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Policía le disparó por la espalda, lo persiguió y luego levantó los casquillos de la escena: piden su condena por homicidio

La Fiscalía de Homicidios de 3er Turno pidió su condena por un delito de homicidio a título de dolo eventual y una pena de 6 años de prisión
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30 de mayo de 2023 a las 05:01

Mientras la Fiscalía recuerda que Guillermo Marenales (20 años) caminaba junto a sus tres amigos por el medio de la calle "despreocupado", "riéndose" y "bromeando" porque estaba yendo a reunirse con un grupo de chicas –iban a celebrar el cumpleaños de su novia en una plaza– la defensa del policía que lo hirió de un tiro por la espalda hace foco en su –presunto– "movimiento brusco", los rastros de pólvora en sus manos y su imputación previa por un delito de rapiña. 

Pero más allá de lo que en cada parte pueda hacer foco, el juez Alejandro Asteggiante –quien deberá definir la suerte del policía imputado– pudo ver con sus propios ojos qué pasó en la madrugada del 7 de julio de 2020. Los videos fueron proyectados en una audiencia que presenció El Observador.

Un grupo de cuatro jóvenes que iba caminando por el medio de la calle Antonio Pena – yendo desde Acosta y Lara– se encuentran con un auto estacionado en la orilla de la calle (no hay vereda). 

Mientras los tres amigos de Marenales siguen caminando por el medio de la calle, la víctima se acerca el auto y se para del lado del acompañante, que no daba a la calle si no a una casa. Allí se acerca al vidrio y no se termina de dilucidar si intenta tomar la manija de la puerta para abrirlo o simplemente se acerca. Cuando ve que hay dos personas adentro, sigue caminando por el medio de la calle.

Allí es cuando el acusado, con el uniforme policial, abre la puerta, estando del lado del conductor, saca medio cuerpo para fuera y tras unos breves segundos –en los que Marenales se da vuelta y camina hacia el auto para mantener un intercambio de palabras– el acusado saca un arma, Marenales se da vuelta para huir, y el policía le pega un tiro por la espalda. Ambos policías se bajaron del auto y comenzaron a perseguir a los jóvenes.

Esa secuencia fue tomada por múltiples cámaras de la calle Antonio Pena. Luego, hay cámaras por Nariño y muestran a tres jóvenes corriendo hacia Acosta y Lara: ya no estaba la víctima. 

El primer punto blanco en Antonio Pena es donde –aproximadamente– ocurrió el crimen. El segundo, en la esquina de Bachini y Nariño, fue donde se halló el cuerpo de Guillermo Marenales. El punto sobre Acosta y Lara puntualiza dónde dejaron de correr los tres jóvenes

Testigos advirtieron que hubo al menos cuatro disparos más, lo que se corresponde con el resto de la prueba.

Para la Fiscalía de Homicidios de 3er Turno –Adriana Edelman y Dahiana Padilla– las imágenes muestran como el acusado disparó "a corta distancia" y a "alta potencia" contra jóvenes desarmados. Para los defensores del policía –Daniel García y Carla Pereira– no está tan claro que Marenales no estuviera armado y lo que existió entre los jóvenes y los policías fue un "enfrentamiento". 

Pero uno de los elementos claves del caso nadie lo discute: quedó filmado en una cámara privada con una inusual nitidez. Diez minutos después del crimen los policías dieron vueltas a pie por la escena y levantaron del piso cinco casquillos de bala. El acusado y el otro policía –que fue condenado por abuso de funciones– escondieron lo que había sucedido: se guardaron esos casquillos y no notificaron a sus superiores de lo que había pasado. 

Sin embargo, en el resto de la teoría y las intencionalidades, difieren. Edelman y Padilla sostienen que Marenales se acercó al auto porque le dijo a sus amigos que iba a orinar contra él, que cuando ve el arma del policía "se busca cubrir con los brazos, mientras el imputado estaba resguardado dentro de su vehículo". A su vez que si existiera la posibilidad que Marenales hubiese querido robar el auto, eso "no alcanza ni para configurar un acto preparatorio de un delito de hurto" además de que desistió inmediatamente cuando vio que había gente dentro. La policía tiene el deber de hacer uso de la fuerza en forma "racional". 

García y Pereira insisten en que se trató de un enfrentamiento y resaltaron que más de media hora después seguían llegando llamadas de vecinos de que había gente "a los tiros" en la zona, por lo que no está claro que haya sido ese el disparo que mató a la víctima. A su vez, destacaron varias veces que Marenales tenía rastros de pólvora en la mano. Esto, técnicamente, puede deberse a que ejecutó disparos o a que se tocó su propia herida, o que tiempo antes había tocado algún material de plomo. 

La fiscal Edelman pidió que se condenara al policía acusado por un delito de homicidio a título de dolo eventual a una pena de 6 años de prisión. La abogada Pereira abogó por la absolución de su cliente. 

El recuerdo en primera persona y un regalo que quería hacer llegar

El cuerpo de Guillermo Marenales apareció abajo de un arbusto en Bachini y Nariño. Ahí era donde sus amigos lo habían dejado "escondido", "para que no le hicieran más nada", según declaró uno de ellos, que en ese momento tenía 15 años, en el juicio oral. Cerca de media hora después lo encontraron la hermana y una amiga de ella. 

Edelman relató que, desde que sintió las detonaciones –fueron al menos cinco los tiros que dispararon el acusado y su compañero– Marenales corrió "desahuciado" esa cuadra. El testigo que tenía 15 años contó que "se iba quedando, te dabas cuenta" principalmente porque se iba agarrando del cuello. 

Otro de sus amigos –un primo lejano que tenía 18 años, ahora está preso y también declaró en el juicio– dijo que cuando Marenales se cayó en esa esquina, él le pidió que se parara pero la víctima le respondió que no, que se fueran y lo dejaran ahí. 

Según el primer testigo, lo único que hizo fue sacarse una cadenita que llevaba puesta y pretendía regalarle a la novia por su cumpleaños. Se los dio a uno de ellos para que se la hicieran llegar. 

Ambos coincidieron en que antes del crimen, la víctima les había dicho que iba a orinar contra el auto y el segundo testigo dijo haberle advertido que había gente adentro. Cuando Marenales lo notó y siguió su camino, el policía abrió la puerta, sacó medio cuerpo afuera y según uno de los testigos se escuchó "un cruce de palabras": el joven le pidió disculpas, el policía le respondió mal y él le contestó mal de vuelta. El otro testigo dijo no recordar el intercambio.

Pese a las reiteradas preguntas de la defensa, ambos negaron que alguien haya llevado armas ese día o se hayan defendido con ellas del ataque. 

Ante algunas preguntas, los testigos dijeron no recordar con certeza. "Se tiene que poner en nuestro lugar, éramos menores, lo mató prácticamente adelante mío", recordó uno de ellos y agregó: "Hacia todos tiró, no solo hacia él, le podría haber pegado a cualquiera".

La defensa del acusado les preguntó a los dos por qué decidieron ir a decirle directamente a la familia –que vivía sobre Acosta y Lara– y no llamar a la policía.

El segundo de los testigos contestó: "Le avisé a la familia. La persona que tiró era policía, él tampoco lo ayudó".

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