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5 de junio 2023 - 5:02hs

Nueva York, la ciudad que nunca duerme, tiene otro motivo para desvelarse. La metrópoli más famosa de Estados Unidos se está hundiendo gradualmente, en parte, por el peso de los rascacielos que le dieron fama a la Gran Manzana, la también llamada “jungla de concreto”.

El descenso de la metrópoli de unos 9 millones de habitantes hace que sea cada vez más vulnerable al aumento del nivel del mar y a las inundaciones costeras causadas por el cambio climático, indicaron los autores de un artículo publicado en la revista científica Earth's Future.

Los geólogos, que se propusieron analizar cómo la vasta infraestructura impacta en su hundimiento, concluyeron que la capital financiera, comercial y cultural estadounidense se hunde dos milímetros cada año por el peso de más de un millón de edificaciones, estimado en 762 billones de kilogramos de presión descendente.

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Se trata de una masa equivalente a casi dos millones de aviones Boeing 747 con carga completa de combustible y pasajeros. Un peso que en algunas áreas, en donde las construcciones están asentadas sobre rocas blandas y rellenos artificiales, provoca un hundimiento que alcanza los 4,5 milímetros por año, según el estudio.

Las  crónicas refieren que el 27 de septiembre de 1889, los trabajadores dieron los últimos retoques al edificio Tower. Una construcción de 11 pisos que, gracias a su esqueleto de acero, se considera el primer rascacielos de la ciudad. Hoy, el edificio no existe. Fue demolido en 1914, pero su construcción marcó el comienzo de una fiebre inmobiliaria que no se detiene.

El estudio, del que participaron especialistas del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), advierte que el peso total es superior al calculado. La razón: la estimación, que abarca los edificios construidos en los 777 kilómetros cuadrados que conforman Nueva York, solo incluye las toneladas de concreto, vidrio y acero. No la también prodigiosa carga en accesorios, muebles y equipos. Tampoco la infraestructura de transporte.

Sin embargo, construir menos rascacielos no resolverá el problema, según Tom Parsons, el geólogo que lideró el equipo de investigación. "La causa principal del hundimiento de Nueva York, y a lo largo de la mayor parte de la Costa Este, es tectónica y no puede detenerse", dice el experto del USGS.

El hundimiento, según las proyecciones, exacerbará el impacto del aumento del nivel del mar causado por las temperaturas cada vez más cálidas y por el derretimiento de las capas de hielo en el mundo. Según el consenso, los niveles del agua alrededor de Nueva York son en casi 23 centímetros más altos que los registrados en 1950 y las autoridades de la metrópoli predicen que podrían aumentar hasta 76 centímetros para 2050.

Con el objetivo de mitigar los riesgos, el estado de Nueva York está destinando miles de millones de dólares para construir diques, elevar carreteras y mejorar los drenajes. Iniciativas que, no obstante, no impiden que las zonas más bajas ya estén sintiendo el efecto devastador de las inundaciones causadas por tormentas, como el huracán Sandy, que en 20212 mató a 40 neoyorquinos, destruyó 300 viviendas y dejó a decenas de miles de personas sin electricidad; o el huracán Ida de 2021, que dejó decenas de muertos, muchos de ellos ahogados.

Parsons afirma que es imposible decir cuándo algunos lugares de Nueva York estarán bajo el agua, pero aseguró que sucederá. "Es muy difícil predecir incluso un tiempo aproximado porque mientras el hundimiento de la ciudad es relativamente estable, los pronósticos del aumento del nivel del mar son inciertos y dependen de las futuras tasas de emisiones de gases de efecto invernadero", explica el geólogo.

Según Parsons, del Centro de Estudios Costeros y Merinos del USGS, con sede en California, al haberse liberado del peso de las capas de hielo, algunas áreas en la costa este del país se han expandido, mientras que otras partes del litoral, incluida la zona en la que se encuentra Nueva York, parecen estar asentándose. "Esa relajación causa el hundimiento", explica Parsons.

Según los expertos, el caso de Nueva York no es único. Se trata de un fenómeno global. La Gran Manzana es representativa de otras ciudades costeras de Estados Unidos y el mundo, que tienen poblaciones en crecimiento debido a la migración y experimentan una acelerada urbanización. En el caso de la superpoblada Yakarta, la capital de Indonesia, que se hunde a un ritmo alarmante por la excesiva extracción de agua subterránea.

"En algunas ciudades, estamos viendo hundimientos de unos pocos centímetros al año", dice Steven D'Hondt, profesor de Oceanografía en la Universidad de Rhode Island, en Narragansett. En el caso de Nueva York, la ciudad se hunde mucho más rápido de lo que los niveles del mar están subiendo para encontrarse con ella.

Además de ser coautor del estudio sobre Nueva York, D'Hondt es uno de los tres autores de un estudio de 2022 que utilizó imágenes satelitales para medir las tasas de hundimiento en 99 ciudades costeras. "Si el hundimiento continúa a tasas recientes, estas ciudades se enfrentarán a inundaciones graves mucho antes de lo esperado", escribieron D'Hondt y sus colegas Pei-Chin Wu y Matt Wei, ambos de la Universidad de Rhode Island.

