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Cuando terminó la escuela, Darragh McGuinness sabía que quería unirse a una tripulación pesquera. Pero ahora, con 23 años, teme que el cambio climático mate una industria que mantuvo a su familia durante generaciones.
“Es un problema masivo”, dice desde la cabina del arrastrero Atlantic Challenge, donde trabaja como marinero de cubierta, que está atracado en Killybegs, en el noroeste de Irlanda. “Puede terminar con la pesca, al menos en Irlanda”, agrega.
El aumento de temperaturas en el norte del océano Atlántico durante los meses de verano suscita el temor de que los peces migren a aguas más frías, lo que añadiría problemas a un sector en dificultades.
A finales de julio, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) anunció que la temperatura media de la superficie en el Atlántico Norte había alcanzado un nuevo máximo de 24,9ºC.
El Atlantic Challenge, como muchos buques que zarpan de Killybegs, pesca bacaladillas y caballas, con alto valor en el mercado internacional. Vuelve a puerto uno o dos días después de la captura para mantener el producto fresco.
“Es simplemente preocupante que esto nos empuje más lejos, demasiado al norte y entonces no sería viable volver a Killybegs”, explica McGuinness.
Sean O’Donoghue, jefe ejecutivo de la Organización de Pescadores de Killybegs, asegura que el cambio climático está teniendo un “efecto dramático” en los bancos de pescado blanco como el bacalao, que prefiere aguas más frías.
O’Donoghue teme que sea “sólo cuestión de tiempo” antes de que los llamados peces pelágicos como la caballa, la bacaladilla y el arenque se trasladen de forma permanente hacia el norte.
“Si continúa el calentamiento del agua, es inevitable que las especies pelágicas se vayan totalmente de estas aguas. Y podríamos terminar con muy pocos peces”, afirma.
La flota islandesa, más al norte, cada vez captura más caballa, mientras que la irlandesa atrapa más anchoas o sardinas, peces habituales en aguas calientes de más al sur, dice.
El récord de julio es particularmente inquietante al ocurrir semanas antes de septiembre, cuando el Atlántico Norte suele alcanzar su pico de temperatura.
En junio, la NOAA detectó una ola de calor marino “extrema” en las costas de Irlanda y Reino Unido.
Glenn Nolan, que dirige los servicios oceanográficos y climáticos en el Instituto Marino de Irlanda, explica que ese mes tuvo temperaturas “significativas”, 4 o 5°C por encima de lo normal en la costa del país en verano.
Temperaturas de hasta 24,5ºC, “como hemos visto en algunas bahías costeras alrededor del condado de Galway, están muy por encima de lo que esperaríamos de normal”, dice.
El experto prefiere esperar a un estudio específico ya encargado para atribuir el aumento de temperaturas en junio y julio al cambio climático.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU atribuyó durante décadas la intensidad de estas olas de calor marinas al calentamiento global, afirma.
“El IPCC ya observó las olas de calor marinas en general y están muy convencidos de que pueden atribuirlas al cambio climático causado por el hombre”, asegura.
Nolan explica que estas elevadas temperaturas crean condiciones para la migración de peces y para la proliferación de algas de aguas cálidas que causan “problemas para el marisco y los peces”.
La flota irlandesa ya sufre las consecuencias de la pérdida de cuotas de pesca de la Unión Europa (UE) tras el Brexit, la salida del Reino Unido del bloque consumada a finales de 2020.
Este país miembro de la UE encajó un recorte del 15% de las cuotas de pesca en 2025 en virtud de un acuerdo comercial de última hora firmado entre Londres y Bruselas.
“Desgraciadamente, el acuerdo que se hizo golpeó desproporcionadamente a Irlanda”, dice O’Donoghue.
“Su efecto neto es que Irlanda está pagando un 40% de la transferencia de pescado al Reino Unido”, afirma.
El responsable de la organización de Killybegs espera cambios en la política de pesca de la UE que reflejen el impacto del Brexit en la flota irlandesa y mitiguen los efectos del cambio climático en sus capturas.
“No estamos satisfechos con cómo están las cosas en la política pesquera común ahora mismo. Debe cambiar y tener en cuenta el Brexit y el cambio climático”, reclama O’Donoghue.
(Con información de AFP)
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