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Roberto Blatt, director del ICAU: "Se está hablando de recortes y no ha habido ninguno"

El director habló sobre los primeros meses de su gestión, de las plataformas que están filmando en el país, y de la reciente movilización del sector audiovisual contra la ley del Presupuesto
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22 de octubre de 2020 a las 05:03

Roberto Blatt (71) está viviendo el período más excepcional de su vida. No esperaba estar en Uruguay a esta altura, pero lo está. No esperaba ser el director de Instituto del Cine y Audiovisual Uruguayo (ICAU), y lo es. No esperaba que la pandemia convirtiera al país en una suerte de oasis para los rodajes internacionales, y en eso estamos. Blatt, que asumió en junio y ya ha tenido que coquetear con situaciones inéditas y bienvenidas como la participación en masa de productores uruguayos en el pasado Marché du film del festival de Cannes, tampoco esperaba encontrarse con una suerte de conflicto en puerta en el comienzo de su gestión, pero pasó. La semana pasada, un plenario audiovisual llamó a los legisladores a no votar un artículo de la ley de Presupuesto que deroga la indexación del Fondo de Fomento Audiovisual, y se lanzó un comunicado rechazando la medida. Y Blatt, que dice haberse enterado de la situación por la misma prensa, habla ahora del tema, de su aterrizaje en el país y de todo lo que el sector, cada vez más profesional y clave para el país, está enfrentando.

¿Qué puede sacar en limpio el cine de la pandemia?

Uno de los defectos que nos atribuyen de forma genérica y equivocada a los uruguayos es que no tenemos reflejos. Que somos más bien conservadores, que tardamos en aprovechar las oportunidades. Pero esta pandemia demostró que no somos así, que podemos tomar decisiones muy rápidas. Creo que eso va a permitir cambiar nuestra imagen. No solo proyectarla, sino convencernos a nosotros mismos de que no somos así. Esta es una historia del éxito dentro del desastre por la que nos podemos felicitar, y en la que hemos sido socios todos. Aunque el audiovisual ha sido particularmente beneficiado porque se está rodando, otros segmentos que no han sido tan beneficiados han sido menos perjudicados que en otros países por la crisis.

¿Cree que hubo una respuesta adecuada de las autoridades respecto a las políticas culturales en pandemia?

El cambio de las políticas culturales comenzó antes, porque se empezó una transformación que se requería desde hace años. Se racionalizaron los diferentes segmentos de intervención y apoyo estatal en el mundo de la cultura. Se crearon nuevos institutos y se está organizando una política que era, en general, más bien caótica y ad hoc, y no por el gobierno anterior: la tradición de gobernanza de la cultura ha sido más bien irregular. Mariana Wainstein (directora de cultura) trajo orden, criterio, seguimiento y objetivos. Una vez en pandemia, las autoridades se apresuraron a generar un fondo de apoyo al mundo de la cultura, que estaba sin trabajo y ningún ingreso. Está claro que eso pudo paliar solo un poco el sufrimiento, porque Uruguay, al fin y al cabo, tiene los medios que tiene, pero creo que se ha ido lejos. En realidad hubo mucho más apoyo del que se reconoció por parte de algunos sectores, probablemente por razones políticas.

¿Pero se podría haber hecho más?

Siempre se puede. Pero se tomaron decisiones. Hubo ayudas vitales. Avanzamos lo más rápido posible en la apertura de las salas y en el apoyo de los espectáculos, siempre en el marco de la prudencia. Y, por suerte, no tenemos que lamentar grandes consecuencias.

Como hombre de cultura, ¿no le hacía ruido que los shoppings estuvieran habilitados antes que las salas de espectáculos?