El fenómeno registra una especial intensidad en el sudeste asiático. Los especialistas ponen el ejemplo de Yakarta, que se están hundiendo entre dos y cinco centímetros por año, lo que ha obligado a las autoridades a poner en marcha un vasto plan para relocalizar la capital del país a unos 2.000 kilómetros de su actual emplazamiento.

Además de Yakarta, otras ciudades, como Manila en Filipinas, Chittagong en Bangladesh, Karachi en Pakistán y Tianjin en China, ya están sufriendo daños en sus infraestructuras e inundaciones frecuentes. Lo mismo ocurre, aunque no está en la costa, con la Ciudad de México, que se hunde a un ritmo de 50 centímetros al año debido a que los españoles en tiempos de la conquista drenaron los acuíferos subyacentes.

Las proyecciones en el caso de la antigua capital azteca son alarmantes. Las investigaciones sugieren que podrían pasar 150 años, es decir un hundimiento adicional de 30 metros, antes que el suele deje de ceder. El estudio realizado por D'Hondt y sus colegas agrega, por ejemplo, que una gran parte de Semarang, también en Indonesia, se hunde entre dos y tres centímetros todos los años, y que un área significativa en el norte de la bahía de Tampa, en el estado de Florida, lo hace a razón de 6 milímetros al año.

Los especialistas advierten que el hundimiento de las ciudades puede acelerarse no solo por la carga de la infraestructura en general y la extracción de aguas subterráneas. También por la extracción de petróleo y gas. La contribución relativa de cada uno de estos fenómenos, explica Wei, "varía de un lugar a otro, lo que dificulta la comprensión y el abordaje del hundimiento costero".

El fenómeno es en alguna medida silencioso. La suba en el nivel del agua causa daños mucho antes que las barreras de inundación se empiecen a romper. Los sistemas subterráneos son los primeros en registrar afectaciones. Los primeros efectos de un aumento relativo del nivel del mar, señala D'Hondt, ocurren por debajo de la superficie.

"Hay líneas de servicios públicos enterradas, infraestructura enterrada, cimientos de edificios enterrados, y luego, el agua marina comienza a interactuar con esos elementos mucho antes de que se vean sobre la superficie. A medida que esto sucede, las tormentas llevan agua cada vez más dentro de las ciudades”, advierte D’Hont.

Las soluciones varían según las causas. Un enfoque obvio, aunque con sus propios problemas, es detener la construcción. “El asentamiento del suelo debajo de los edificios generalmente se completa uno o dos años después de la construcción. Aunque gran parte de Nueva York tiene una base rocosa de esquisto, mármol y gneis, estas rocas tienen un grado de elasticidad y fracturas que contribuyen en parte al hundimiento”, precisa el experto.

El suelo rico en arcilla y los materiales de relleno artificial que son particularmente frecuentes en el bajo Manhattan pueden causar algunas de las mayores tasas hundimiento, señalan Parsons y sus colegas. En ese contexto, las obras para enfrentar la suba del agua, que requieren de grandes inversiones para instalarlas y mantenerlas, muchas veces terminan siendo arcaicas.

Según los geólogos, asegurarse que los edificios nuevos y más grandes se ubiquen sobre el lecho rocoso más sólido podría ayudar. Otra solución, al menos para algunos lugares, sería reducir la explotación de los acuíferos subterráneos, alternativa que choca con el aumento de la urbanización, que incrementará la cantidad de agua extraída y se combinará con una mayor construcción para enfrentar el crecimiento de la población.

Hasta ahora, el método más común para combatir la situación son los engorrosos programas que implican la construcción y manutención de defensas y drenajes, como en el caso de Tokio, que suma inmensos complejos para almacenar el agua y así proteger a la ciudad de inundaciones catastróficas, al tiempo que implementa ejercicios de evacuación y un sistema de alertas tempranas.

A veces, sin embargo, son los propios residentes los que toman medidas, como en Yakarta y Manila, ciudades en las que los residentes de algunas zonas debieron elevar los pisos de sus viviendas, mover electrodomésticos y construir puentes improvisados entre casas en áreas pantanosas.

Según los ingenieros, es posible que veamos soluciones innovadoras a medida que las aguas suban. En 2019, la ONU celebró una mesa redonda sobre ciudades flotantes, que podrían adoptar la forma de pontones. Sin embargo, lo esencial, es detener el cambio climático eliminando las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que evitaría o al menos retrasaría la fusión de los casquetes glaciares, frenando así el aumento del nivel del mar.

"Creo que los gobiernos deben preocuparse", dice D'Hondt. "Si no quieren tener grandes pérdidas de infraestructura y capacidad económica en unas pocas décadas, deben comenzar a planificar desde ahora mismo", advierte. Hoy, la escala de la infraestructura global es tan vasta que la masa de objetos creados por el ser humano supera largamente la biomasa viva de todo el planeta.

(Con información de AFP)

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