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Patrimonio arquitectónico en Montevideo: ¿hacia una ciudad sin memoria o un museo urbano?

La preservación edilicia de Montevideo es el objetivo de organizaciones, artistas y especialistas que pretenden mantener la personalidad de la ciudad
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14 de mayo de 2022 a las 05:04

Las ciudades tienen vida. Tienen carácter. También tienen memoria.

Las casas, los edificios y las calles de Montevideo han sido tanto testigos y protagonistas de la historia de una comunidad, de los cambios sociales, las instancias políticas, el desarrollo cultural y fundamentalmente de su propia arquitectura. Es por eso que el patrimonio urbano es uno de aquellos temas en los que cualquier ciudadano o ciudadana, habitante o transeúnte, tiene la potestad de opinar con propiedad. Somos un millón y medio de especialistas.

¿Qué pasa cuando se plantea la demolición en pos del discurso del porvenir? Se discute. Opina la vecina que pasaba por la vereda de enfrente todos los días, el que admiraba la fachada de tanto en cuando e incluso quienes nunca se habían percatado de su existencia hasta el preciso momento en que suena el derrumbe.

“Lo patrimonial es nuestra memoria. Como en el caso individual, hay cosas que a veces querés recordar y hay cosas que preferís olvidar. En ese paralelismo funciona la ciudad: hay cosas que se van dejando de lado y hay otras que se trata de preservar”, dice a El Observador el arquitecto Alberto Leira, especialista en patrimonio e integrante de la Comisión de Patrimonio de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay (SAU).

Es bueno preguntarnos qué queremos recordar: ¿qué partes de la ciudad queremos que se mantengan como un bastión de la Montevideo que fuimos y somos? Un caso paradigmático fue la demolición del edificio que albergó la fábrica de alfombras La Indígena, vivienda familiar de Assimakos, en 2014, o más recientemente la caída del edificio del Club Naval.

Derrumbe del edificio Assimakos

En los últimos años –impulsadas por las pérdidas–  han surgido agrupaciones de vecinos, arquitectos y ciudadanos que mantienen una mirada vigilante sobre la ciudad. Así surgió por ejemplo la asociación civil Patrimonio Activo, una organización que pretende difundir la calidad arquitectónica que tienen los edificios de Montevideo y descubrir su potencial. "Queremos mostrar la calidad arquitectónica que tiene Montevideo y generar consciencia de que no es necesario derrumbar algo que ya existe y construir algo nuevo para mejorar las condiciones del barrio o de la ciudad. Buscamos otras alternativas que no pasen por estar derrumbando casas", dice el arquitecto y socio fundador de la organización, Germán Fernández. 

Los seguidores de Patrimonio Activo suelen avisar y compartir la ubicación del lugar de la demolición para conseguir información del padrón y analizar qué tipo de protección tenía la construcción. "Hemos identificado ciertos inmuebles, sobre todo en la zona del Centro, Cordón, Parque Rodó, que consideramos que tienen un valor arquitectónico para conservarlos y hemos presentado medidas cautelares, para que en esos padrones no se otorguen permisos de demolición hasta que se analice la situación y si corresponde que se le dé un grado de protección mayor. Pero pasa muchas veces que cuando nos enteramos es porque están empezando a desarmar la casa", señala Fernández.

Leira está de acuerdo en que, una vez que se conoce, el patrimonio se mira de otra manera. “Lo que creo que está faltando, y lo he reclamado en muchos lados y trato de hacer una tarea del patrimonio militante en ese sentido, es difusión”. En tanto, considera que “la alarma pública a veces genera posiciones muy de blanco y negro, y nos perdemos todas las escalas de grises que puede haber en el medio. Cuáles son las soluciones intermedias”. 

