La mujer tomaba sol en el frente de la casa y se acercó amablemente. Atrás la siguió un niño de cerca de 9 años que la tomaba de la pierna y no se despegaba. Hace días que no duerme si no es con ella y, durante la conversación, no le sacó los ojos de encima. Hace algunos días que perdió parte de su inocencia. También la perdió su hermana mayor, de 17 años, que desde que a dos cuadras de su casa encontraron dos mujeres descuartizadas no quiere salir de su casa. El vecino, al que su madre conocía hace más de 15 años, tenía los restos humanos en una cámara séptica y en una heladera, que aún yacen junto a escombros pegados a la casa, a la vista de cualquier persona que pase por ahí.
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