Una situación bastante desagradable se pudo observar en la entrega de premios del reciente Mundial de Clubes llevado a cabo en Catar.
El partido final entre Bayern Múnich, el campeón, y Tigres de México, fue arbitrado por el uruguayo Esteban Ostojich.
A la hora de la entrega de premios a los árbitros, tal como sucede normalmente previo a entregarle la medallas a los futbolistas de ambos clubes y la copa al campeón, se dio una situación muy polémica.
El sheik de Catar, parado en medio del escenario a unos metros del presidente de la FIFA, Gianni Infantino quien era el que entregaba las medallas, saludaba a todos quienes pasaban por allí con un choque de puños, al estilo que se implantó luego de la llegada de la pandemia mundial por coronavirus.
Lo hizo con un juez de línea masculino sin ningún problema, pero al llegar una árbitra mujer, ni siquiera amagó con saludarla.
Si bien se entiende que son costumbres de algunos países árabes, esta imagen no pasó inadvertida para todo el mundo y sobre todo, en la parte occidental, esta especie de desplante hacia el sexo femenino cayó muy mal.
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