Economía y Empresas > EL HECHO DE LA SEMANA - MIGUEL ARREGUI

Precios, dólar y otros fetiches

Menos inflación en Uruguay, aunque todavía es alta, crece el salario desde 2004 y el dólar da señales de vida
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08 de julio de 2017 a las 05:00
La inflación en Uruguay cayó en junio por quinto mes consecutivo: es probable que el año 2017 cierre con menos de 7%, e incluso cerca de 6%. Ese sería el menor registro desde 2005, cuando la inflación anual fue de 4,9%.
 
El fenómeno se explica en parte por la caída del precio del dólar, que el año pasado rozó los $ 32 y ahora anda en $ 29. Ello redujo el precio de los bienes importados, que en Uruguay, por su pequeñez, son relativamente abundantes. Pero la baja del ritmo de inflación también responde a otros factores, como cierta disciplina monetaria del Banco Central; la caída de algunos precios internacionales decisivos, como los del petróleo; la reducción en términos reales del valor de alimentos y bebidas; y la ausencia de shocks climáticos que afecten la producción. ¿Se acuerdan de los morrones a más de $ 250 por kilo en 2016?
 
Una inflación más moderada es muy buena noticia. Implica menos engaño e ilusión monetaria; significa que salarios y pasividades se erosionan más lentamente, antes del siguiente reajuste, que suele ser anual y corre de atrás. La reducción del ritmo del IPC ayuda a consolidar los aumentos de salarios y pasividades en términos reales.
 
En el último medio siglo, el salario real promedio tuvo su punto más alto en 1971, se desplomó durante la dictadura, tocó fondo en 1984 y luego creció durante 16 años. Cayó abruptamente otra vez en la crisis de 2002 y comenzó a recuperarse en 2004, un proceso sostenido que lleva 13 años.
 
De todas formas, la inflación uruguaya continúa siendo de las más altas del mundo, aunque esté muy lejos de los casos desastrosos, como los de Venezuela o Sudán del Sur. El promedio mundial de inflación en 2016 fue cercano al 1,6%.
 
Desde que Uruguay ingresó en 1951 en la era de la inflación elevada, sus registros sólo estuvieron por debajo de 6% en 1956, en el trienio 1999-2001 y en 2005 y 2009. Apenas seis años en 66.
 
La cultura de la inflación incluye ciudadanos desconfiados, expertos en reajustes y proclives a ahorrar en otras monedas, aunque a veces pierdan dinero. Esa cultura se reforzó con los desastres recurrentes de Brasil y Argentina, que tienen una tradición inflacionaria peor que la uruguaya.

Las cosas mejoraron mucho desde la década de 1990, cuando los gobiernos de la región introdujeron planes de estabilización. De todos modos, el año pasado la inflación en Argentina superó el 40%, y este año sumará entre 20 y 25%. El IPC en Brasil creció 6,2% el año pasado y éste andará en torno a 3 o 4%.
 
Otros países de la región tienen registros mucho más bajos. En Paraguay, por ejemplo, los precios aumentaron en promedio 4,1% el año pasado, en tanto los de Perú treparon 2,7% en los últimos doce meses. La inflación chilena apenas supera el 2% anual.
 
La inflación de Estados Unidos en los últimos doce meses fue de 1,4%, mientras está en 1,3% anual en los 19 países de la Unión Europea que tienen al euro por moneda.
 
En los últimos 80 años, cuando diversos gobiernos envilecieron la moneda uruguaya, la inflación promedio anual superó el 30%. La peor etapa ocurrió entre 1951 y 1991: un promedio de 50% cada año, con picos de 136% (1967) y 129% (1990). En los últimos 20 años el promedio cayó a 8,6% anual, aunque sigue estando muy por encima del promedio mundial.
 
No hay que confundir inflación, que es un fenómeno constante y generalizado, con salto de precios, que es un evento efímero y responde a la trepada abrupta de uno o varios bienes y servicios: una escasez puntual de frutas y verduras, un aumento de impuestos aduaneros. En este caso los precios relativos sufren un fuerte reacomodo y luego permanecen más o menos constantes.
 
Un ejemplo clásico de "salto de precios" es el shock petrolero de 1973-1974, cuando el valor del barril se multiplicó por cuatro tras la guerra árabe-israelí y afectó a casi todo el mundo. Luego habría otros shocks petroleros seguidos por grandes caídas de precios, pues se gestó una enorme producción por fuera del cartel de la OPEP.
 
Un aumento considerable del valor del dólar, como el que debería ocurrir en la región tarde o temprano, empujará el nivel de precios al alza. De hecho, el valor de la moneda estadounidense dio un pequeño salto en Uruguay en la última semana, después de varios meses de languidez.

Se debió a un par de factores. El primero: la rebaja de las tasas de interés de los papeles de deuda uruguaya emitidos en pesos redujo su atractivo para los inversores, que vendieron menos dólares para comprar Letras. Segundo: el real brasileño devaluó alrededor de 10% desde mayo, cuando la última gran crisis política; y la moneda argentina se depreció con fuerza esta semana.

Como los precios relativos en la región se mantienen más o menos constantes –al menos por ahora–, es muy útil mirar las pizarras de los vecinos para saber cómo evolucionará el dólar en Uruguay

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