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"Parece Sinaloa": el miedo en el barrio Peñarol ante el alza de homicidios
Alrededor de las cinco de la mañana de este miércoles, Sandra se despertó con la sensación de que en la calle había un movimiento inusual, pero apenas un instante le bastó para aplacar su curiosidad. Escuchó algunos gritos y enseguida se dio cuenta de que provenían de un terreno cercano, lleno de pastizales, donde un grupo de bomberos había encontrado un cuerpo calcinado dentro de una estructura de hormigón deteriorada mientras combatía un pequeño incendio.
La sorpresa siguió más tarde cuando la mujer se enteró de que el cadáver encontrado a pocos metros de su casa, en el barrio Peñarol, había sido descuartizado. “Nunca pensé que podía ser algo tan macabro”, contó a El Observador, afligida por la seguidilla de crímenes que fustiga la zona con cinco homicidios en las últimas 72 horas y 10 desde que comenzó 2022.
Esa escalada de violencia, sin embargo, contrastaba con el exiguo trasiego y el sigilo de los vecinos que caminaban este miércoles en la tarde sobre el cruce de Luis Pasteur y Terencio, donde ocurrió uno de los últimos asesinatos. En el barrio, el asunto fue el tema de conversación en los quioscos, los almacenes y los grupos de WhatsApp compartidos por las personas que viven en el lugar.
La excepción, quizás, era la dueña de una veterinaria de la zona que reconoció no estar al corriente de las noticias por “las cosas espantosas que suceden” habitualmente. “Si estás muy al tanto no salís de tu casa”, contó la mujer que se enteró de los asesinatos por la llamada que un familiar le hizo a una clienta mientras atendía a su mascota: “¿Estás bien?”, le consultaron. “Sí”, le respondieron, pero con una observación: “El barrio está complicado”.
Las autoridades policiales aseguraron que los homicidios están vinculados entre sí y que se originan en la disputa del territorio por parte de distintos grupos de narcotraficantes. Esa hipótesis se repite en las conversaciones de los que viven y trabajan allí. A cinco meses del arranque del 2022, las cifras de homicidios en Peñarol está en los niveles que registró esa zona en todo 2021, cuando hubo la misma cantidad de asesinatos en todo el año. En 2020 se registraron seis y en 2019, 15.
Los números en sostenido ascenso coinciden con la percepción de los vecinos. “Nunca habíamos visto lo que estamos viviendo”, dijo Gabriela, la dueña de otro comercio de la zona que apenas comenzó a hablar con El Observador y detrás de una reja, realizó muecas de decepción y desconsuelo respecto a cómo cambió la realidad del barrio en el que creció. “Esto ahora parece Sinaloa”, dijo la mujer en alusión al estado mexicano sacudido una y otra vez por los asesinatos vinculados con el narcotráfico.
Pero la tónica de la violencia también la ven los que recién llegaron a ese lugar. “Es impresionante el cambio desde que llegué”, contó Tatiana, mientras que Mauro dijo que en los últimos tiempos se observa la definición explícita de “limpiar el barrio”. Sus nombres son en realidad ficticios y eso es parte del miedo y la sensación de inseguridad que circunda entre los vecinos del lugar, temerosos de represalias en un lugar donde todos se conocen con todos. "Era una zona tranquila, pero ahora parece tierra de nadie", indicó una de ellas. Todo empeoró, coinciden, en el último año.
El alza en el número de homicidios a nivel nacional –que llamaron la atención, además, por su grado de crudeza– motivó una reunión de urgencia entre el presidente Luis Lacalle Pou y el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, que se realizó en la tarde de este miércoles en Casa de Gobierno. El secretario de Estado aseguró a la salida de Torre Ejecutiva que la policía dará batalla para combatir esta situación: "La misma que venimos dando con éxito, vamos a redoblar los esfuerzos porque esto es parte del enfrentamiento, la destrucción que el narcotráfico está haciendo", indicó.
Escasa presencia policial
Las paredes exteriores de la casa de Diego Díaz están cubiertas de varias cámaras que vigilan, para un lado y para el otro también, todo lo que sucede en torno a su vivienda. “Así estamos”, le dijo a El Observador con algo de inquietud y a modo de justificación, lamentando “tanta inseguridad” en la zona. “Todos los barrios están bravos, pero acá sentís que te van a hacer algo apenas salís”, agregó.
Eso se refleja no solo en el conglomerado de seguridad que tiene Díaz en su fachada, sino también en varias de los carteles que se observan en varias casas alrededor. “Cuidado con el perro” y “el perro muerde”, se leía en algunos letreros puestos sobre las rejas y árboles de algunas viviendas de la zona, casi a modo de declaración.
Los vecinos y comerciantes dijeron que, además de la escalada en el número de homicidios de las últimas horas, en la zona también se vienen acostumbrando a más rapiñas y otros incidentes. Pero ante la sensación de las personas del lugar, la crítica repetida es que el patrullaje de las fuerzas del Ministerio del Interior es muy escaso, incluso aunque la sensación es que el panorama viene empeorando en los últimos tiempos.
Algunos de quienes viven en Peñarol lamentaron la falta de vigilancia y subrayaron que eso aumenta la sensación de miedo.
Durante la recorrida por El Observador y a pesar de la extendida inquietud en la zona, una camioneta policial circuló por el lugar y pasó frente al baldío donde este miércoles se encontró el último cuerpo incinerado. Mientras uno de los efectivos señalaba el lugar, una de las vecinas aseguraba que esa situación es una rareza y que cuando veían policías en la zona lo tomaban como “una señal” de que algo sucedía.
La señal fue como un presagio: horas más tarde, al caer la noche, hubo otro homicidio.
“No molestaban a nadie”
Rubén Sánchez es el dueño de un pequeño comercio a pocas cuadras donde ocurrió uno de los últimos asesinatos y tenía el ingreso al establecimiento trancado con reja cuando llegó El Observador. “Estamos todos preocupados”, reconoció el hombre, que dijo que se sentía “esclavo” de su trabajo porque si sale sabe que le van a robar. Por eso prefiere moverse poco. Eso lo contaron también otras personas, aunque también aseguraron que quienes fueron ultimados son identificados por los vecinos como “los lateros del barrio”.
Pese a que no tiene miedo que le pase nada más que un robo, Sánchez contó que hace los mandados en la mañana y que cuando cae el sol no se atreve a salir de su casa. En la noche, dijeron otros, el movimiento es escaso. “Uno ya está acostumbrado”, aseguró el dueño del comercio con cierto halo de resignación, lamentando que según él las autoridades saben qué pasa y dónde pasa, "pero como siempre, nadie hace nada”.
El propietario del pequeño local conocía a la mujer que fue encontrada descuartizada y calcinada este miércoles y aseguró que tanto ella como las últimas personas asesinadas en el barrio eran consumidores de drogas, algo que fue ratificado por el testimonio de otros vecinos. Sánchez indicó que la mujer "solo era mala para ella” y la calificó como “honesta”. De hecho, explicó que le hacía algunos mandados al almacén y puso como ejemplo que hace un par de días le llevó dos mil pesos de reparto, lo que fue premiado con tres cigarrillos.