Por supuesto que me genera una cierta intriga, pero tenemos que tener en cuenta que, al fin y al cabo, la sociedad se mueve por intereses, que hay grupos muy poderosos, y que es más o menos natural e inevitable que puedan incidir más rápido que otros. Lo bueno de este país es que tenemos un sistema garantista democrático avanzado que permite equilibrar los excesos. Si miramos la situación hoy, creo que se logró el equilibrio y se manejó correctamente.

Usted ha reiterado que este gobierno se comprometió a apoyar la industria audiovisual en esta gestión. En la ley de Presupuesto, sin embargo, se estipuló la anulación de la indexación del Fondo de Fomento votada en 2018 por el Parlamento, algo frente a lo que el sector audiovisual se manifestó en contra y que se criticó fuertemente. ¿No sale debilitado el sector y el fondo con esta resolución?

Desde el punto de vista del marketing y la imagen, posiblemente. Pero en términos reales, el gobierno se ha comprometido y ha concretado. Se está hablando de recortes y no ha habido ninguno. Efectivamente se ha eliminado la indexación, pero no solo para nuestra industria, sino en general. Lo decidió el Ministerio de Economía para luchar contra una posible inflación causada por la pandemia y la crisis. Y como nosotros tenemos una ley que garantiza esa indexación, el artículo se reformó. Si eso se hubiera utilizado como excusa para reducir y recortar el presupuesto hubiera entendido la reacción de algunos grupos del audiovisual. Pero no solo que no hubo recortes, sino que, para compensar la eliminación de ese ajuste en estas circunstancias tan excepcionales, se nos han garantizado para el 2021 varios millones más de lo que nos hubiera tocado por el ajuste. Por lo tanto, me es absolutamente incomprensible esta reacción extrema. Entiendo la inquietud, porque la indexación genera esa ilusión de seguridad en el futuro. Pero no es una realidad. La seguridad que da el gobierno, a pesar de esta anulación, ha ido más allá. En principio, tenemos el compromiso de que, año tras año, en rendición de cuentas podremos volver a pedir aumentos. Y también estamos a punto de cerrar las nuevas bases del PUA (Programa Uruguay Audiovisual), que es un proyecto piloto que termina este mes y que queremos que siga por cinco años más. Supongo que esta reacción es producto de la ansiedad, porque, en términos concretos, racionales y objetivos, no había ninguna razón para algo así. Comparto la inquietud y la preocupación, pero deberíamos estar celebrando que a pesar de la crisis y las dificultades estamos mejorando y ampliando los recursos en lugar de generar una situación incómoda. No queremos de ninguna manera generar una situación de enfrentamiento.

¿Hubo conversaciones entre el ICAU y los directivos de Asoprod sobre el tema en estos días?

No. Lo que sí hubo fue una reunión con la directora de Cultura en la cual yo estaba presente y se le informó a delegados y dirigentes de Asoprod que, este año, después de esta eliminación, íbamos a mantener lo previsto por la indexación e ir más allá en casi cinco millones más de lo que hubiera aportado esa actualización.

¿Para el fondo de fomento?

Específicamente. Y eso fue informado a dos dirigentes centrales antes de la reacción. Creo que cuando las aguas se calmen nos vamos a sentar sobre las cifras reales y vamos a constatar que la situación es todo lo contrario de lo que se teme.

¿No cree que es una reacción lógica dado que el primer mensaje del gobierno, al menos de carácter público, es cortar con algo por lo que ese mismo sector peleó por años?

Es posible. Aunque los interesados más directos de la industria conocen perfectamente bien la evolución del PUA y de su ampliación a cinco años, y que está más o menos aprobada. Recibieron la información. Es cierto que ,en términos de lo puramente público, lo primero que se conoció fue esta medida. Y sí, en ese sentido se puede haber llegado a la conclusión de que, para tener al gran público movilizado, convenía expresar esta actitud. Yo creo que fue algo desproporcionado.

Y desde el ICAU se reafirma que esto no es un recorte. Y que el fondo no se debilitará.

