En el Uruguay en que nacen cada vez menos niños, y en el que, según la proyección más alentadora de la Administración Nacional de Educación Pública, las escuelas perderán más de la cuarta parte de su alumnado de acá a menos de siete años, hay una broma que, cada tanto, se cuela en las reuniones de los directivos de colegios: “En este país es más rentable instalar un residencial de adultos mayores que un centro de enseñanza”.
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