Costó pero llegó. Ese momento al que se refieren los jugadores cuando dicen que el ‘fútbol son momentos’ lo está viviendo en este Apertura el delantero Maximiliano Pérez Azambuya, quien con siete tantos es el goleador de Boston River y uno de los artilleros del torneo.
El delantero formado en Defensor Sporting, club al que pertenece su ficha, decidió cambiar de aires en 2017 al no tener los minutos necesarios.
Además, una serie de lesiones musculares lo perseguían y no lo dejaban tener continuidad pero este año, tras una serie de estudios clínicos, los preparadores físicos del cuerpo técnico que encabeza Gastón Machado dieron con la tecla y le confeccionaron un plan de trabajo específico que le ha permitido jugar con normalidad y responder con goles, como los dos ante Wanderers en la fecha anterior o el de este fin de semana ante Racing.
“(Bruno) Lucas hace una buena jugada por la derecha, queda mano a mano, define y la pelota pega en el golero, sale para arriba y sin pensarlo fuimos tres a disputarla y por suerte entró”, contó a Referí al detallar su gol. “Cuando cabeceo, pega en un jugador, agarra como una rosca y el sintético que la hace picar diferente, hace como que no quiere entrar y por suerte entró”.
Cuando menciona el sintético se refiere a la superficie del campo de juego donde este año es local Boston River, en el Complejo de Rentistas. “Es un piso complicado”, señaló. “Si lo mojan bien es una cancha muy linda porque es rápida, pica y va la pelota, es rápida. “Pero si está seco se frena mucho la pelota, el piso es más duro. Y a la larga empiezan las nanas, los dolores en la espalda, los gemelos. Yo sinceramente prefiero el pasto, cancha normal”, agregó.
El delantero de 23 años indicó que los jugadores “con un poco más de años” sienten el efecto del piso. “Yo el otro día me cargué los gemelos y tuve que pedir el cambio después del gol porque creo que la cancha, el piso duro, los saltos y tantos impactos, te termina sobrecargando”, comentó.
Pero considera que adaptarse a jugar en esa superficie les da ventaja ante rivales que no están acostumbrados. “Ni hablar. Ahora sí”, explicó. “Es una ventaja entrenar todos los días y te das cuenta cuando vienen otros equipos y a dos metros erran un pase o van a buscar una pelota y no saben el pique. En ese sentido, sacamos bastante ventaja”, dijo, sincero.
Nacido en Lagomar, donde hasta el día de hoy reside, Maxi comenzó su carrera en el baby fútbol de Santa Ana, de ciudad de la Costa. Luego, se fue City Park cuando calcula que tenía siete años.
El padre de Guille, un compañero, los llevó a Defensor Sporting a él y a su primo. “Con 11 años empezamos la escuelita en el Comando, frente al Canal 5, con el viejo Santos, el viejo y querido Santos”, recordó. “Ahí empecé mi carrera como jugador. Estuve hasta los 20 en Defensor. No estaba teniendo los minutos y salió la posibilidad de salir a préstamos. Yo venía de tener muchas lesiones y no me estaba yendo bien”, agregó.
En su etapa como juvenil también jugó en las inferiores de Uruguay. Fue uno de los tres mayores, junto a Gastón Guruceaga y Agustín Barán, que se sumaron a una sub 15 que viajó a Francia. Y luego formó parte de la sub 20.
“De Defensor estaban Facundo Castro, el Zorrito (Suárez), Mauro Arambarri, Mauricio Lemos”, señaló. “Y conocidos (Gastón) Pereiro, la Chinita Báez, creo que Erick (Cabaco), (Guillermo) Cotugno, Franco Acosta, teníamos un gran equipo, unos animales”.
En la Primera de los violetas entrenó con Fernando Curuchet, Juan Tejera, Mauricio Larriera y un poco tiempo con Eduardo Acevedo, hasta que pasó a Boston River.
“No estaba teniendo los minutos y salió la posibilidad de salir a préstamo. Yo venía de tener muchas lesiones y no me estaba yendo bien”, recordó.
Con su representante, Tito Sierra, quien está vinculado a Boston River, decidieron que era momento de cambiar de aire y si bien a Defensor no les gustó la idea, luego terminaron entendiéndola.
“Y llegué a Boston cuando estaba en su segundo año en la A, con un equipazo., un plantel de puta madre para mí. Ese año no jugué mucho pero hice tres goles, estaba haciendo mis primeras armas”, señaló. “Al otro año casi que no jugué, por el tema de las lesiones, y también con algunos temitas con el Turco, que es muy especial”.
En este 2018 comenzó la era Gastón Machado y tuvo una nueva oportunidad. “El profe me hizo trabajar aparte para que no tenga lesiones y creo que este año lo arranqué con el pie derecho, sin lesiones y con goles”, comentó.
Además de entrenar, Maxi va a un gimnasio para hacer el plan que le crearon para estar tonificado y no sufrir lesiones, el cual cumple a rajatabla. También aspira a estudiar algún idioma este año para estar preparado en caso de que surja el esperado pase al exterior.
“El fútbol son momentos, los jugadores lo saben y creo que ahora me está tocando”, dijo el goleador de Boston River.
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