Absolutamente. Nosotros estamos del mismo lado. Mi tarea y la de esta institución es articular, arbitrar y mejorar la capacidad de comunicación entre el estado y la industria, y, en muchos casos, la postura del ICAU suele estar más cerca de los beneficiarios que a los de su jerarquía natural. Porque eso es lo que tenemos que hacer para cumplir correctamente la tarea por la que nos pagan. Me gustaría que este tema que se solucione cuanto antes para que no queden malas sensaciones y afecte un diálogo que ha sido extremadamente beneficioso y productivo. Creo que estamos dejando claro contra aquellos que temían no se qué tipo de excesos ideológicos que estamos haciendo lo contrario; que queremos incentivar la participación y la inversión de lo privado en la cultura, pero sin descuidar el fomento público.

¿Qué tan político considera su puesto?

Yo encaro un desafío técnico y profesional. Tengo muchos años en este tema y me alegró que, independientemente de posibles elucubraciones sobre cuál es mi preferencia político-ideológica, lo mío se trate de favorecer las necesidades del audiovisual. Lo encaré así desde el primer día. Cuando me sienta bajo presión política o en contradicción con lo que entienda desde el punto de vista profesional, tendré que abandonar el puesto. El tema político para mí es irrelevante, excepto cuando admito ser un personaje político en el sentido de que administro recursos públicos. No represento ningún tipo de ideología u objetivo partidista de ningún tipo.

El cine uruguayo tiene varios prejuicios contra los que ha luchado durante años, y en el marco de la discusión sobre el fondo de fomento reapareció aquel que menciona la necesidad que tiene el Estado de invertir y financiar al sector. La frase suele ser “porqué se debería financiar el capricho o el hobby de unos pocos”. ¿Cómo se puede cambiar ese pensamiento que existe y es, a todas luces, equivocado?

Esos prejuicios han demostrado que la mayor parte de los uruguayos no conoce su propio cine. En primer lugar, al cine uruguayo se le ha ayudado un poco en un proceso de nacimiento y asentamiento, y eso ha pasado en todas las cinematografías del mundo. Hubo créditos blandos hasta para Hollywood. Y ni que hablar del cine europeo, que hasta hoy está subvencionado en gran medida, y, en muchos casos, como en Francia, con porcentajes muchos más altos que en Uruguay. Por lo tanto, el hecho mismo de que se apoye a una industria naciente es algo que vale la pena, y vale en cine y cualquier otro sector. ¿Por qué apoyamos tantas investigaciones de ciencia teórica cuando solo una mínima fracción llega a tener algún resultado económico? Es un disparate. Cuestionarlo es no entender el proceso creativo. Las inversiones de actividades creativas son fundamentales para que, en algún momento, reporten beneficios que no necesariamente tienen que ser económicos, sino espirituales o culturales. Por lo tanto, ese argumento no tiene sentido.

¿Uruguay puede tener una industria similar a las que se han generado en algunos países de la región?

Tenemos que convertir nuestras desventajas en ventajas. No podemos competir en mercado local con Brasil, Argentina, México o España. Tenemos que seguir ejemplos distintos. El caso coreano es interesante, el rumano, el belga, el danés, el finlandés. La pandemia además propulsó el intercambio virtual global, y el audiovisual se adapta mejor que cualquier otro producto a esta ultraglobalidad digital. Por lo tanto, Uruguay tiene una oportunidad grande para hacerse presente y competir en ese gran mercado digital porque hasta en eso tuvimos suerte y criterio. Porque llegamos a este momento con una industria madura. Todos los esfuerzos que se hicieron en su momento para El baño del papa, Whisky o 25 watts, todo eso nos llevó a que hoy somos capaces de adaptarnos a cualquier formato que requiera el medio. Llegamos en un momento en el que, a pesar de la crisis, las oportunidades se han multiplicado exponencialmente. Y se ve en la llegada de Amazon, HBO, Netflix y lo que todavía queda por venir.

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