El Loco entró a una fiesta ajena. Caminó con los zapatos en la mano los metros que separan el vestuario del Franzini del banco de suplentes. Curiosamente, aquella tarde de invierno era local, pero la gente de Liverpool lo hizo sentir. La cancha estaba pintada de negro y azul. Domingo 4 de junio de 1995. El negro de Belvedere iba por el campeonato y su gente llenó la cancha.
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