Una ciudad habla de la identidad y el carácter de sus habitantes, de sus costumbres y también de sus prioridades. Todos están de acuerdo en que, cuando se trata de conservación, hay que elegir las batallas. No se puede, ni sería deseable, preservar todo. “Uno va preservando algunas cosas que parecen excepcionales. O zonas, como una calle que de repente tiene una continuidad de edificios destacables o que no son destacables por sí mismos sino como una continuidad”, dice Leira. 

En el ámbito nacional y en el departamental existe una serie de herramientas para la conservación de bienes de interés patrimonial: desde la actuación de la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación hasta las oficinas o comisiones departamentales que se encargan de lo patrimonial. Montevideo, por ejemplo, cuenta con una unidad de Patrimonio dentro del organigrama del Palacio Municipal. 

Leira integra la comisión de Ciudad Vieja, que cuenta con un relevamiento arquitectónico de protección patrimonial que contiene 1.906 fichas de padrones, 270 fichas de tramos de calles y 7 fichas de plazas, según datos de la web de la comuna, donde se identifica los edificios individualmente, pero también se declara si hay elementos significativos a preservar, como la fachada, la tipología, las aberturas, los balcones, la herrería o la visión desde cierto punto de la ciudad. ¿Se puede ver la escollera desde la peatonal Sarandí?

Sin embargo Leira, que forma parte de la comisión de la zona, señala que en ocasiones los privados “especulan con el valor de la tierra y la edificabilidad”. “A veces se especula, se deja venir abajo la construcción, entonces cuando ya hay un carácter ruinoso o la seguridad edilicia está condicionada, se termina habilitando la demolición porque quizá no se tiene el dinero para restaurarla y preservarla”. 

Cambio de cara

Pero no es necesario que los edificios desaparezcan para que pierdan toda su personalidad. El artista Alfredo Ghierra asegura, con ironía, que a los montevideanos no les gusta la Belle Époque a juzgar por el maltrato que han recibido sus edificios. La época de oro de la ciudad, la meca de la nostalgia, de la tacita de oro y la Suiza de América va perdiendo presencia.

“A veces pienso que a los montevideanos no les gusta la Belle Époque, pero después veo las fotos en las redes, posteando sus vacaciones en Francia, en Bélgica o en cualquier lugar de Europa donde esta época haya dejado su huella en la arquitectura, y se les ve tan felices, tan orgullosos y maravillados de esas cúpulas, esas mansardas, esos ornamentos y relieves en fachada, que no logro entender como, si logran apreciarlo allá, no lo ven acá” - Ghierra

Ghierra participa de una exposición que se inauguró en el Museo Histórico Cabildo: Montevideo, la belle époque. Aborda un problema que tiene la ciudad, que no pasa necesariamente por la demolición y sustitución de edificios por otros, sino que pone el foco sobre aquellos que aún estando en pie han sido expoliados de todo su ornamento. Edificios decapitados, desvestidos, privados de todo su encanto. Como una cirugía estética mal encarada.

“Muchas veces, el movimiento moderno en la arquitectura propugnó una arquitectura más funcional y había un rechazo expreso contra el ornamento. Creo que eso puede estar en la base de la desaparición de todas esas cúpulas, esculturas, pilastras, mansardas y todo lo que tenían tantos edificios de Montevideo que lo perdieron”, señala Ghierra. En la exposición figuran fotografías de edificios, como el de la Facultad de Medicina, antes de que se les arrebatara su mansarda principal contrastadas con las imágenes actuales. “Es como si hoy le sacáramos la mansarda principal a la Facultad de Derecho. Sería algo sin sentido”.

La ornamentación, que en principio podría parecer inútil, expresa en sus simbología mensajes que se han olvidado. “La época no se llama bella por nada. La belleza dada por esos detalles en las fachadas que también hablan de una concepción de la ciudad hecha no solo para los que van a vivir en esos palacios sino para cualquier transeúnte. No nos olvidemos que las fachadas son justamente la piel entre el espacio público y el espacio privado. Al tener esa ciudad ornamentada y con muchos símbolos se establecía un diálogo con los peatones, con los ciudadanos”.

