La ONG Human Rights Watch acusó al gobierno qatarí por la detención arbitraria y abuso de miembros de la comunidad LGBTQ

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Qatar, el Mundial de los goles en contra en materia de derechos humanos

Maltrato laboral, salarios mentirosos, amenazas a quienes reclaman, represión a colectivos LGTBQ y penas por sexo fuera del matrimonio para los asistentes son algunas de las innumerables denuncias que se hacen sobre la organización del torneo
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26 de octubre de 2022 a las 08:56

Con un enojo que, según los periodistas que cubren la organización del Copa del Mundo de fútbol 2022, el emir de Qatar se despachó esta semana contra lo que llamó “una campaña sin precedentes” de críticas contra su país, que realizó una inversión sin precedentes en la historia de los mundiales.

El emir Tamim bin Hamad al Thani aseguró que su país era víctima de “fabricaciones y dobles raseros” y, aunque no los especificó, dijo que había intenciones ocultas contra Qatar en esas críticas.

Es que los cuestionamientos abundan, sobre todo en materia de derechos humanos. Algunos apuntan a las condiciones de trabajo de los miles de extranjeros contratados para las obras, otras apuntan contra la situación de las mujeres y las comunidades LGTBQ, y también se refieren a falsas condiciones en los contratos de las empresas constructoras de la infraestructura y las restricciones para determinadas prácticas sexuales y sociales que sufrirán quienes asistan al torneo.

“Desde que ganamos el honor de organizar la Copa del Mundo, Qatar ha estado sujeto a una campaña sin precedentes que ningún país organizador ha enfrentado”, dijo en un discurso ante el consejo legislativo.

“Inicialmente lidiamos con esta cuestión de buena fe e incluso consideramos que algo de criticismo era positivo y útil, ayudándonos a desarrollar aspectos que necesitaban ser desarrollados”, dijo el emir en su discurso. Y agregó: “Pero pronto quedó claro para nosotros que la campaña continúa, se expande e incluye fabricaciones y dobles raseros, hasta alcanzar tal cantidad de ferocidad que me hace preguntarme, desafortunadamente, sobre las razones y los motivos reales detrás de esta campaña”, añadió.

Denuncias LGTBQ

El enojo del emir se debió a un informe reciente de la ONG Human Rights Watch que acusó a la policía – y por elevación al gobierno – por la detención arbitraria y el abuso de miembros de la comunidad LGTBQ.

En junio pasado, el presidente del comité de organización del Mundial de Qatar 2022, Nasser Al-Khater, afirmó que si alguien exhibe una bandera LGTBQ con los colores del arcoíris en el país árabe durante la competencia, recibirá un castigo de 7 a 11 años de cárcel.

En marzo, durante el congreso que la FIFA celebró en Doha, la FIFA había asegurado que se permitiría la bandera del arcoíris que identifica al colectivo en los estadios, pero las autoridades qataríes apelaron a los extranjeros a respetar su cultura "conservadora".

En Qatar no se reconoce el derecho de las personas a ser inscriptas en su DNI acorde con su identidad de género, mientras que la homosexualidad, que en su código penal está definida como “sodomía”, está absolutamente prohibida.

La ley catarí establece penas de entre 1 y 3 años para "esos actos", incluso para quien “instigue o seduzca a un hombre a cometer sodomía”.

Sexo y latigazos

Las relaciones sexuales entre personas que no estén casadas legalmente son penadas con hasta 7 años de prisión por la legislación catarí. En algunos casos la pena puede llegar a 15 años.

Otro artículo del código penal estipula que “quien tenga relaciones con una mujer mayor de 16 años sin forzarla, sabiendo que no podrá casarse, jamás o de manera temporal, con ella será sentenciado con hasta 15 años de cárcel”. La pena es igual para la mujer.

Las cosas no cambiarán durante el Mundial sino que la legislación correrá sin excepciones para quienes participen del evento. Al-Kather explicó sin medias tintas en junio que el sexo fuera del matrimonio será penado con siete años de cárcel, medida que corre para jugadores, cuerpo técnico, periodistas, oficiales, diplomáticos o aficionados. “No habrá aventuras de una noche durante el Mundial de Qatar”, advirtió.

