La madrugada del 10 de julio Coronel estaba recostado sobre el mostrador de la pizzería, mientras el cajero contaba el dinero porque el local acababa de cerrar, cuando un delincuente entró por una puerta lateral apuntando con un revólver y pidiendo el dinero.
Coronel, que estaba vestido de particular, desenfundó su arma y, sin apuntarle ni advertirle que era policía, le pidió al ladrón que bajara el revólver. Pero el delincuente no le obedeció y, apuntándolo, le retrucó pidiéndole al policía que entregara su arma. Coronel no le hizo caso y el rapiñero se lo repitió dos veces más. Luego de advertirle tres veces, le disparó en la cabeza.
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