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Polarización, el virus más peligroso

Una construcción colectiva de crecimiento y libertad se juega en los próximos meses su destino
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29 de febrero de 2020 a las 05:02

No la va a tener nada fácil el gobierno que empieza el lunes. Más allá de que gobernar un país latinoamericano nunca es fácil, más allá de que gobernar un país nunca es soplar y hacer botellas, debe ser distinto gobernar a Dinamarca o Islandia que a un país de esta región. Presiones de todos lados, situaciones cercanas donde las democracias ni siquiera están afianzadas, potencias globales tratando de ganar influencia por las buenas o por otros métodos.  Y una cultura política que en algunos ámbitos extremos todavía ve a la lucha política como un clásico de fútbol en que hay que ganar o morir o esperar la revancha para derrotar al rival. Esa es la tónica de una América Latina que por lo tanto está dividida y con la fragilidad de siempre.

Desde hace dos años por lo menos se sabe que el gobierno que asume este domingo tendrá que enfrentar un déficit fiscal muy alto y un grado inversor en riesgo. Ganase quien ganase, la teoría de los “espacios fiscales” nos dejó como a una familia que por varios años gasta más de lo que recauda y decide un día ordenarse porque la deuda se le viene. La austeridad, se sabía, era inevitable.

Pero lo que no se sabía era que dos cisnes negros, dos eventos impredecibles se sumarían para agregar desafíos a la administración que comienza y al Uruguay todo. Llevamos 16 años de crecimiento ininterrumpido, pero los últimos años han sido de crecimiento muy flojo, empleo en caída y recaudación estancada. El país tiene un grado inversor a defender y tiene que defenderlo con el desafío triple de déficit, mercados en pánico por coronavirus y sequía.

El coronavirus pega en Uruguay porque Asia se ha vuelto el principal destino de lo que exportamos. China, Japón y Corea del Sur son mercados importantísimos y en crecimiento para alimentos. La crisis golpea muy directamente a las empresas exportadoras y  provoca una baja en los precios internacionales de carne, granos, lana, lácteos. Acentúa otro problema grave, la depreciación de la moneda brasileña.

En parte es una crisis similar a la de Lehman Brothers en 2008. Una convulsión que pasará tal vez este mismo año. La vacuna será diseñada en cuestión de meses y el episodio quedará como el SARS en la memoria como un trastorno más de los virus cada vez más habilidosos en sortear las armas que la ciencia humana les interpone. Mutar mucho como el Sida o permanecer muchos días sin generar síntomas como el corona.  Solo que ésta es una gripe más, no comparable al Sida. Los casos en China ya han empezado a caer, lo que lleva a suponer que la enfermedad en unas semanas empezará a decaer también en el resto del mundo.  Pero exactamente cuánto va a durar el problema no lo sabe ni la propia Organización Mundial de la Salud. Incertidumbre al palo.

Tal como sucedió cuando Lehman Brothers, hay seguramente unos seis meses caóticos y con impacto regional. Como en aquel 2008 el gobierno argentino evalúa subir las retenciones a las exportaciones de granos y los agricultores argentinos evalúan salir a las carreteras. Este mismo domingo podría anunciarlo el presidente del país vecino. Como en aquel 2008 Medio Oriente es un territorio belicoso, en estos días Turquía y Rusia están cerca de entrar en conflicto armado por la sitiada Idlib en Siria, lo que agregaría inestabilidad al caos.

Las bolsas han tenido la peor semana desde 2008 y eso es una pulverización de riqueza tal que significará un menor crecimiento este año y seguramente el año próximo para el mundo y también para Uruguay.  Menos crecimiento que es menos recaudación y más déficit.

Agreguemos a eso la sequía que desde el sur se va esparciendo rápidamente, sin lluvias relevantes  a la vista por lo menos hasta el 15 de marzo, lo que puede quebrar a la cosecha de verano y golpear a la ganadería. Los productores lecheros que cobran en pesos, pierden poder de compra, tienen subas de costos en insumos por el dólar y cuando parecía que salían de cuidados intensivos, se les viene una recaída.

El virus más peligroso en una coyuntura así no es el de esta gripe pasajera sino el de la polarización. El de dividirnos en dos bandos, el de continuar a perpetuidad los discursos maniqueos de campaña electoral. No hay lugar para la soberbia de los ganadores ni al rencor de quienes perdieron en las urnas.

Una devaluación en Brasil y un virus (el de la aftosa) nos quitaron el grado inversor a comienzos de este siglo. Otro virus y otra devaluación en Brasil nos ponen como sociedad ante el desafío de sostener el crecimiento, ordenar las cuentas y lanzarnos a los cambios estructurales que el país necesita con urgencia, desde limpiar el agua mientras se instala la mayor fábrica de celulosa del mundo en el río Negro, a frenar la delincuencia, bajar el déficit y el desempleo. Todo a la vez.

El virus cultural  de la polarización medra muy exitosamente en las redes sociales, en las declaraciones a la prensa que buscan el impacto, en las ideologías extremas que se consideran dueñas exclusivas de  verdades que deben imponer a sus enemigos. Todo eso debe hacer una pausa por razones de fuerza mayor.  En una reciente entrevista en galería de Búsqueda la siempre lúcida Cristina Morán advirtió su preocupación por la salud de la democracia uruguaya. Siempre es bueno escuchar a los mayores.  Ese virus, pequeños memes de unos pocos caracteres, pululan en Twitter; es pariente de los memes futboleros, salta de cerebro en cerebro y genera manijas nefastas, afiebramientos que no dejan nada productivo. Grietas que en Argentina por ejemplo desangran a la sociedad. Más vale que miremos los problemas externos, recordemos el clemencia para los vencidos, vayamos al Martín Fierro, leamos los hermanos sean unidos tres veces en voz alta y nos vacunemos de fanatismos.

Se viene un temporal externo, el mayor desde 2008/09. Pasará en unos meses, pero si nos conquista el virus de la polarización podemos perder el grado inversor por el camino. Y con ellos perder luego muchas más cosas. Una construcción colectiva de crecimiento y libertad se juega en los próximos meses su destino.

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