abordado por una militante nacionalista que repartía listas de la 404 en la esquina de Agraciada y Salvo. "Estás a tiempo de cambiar", le dijo en tono de broma al candidato. Martínez sonrió, le dio la mano y, señalándose la piel, dijo que bajo su camisa llevaba los colores rojo, azul y blanco. Se despidieron a los abrazos y con un unísono "viva la democracia".
"Estuve bien, ¿no?", preguntó la militante, antes de repetir lo mismo con Mujica.
Mientras se alejaba del bar, un grupo de jóvenes con remeras de Nacional gritaron que el Pepe era "lo más grande de Uruguay". Un transeúnte frenó su bicicleta, la desparramó por la vereda, y suplicó una foto. Otro hombre, recostado contra una pared, reprochaba tanto elogio al expresidente, que se fue con la panza llena a "repartir algunas listas".
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