Hay antecedentes de que la aplicación de la ley puede llegar a extremos sorprendentes. Prueba de ello es el caso de Paola Schietekat, una joven mexicana que trabajaba en Doha, capital de Qatar, que fue sentenciada en febrero pasado a recibir 100 latigazos y pasar siete años en prisión tras haber denunciado una violación.

La sentencia se le impuso precisamente por el artículo 281 del Código Penal catarí, que establece que las relaciones sexuales consensuadas fuera del matrimonio se castigan con hasta siete años de prisión para ambas partes, y si las personas infractoras son musulmanas, al castigo se pueden agregar hasta 100 latigazos.

Sin embargo, Schietekat no fue descubierta manteniendo relaciones extramatrimoniales, sino que denunció la violación, pero al no poder probarla, la denuncia se convirtió para ella en un bumerang, porque para la justicia se convirtió en una “confesión” de haber mantenido relaciones matrimoniales.

Para que quede claro: Paola Schietekat denunció que la habían violado y terminó procesada por tener sexo fuera del matrimonio. Ni su condición de extranjera, ni el hecho de ser una trabajadora temporaria en la organización del Mundial resultaron atenuantes.

Las “zinas” —como son conocidas todas las interacciones sexuales ilícitas para la ley catarí— son sólo una de las manifestaciones más visibles de violencia sistemática contra las mujeres en los países musulmanes.

Condiciones de trabajo

Las críticas a las condiciones en que laboran y viven los trabajadores contratados no son de hoy, sino que datan de la primera etapa de la construcción de la infraestructura mundialista.

Un informe de Amnistía Internacional consignaba ya en 2016: “Migrantes procedentes de Bangladesh, India y Nepal que trabajan en la reforma del emblemático estadio Jalifa y  el ajardinado de las instalaciones deportivas y zonas verdes circundantes, la denominada “Aspire Zone”, están siendo explotados. Algunos son objeto de trabajo forzado. No pueden cambiar de trabajo, no pueden salir del país y suelen tener que esperar meses para cobrar sus salarios. Mientras, la FIFA —organismo internacional de gobierno del fútbol—, sus patrocinadores y las empresas de construcción implicadas se preparan para obtener ingentes beneficios económicos de la celebración del torneo”.

La ONG de derechos humanos denunciaba que había detectado ocho formas de explotación que sufren algunos trabajadores de las obras del estadio Jalifa y la “Aspire Zone”.

“Los trabajadores con los que hablamos habían tenido que pagar sumas que iban desde US$ 500 a US$ 4.300 a contratistas sin escrúpulos en sus países de origen. Muchos están endeudados, por lo que temen dejar su empleo cuando llegan a Qatar”, decía el informe.

También denunciaba las condiciones de vida: “Los trabajadores soportan condiciones de hacinamiento y de falta de higiene y seguridad en sus alojamientos. Vimos a hombres durmiendo en literas en habitaciones para ocho o más personas. Sin embargo, el derecho qatarí y las Normas para la Protección de los Trabajadores permiten como máximo cuatro camas por habitación y prohíben el uso compartido de camas y el uso de literas”, consignaba.

Otras de las denuncias tenían que ver con mentiras en el monto de los salarios prometidos a los trabajadores contratados en el extranjero, retrasos de varios meses en el pago de los sueldos, confinamiento en los lugares de trabajo sin poder salir de una zona delimitada, amenazas de expulsión a quienes hacen reclamos, trabajos forzosos más allá de los límites de las ocho horas sin pago de extras.

Millones en desigualdad

Según el emir, el Mundial es una oportunidad de mostrar “quiénes somos, no solo en cuanto a nuestra economía e instituciones, pero también en cuanto a la identidad de nuestra civilización”.

“Es una gran prueba para un país del tamaño de Catar que impresiona al mundo entero con lo que ya ha conseguido”, afirmó.

En el mismo sentido se pronunció esta semana Luca Visentini, secretario general de la Confederación Europea de Sindicatos, que dijo que el Mundial de Qatar es “una historia de éxito”.

El presidente de la FIFA, Gianni Infantino fue más allá y aseguró que la copa del Mundo del país árabe será “la mejor de todos los tiempos”.

No dijo nada de los reclamos de indemnizaciones de los trabajadores que han sufrido accidentes o maltrato laboral durante todo el proceso, que ya suman US$ 400 millones, el mismo monto que el del premio que recibirá la selección ganadora del torneo.

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