Espectáculos y Cultura > Novedad literaria
Patrick Modiano retoma su historia personal en su breve pero intensa nueva novela
Se dice a menudo que existen dos clases de escritores: los que cambian constantemente de temática en cada libro que publican y los que parecen reescribir siempre una única obra. Patrick Modiano, como Haruki Murakami, Amelié Nothomb o Felipe Polleri, pertenece al segundo grupo y se podría decir que es el que más lejos ha llegado explorando una y otra vez el mismo camino.
Leer al Premio Nobel de Literatura de 2014 es como ver una película 10 veces y encontrar, con gran satisfacción, en cada visionado, un detalle nuevo que antes había pasado inadvertido. Es volver al París de la ocupación y al de 1960, es viajar por los recuerdos para intentar encontrar una identidad personal menos huidiza y es dejarse embriagar por una prosa única, que hace de la elipsis y la duda su motor principal.
Lo que en otros escritores es banal (descripciones sobre cómo está el tiempo esa mañana o aquella noche, la humedad del ambiente, los brillos mortecinos de los café o una prenda de ropa) en su caso adquieren una relevancia insólita. Modiano hipnotiza, sumerge al lector en un estado tal, que cuando relata que camina por un bulevar parisino con una muchacha, el lector siente que fuera unos pasos por detrás de ellos, viendo el vapor que sale de las bocas que conversan esa tarde helada.
En Recuerdos durmientes, su primera novela desde que ganara el Premio Nobel, Modiano vuelve a demostrar cada una de sus cualidades literarias en un libro intenso, que tiene solo 104 páginas, pero que dicen mucho del autor y de la vida en general. Una vez más hay que acompañar al francés en su periplo por los vericuetos de la memoria y seguirlo mientras busca una dirección en un barrio que ya no es el mismo.
“Intento ordenar los recuerdos. Cada uno es la pieza de un puzle, pero faltan muchos, así que la mayoría se quedan aislados. A veces, consigo juntar tres o cuatro, pero no más. Entonces anoto retazos que vuelven en desorden, listas de nombres o de frases muy breves. Deseo que esos nombres, como si fueran imanes, tiren de otros hasta la superficie y que esos fragmentos de frase acaben por formar párrafos y capítulos que se vayan encadenando”, escribe.
Como en la mayoría de sus novelas, aquí no hay argumento, o es mínimo. Solo importa describir a la señora que se dedica a las ciencias ocultas, a la chica que comete un asesinato y qué él ayuda, que diga que en su biblioteca están hace 50 años los libros malos que leyó y que los buenos desaparecieron del estante o la hermosa metáfora de las dos agujas del reloj que se juntan en determinados momentos para describir una relación amorosa.
Detalles ínfimos, frases inconclusas que debe completar el lector, la extrañeza de haber hecho un sinfín de cosas en la vida y sentir que las hizo otro, las mil conversaciones perdidas en el tiempo que intenta recuperar y los otros vistos como un misterio que nunca se puede desentrañar del todo, componen una novela que, o gusta mucho, o no gusta nada. Porque a Modiano, hay que decirlo de una vez, se lo ama o se lo detesta.
En el libro hay además un recurso que no usa todo el tiempo, que es el reencontrarse años después con algunos personajes de la novela, dentro de la novela, pero todo visto desde la perspectiva del narrador veterano que cuenta la historia. La descripción de los cambios que han sufrido esas personas (en este caso varias mujeres), como han mutado, como conservan en otros casos su esencia a pesar de las cicatrices, resulta altamente productivo literariamente y tremendamente sugestivo.
Nunca se duda de la literatura de Patrick Modiano, porque nunca sentencia. No afirma nunca una verdad, si no que comparte la búsqueda con el lector. Acompañarlo, claro está, es todo un privilegio.
Recuerdos durmientes
Páginas: 104, Precio: $ 890