Si bien hubo una convivencia entre los estilos del Eclecticismo, el Art Nouveau, el Art Déco y el Movimiento Moderno o la Arquitectura Renovadora, como se dice en Uruguay, se fue deteriorando. 

Montevideo es ecléctica. “Ese eclecticismo está muy bueno cuando es respetuoso y cuando sabe convivir. En Montevideo pasa que caminás por una vereda y tenés una casa del principio del siglo XX, al lado un edificio bajito de los años 40, al lado una casa Art Déco. Todos son como de la misma altura, se respetan unos a otros. El problema es cuando a partir de fines de los años 60 o 70 hay una falta de consideración total por la arquitectura que vino antes”.

“Con hilo negro dibujo las líneas que se llevó la excavadora, buscando bordar el recuerdo de la belleza derrumbada. Buscando bordar sentimientos que detengan al olvido” - Fernández Raggio

El olvido de la belleza es el proyecto de María Agustina Fernández Raggio en esa misma exposición. Un archivo de bordado colectivo que pretende recordar las casas antiguas que fueron y están siendo demolidas en Montevideo con la participación de 64 personas que fueron hilando la memoria de la ciudad. En tanto, Martin Sastre presenta un audiovisual que también aborda la necesidad de fomentar el cuidado patrimonial y no permitir la destrucción de ese legado.

Los tres artistas trabajaron sobre el mismo concepto sin acordarlo: la pérdida y la memoria. “Esto es otro granito de arena puesto en el intento de crear conciencia sobre que nos vamos a quedar sin nada, pero sobre todo es el intento de que haya una mayor percepción del tesoro que tenemos entre manos. Sin llegar al romanticismo, lo que hace falta acá son acciones, políticas de la ciudad, para fomentar la revitalización de estos edificios con las mismas exoneraciones fiscales con las que se fomenta la obra nueva”, sostiene Ghierra.

¿Restaurar o sustituir?

¿Qué recursos tiene una ciudad o un individuo para mantener esa edificación? ¿Qué estímulos existen para conservarla? “Los recursos son finitos, somos un país que no tiene una cultura de mantenimiento muy fuerte. En la Sociedad de Arquitectos hemos impulsado cartillas de mantenimiento de características patrimoniales de los edificios”, indica Leira, que hace un paralelismo sencillo: si se tiene un auto, se lo lleva al service, pero en la casa de repente no se limpia la grasera ni repinta la herrería o revisa la impermeabilización. "No tenemos incorporada esa cultura del mantenimiento".

Ghierra también señala que Montevideo, a pesar de su acervo arquitectónico, no posee una escuela de restauración. "Frente a la caída de algunos ornamentos, sus propietarios o el Estado habrán dicho 'saquemos todo'. El propio Palacio Salvo lo sufrió". El porvenir no tiene por qué ser excluyente de la memoria; la restauración y la implementación de soluciones nuevas pueden ser parte de una segunda vida.

Los entrevistados coinciden en que es necesario generar incentivos para la conservación, así como se crearon beneficios para que se construya vivienda nueva. "Las exoneraciones de impuestos para que se construya con el afán de cubrir el acceso a la vivienda y de alguna manera bajar los precios de los alquileres no ha tenido todavía un impacto fuerte, porque se sigue especulando y los precios de los alquileres siguen estando muy altos", considera Leira.

"Si el reemplazo lograra solucionar de alguna forma la accesibilidad al mercado inmobiliario podría entenderse que la gente esté más afín, pero vemos que no es el caso", dice por su parte Fernández.

Si bien el impulso inmobiliario ha prendido alarmas en el Centro, Cordón y Parque Rodó, Patrimonio Activo identifica que hay otras zonas de la ciudad que quisieran inventariar, como Goes, Aguada, Cordón Norte o Reducto. "Por el momento parece que está inmobiliariamente tranquilo, pero es una zona que está llena de casas con mucho potencial y no está tan lejos del centro. Hay otros barrios de Montevideo que no están a salvo de riesgos", agrega Fernández.

