Policía de Tránsito controla exceso de velocidad en ruta en un único punto del país

En los más de 8.500 kilómetros de rutas que tiene el país los conductores pueden alcanzar cualquier velocidad y no serán multados a excepción de un único punto: en el kilómetro 95 de la Ruta Interblanearia.

Allí, en el empalme con la ruta 9 que da ingreso a la ciudad de Pan de Azúcar, funciona desde hace poco más de un año una cámara fotográfica, similar a las que instaló la Intendencia de Montevideo en la capital a fines de 2016.

"Nos ha dado muy buenos resultados, teniendo las mismas características y protocolos de calibración y homologación que las cámaras de Montevideo" dijo a El Observador Leonardo Cola, director nacional de Vialidad del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP).

"Mejoró muchísimo la seguridad de ese cruce, en donde no se puede ver prácticamente nada hasta 100 metros antes de llegar y en donde en los años anteriores siempre habíamos tenido accidentes", añadió el jerarca, luego de asegurar que "al trabajar un poco a demanda", se comprendió que había que atender especialmente ese punto. "El año pasado no tuvimos nada (grave), o solo toques y cosas muy menores", prosiguió.

Pero eso es todo lo que existe en materia de control de velocidad en rutas. La conducta de una gran mayoría de conductores de aminorar la marcha cuando se ve en el horizonte una camioneta de la Dirección Nacional de la Policía de Tránsito apostada a un costado de la ruta perdió sentido.

Los radares móviles con que contaban los agentes para fiscalizar a quienes superaran las máximas de 90 y 110 kilómetros por hora –dependiendo del tramo de la ruta–fueron dados de baja. "La (ex) Caminera usaba aquellos radares manuales, pero quedaron muy viejos, llegaron a ser totalmente obsoletos", señaló Cola.

A la escasa precisión de la tecnología se le agregó otra razón fundamental: la falta de garantías que tienen.

En cambio, las cámaras de la capital captan información incontrastable: la marca y modelo del vehículo, la fotografía de su matrícula con la hora exacta en que fue tomada y la velocidad precisa a la que iba el conductor.

Que la velocidad es un factor determinante en la siniestralidad es algo que está comprobado. "La evidencia científica a nivel internacional así lo demuestra", dijo a El Observador Adrián Bringa, secretario general de la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev). Además, las autoridades de la IMM ajudican en parte a las cámaras el descenso de las muertes en el tránsito desde que las instaló el 10 de diciembre de 2016. En 2017 se registraron en la capital 25 muertos menos por accidente de tránsito respecto a 2016.

Pero los datos también tienen una lectura negativa: aunque según los datos de la Unasev los siniestros fatales se han mantenido por debajo del nivel registrado en 2011 –gracias a las distintas políticas de prevención del organismo–, los accidentes en las rutas no han disminuido significativamente e incluso aumentaron en el último año, constatándose hasta el 15 de diciembre 435 fallecidos, 3,6% más que en 2016.

Atendiendo a esta realidad las autoridades del Ministerio del Interior –ámbito al que pertenece la Policía Nacional de Tránsito– están en diálogo constante con la división de Vialidad del Ministerio de Transporte, evaluando diversas propuestas de fiscalización electrónicas para aplicar en las rutas.

Algunas de las alternativas fueron consultadas también con la Unasev este diciembre, desde donde se entiende urgente imitar el control que ya hay en la capital. "No planteamos que se pongan radares fijos –dijo Bringa–, pero sí entendemos que se debe fiscalizar de la misma manera (que en Montevideo). Que sea un sistema que, optimizando de la mejor forma los recursos tecnológicos disponibles, brinde la seguridad a quien aplica la multa y ofrezca garantías a quien la recibe".

Cola, por su parte, aseguró que la actual administración se inició con el objetivo de instalar radares. Pero a corto plazo, dijo, es preferible seguir el criterio de apuntar hacia aquellos "lugares muy complicados" en donde se conoce que los conductores pisan el acelerador a fondo.

Hay rutas que, en la medida que se fueron rehabilitando y mejorando, señaló Cola, "invitan a correr", como es el caso de la Ruta 3, "que quedó hecha una pista y que en ningún caso está diseñada para altas velocidades".

El sistema que desarrolló la IMM en la capital fue seguido de cerca por el Ministerio de Transporte, pero la complejidad de seguir ese mismo proceso lleva su tiempo, advirtió Cola.

"Estamos en condiciones de volver a pensar en radares, lo que pasa es que no son baratos y hay que ubicarlos en base a políticas que nos permitan una definición clara y precisa de dónde tienen que estar, qué tipo de elementos necesitan y cómo van a funcionar", concluyó.