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Nuestro petróleo
Por Guillermo Franchi, vocero de Un Solo Uruguay, especial para El Observador
¿Qué pensaría usted si Uruguay tuviese más petróleo que Arabia y no lo explotara? O peor aún, ¿qué pensaría si lo viera perderse sin aprovecharlo?
Nuestro país no tiene cobre, ni litio, ni gas, ni petróleo, aunque (Tabaré) Vázquez soñara cómo gastar los petrodólares.
Pero tenemos en abundancia, aunque en los últimos años ya no tan bien distribuida estacionalmente, agua, mucha agua, mayoritariamente gratis, cae de arriba, riega campos y cultivos y corre hasta perderse en el océano la mayor parte.
A pocos días de celebrarse nuevamente el Día Mundial del Agua, es oportuno volver a insistir en el tema, incorporado en los planteos de #USU debidamente entregados a las autoridades de turno como parte de mitigar los efectos de las sequías.
Además, fue el tema central del mensaje del movimiento este 23 de enero próximo pasado, mensaje que recomiendo leer y analizar.
¿Cuánto le cuesta al país cada sequía? ¿Cuánta reducción de fletes, servicios, ventas de insumos, venta de productos? ¿Cuántos jornales y puestos de trabajo se pierden, o no se sustentan o no se generan? ¿Cuánto menos recauda el Estado a causa de toda esa reducción de actividad económica?
Hay una infinidad de actividades que dependen directa e indirectamente del sector agropecuario que paran y hasta cierran ante cada una de estas situaciones climáticas cada vez más frecuentes y severas.
En un suplemento agropecuario, no creo necesario ahondar en sólo sacar la cuenta cuánto menos grano o cuántos terneros menos causa el no disponer de agua en los momentos de déficit.
De los proyectos de inversión del sector presentados ante la Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones (Comap) más del 70% son vinculados a la utilización y manejo del recurso agua. Sin dudas hay interés, pero como en casi todo en este país, los costos de obras y equipos, pero sobre todo los operativos son determinantes y limitantes.
Notamos la necesidad de ampliar la promoción a la inversión particular de cada empresa, sin importar su escala.
¿No será hora de ponerle fin a la histórica lógica de que se pierda en invierno el agua que sobra y que parte de ella es la que siempre falta en primavera y verano?
Una política de desarrollo nacional vinculada al manejo del agua y a la capacidad de implementar riego para la producción permitiría aumentar significativamente la captura de carbono por parte de pasturas y cultivos, impulsando exponencialmente la producción de materia prima, generando una mayor actividad comercial e industrial, mayor y más estable contratación de mano de obra, mayor actividad portuaria y de servicios y mayores exportaciones.
Todo ese incremento con un balance negativo en la emisión de carbono y mostrarle al mundo como producir más de forma sustentable.
Una política de Estado diseñada en el uso de nuestro principal recurso, pensada para las actuales y próximas generaciones solo puede generar bienestar, muchos más y mejores trabajos, más posibilidades de desarrollo personal y familiar.
El aprovechamiento de este recurso involucra a toda la sociedad y no sólo al sector agropecuario, el momento para avanzar es ahora, cuando sobra.
Discutamos el Uruguay que nos hemos negado y desarrollemos en el aprovechamiento de nuestros propios recursos naturales el Uruguay que nos merecemos.
Aquí es donde vemos la consideración de una urgente discusión.