El comienzo de la demolición de la Residencia Castellanos generó alarma en 2021

Musevideo

Los entrevistados coinciden en una consideración: preservar el patrimonio de la ciudad no es transformarla en un museo. 

"No queremos que la ciudad sea un museo viviente, pero hay cosas que se tienen que mantener o al menos proponer ideas que incorporen alguna solución. En ese sentido, planteamos alternativas, no es simplemente 'no toquen nada en la ciudad'", argumenta Fernández. Plantea necesario vencer el preconcepto de que "todo lo viejo es descartable" o que "todo lo nuevo va a servir".

La Intendencia de Montevideo está trabajando en un inventario patrimonial de la zona Centro y Cordón. Leira señala que en la SUA están participando de reuniones de intercambio con el gobierno departamental. "El inventario se trabajó desde la unidad de Patrimonio y es un gran trabajo. Creo que también un poco a instancias de la alarma pública, porque la maquinaria tanto a nivel de gobiernos departamentales como del Estado a veces es lenta. El inventario va a servir en el sentido de estas denuncias que a veces aparecen por casos puntuales para tratar de tener una mayor protección de las edificaciones".

En cambio, la sociedad civil ve con preocupación el posible resultado del inventario, que deberá ser aprobado por la Junta Departamental de Montevideo. "Primero me alegré porque el Centro y el Cordón no tenían relevamiento patrimonial para su categorización en grados. Cuando lo terminaron de hacer parecía una broma, así que espero que lo estén reviendo porque mandamos nuestros recaudos en su momento. Era realmente vergonzoso. Ponían por debajo de lo mínimamente protegible a decenas y decenas de construcciones magníficas", dijo Ghierra.

Este interés por que la ciudad no se convierta en un museo urbano también esta atado a la necesidad de darle una función a los edificios una vez que se establece su conservación. "Es preferible que tenga un mal uso a que no tenga uso", dice una frase del arquitecto William Rey que quedó marcada para Leira y que la repite, explicando que los edificios deberían tener un destino que promueva su mantenimiento.

Leira sostiene que en la primer reunión que mantuvo la SAU con la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, plantearon que algunos edificios de Montevideo "tienen que ser urgentemente recuperados". El Hotel Nacional en la Ciudad Vieja y la Estación Central de AFE son dos de las edificaciones que esperan por una nueva vida.

Estación Central

Sobran ejemplos de edificaciones devenidas en complejos de viviendas, centros culturales, mercados. Las posibilidades son infinitas. "La ciudad no es un museo, es algo vivo y tiene que ser funcional a la vida de la ciudad", destaca el arquitecto. 

Hotel Nacional

"Cuando vienen profesionales extranjeros y ven Montevideo, les encanta. Les encanta la arquitectura que tenemos y la ven muy valorable. Los montevideanos somos los que a veces no la cuidamos lo suficiente. No quiere decir con eso que tenemos que preservar todo, creo que tiene que haber un justo equilibrio entre lo que preservás y cómo se generan también sustituciones", dice Leira.

¿Qué ciudad pretendemos dejar a nuestro paso? ¿Cómo se va a conformar el paisaje urbano? ¿Qué va a decir la Montevideo del futuro sobre nosotros? Solo la historia nos podrá juzgar, porque en definitiva la arquitectura es un nexo con la historia. "Si bien Montevideo es una ciudad jovencísima –dice Ghierra–, que va a cumplir 300 años, nos cuesta mucho tener conciencia de que esa historia, por breve que sea, también es un relato del pasado. Que no sea borrón y cuenta nueva en cada generación. Porque no funciona así, hasta por el hecho de que lo van a hacer con nosotros: van a hacer borrón y cuenta nueva".

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