Se derrumba la imagen de Alberto Fernández y Cristina toma el protagonismo de la campaña

En los últimos días, ante la pérdida de apoyo al presidente por parte de la opinión pública y ante el desánimo de la propia militancia peronista en la recta final de las elecciones legislativas, Cristina retomó el protagonismo, poniéndose la campaña al hombro. Es así que, luego de mucho tiempo en el que no se los veía juntos, ahora el presidente y la vice comparten actos proselitistas.

El tono de los discursos es siempre el mismo: se admite la gravedad de la crisis económica y social -se estima que el nivel de pobreza crecerá en la próxima medición por encima del 40%- pero se lo justifica con dos argumentos fundamentales: el impacto de la pandemia y una dura crítica a la herencia que dejó el gobierno de Mauricio Macri, al que se le atribuye todos los problemas económicos presentes.

Así, Alberto Fernández, tras admitir su “error” por haber violado la cuarentena estricta hizo un pedido público de disculpas, pero vino acompañado por críticas a la oposición.

“Fue un error, lo asumí y pedí disculpas. Pero lo que todos ustedes deben saber que nunca me van a escuchar pedir disculpas porque cerré el Ministerio de Salud, el Ministerio de Educación o el Ministerio de Trabajo. Nunca me van a escuchar pedir disculpas por arrodillarme frente al FMI y endeudé a la Argentina y a generaciones de argentinos como otros hicieron”, afirmó el presidente, en un acto realizado en el feriado del general San Martín. El mismo día, en la Plaza de Mayo, miles de personas organizaban la “Marcha de las Piedras”, una especie de duelo colectivo en el que se homenajeaba a los 110.000 fallecidos por covid.

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Al presidente se lo había notado irritado por las críticas que había recibido en los medios de comunicación y por parte de los opositores, que amenazaron que hacerle un juicio político. Pero, también, y acaso más que nada, estaba enojado por las críticas internas.

Por caso, el ministro de seguridad bonaerense, Sergio Berni, lo fustigó por haber trasladado la responsabilidad de la transgresión a la primera dama, Fabiola Yáñez, que había organizado una reunión familiar en la residencia presidencial.

“Si entregamos a nuestra compañera a la primera de cambio con el solo objeto de salvar nuestro pellejo, es difícil que nos crean capaces de defender los altos intereses de la Patria”, escribió Berni en una carta muy comentada. La crítica no se limitaba al episodio de la fiesta de cumpleaños y la justificación del presidente, sino que cuestionaba su estilo de liderazgo.

En otro tramo le reclamó “que asuma la realidad de un país que necesita como nunca de firmes liderazgos que ofrezcan templanza, capacidad de trabajo, visión estratégica, comprensión del país que se pretende conducir y compromiso y solidaridad con quienes nos eligieron para que resolvamos los problemas de la vida cotidiana”.

Y el motivo por el cual esta carta tuvo tanto impacto es porque todo el ámbito político sospecha que tenía el visto bueno de Cristina Kirchner. Es poco probable en Argentina que un dirigente kirchnerista haga una crítica tan visceral al mismísimo presidente sin, por lo menos, notificar antes a la líder del kirchnerismo.

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No sería la primera vez que ocurriera una situación parecida. En muchas otras ocasiones, Cristina había elegido vías indirectas para hacer saber su malestar con decisiones de Alberto Fernández. Por ejemplo, al elogiar un artículo periodístico en el que se cuestionaba la política de acercamiento del presidente hacia las gremiales empresariales. O al avalar proclamas  -firmadas por referentes kirchneristas pero no por la propia Cristina- en las cuales se defiende la necesidad de avanzar con estatizaciones de empresas privadas y con el cobro de mayores impuestos a los sectores de ingresos altos.

“Vos poné orden”

Fue en ese contexto que se dio la reaparición conjunta del presidente y su vice, ante la expectativa de la prensa y de todo el ámbito político. En uno de esos actos, Cristina, luego de la consabida crítica a Macri, le dio consejos a Alberto Fernández.

“Alberto, vos tranquilo, poné orden en lo que tengas que poner orden, no te pongas nervioso, y metele para adelante”. También habló de cómo la prensa magnificaba los errores del gobierno peronista pero minimizaba las denuncias contra Macri y sus funcionarios.

En todo caso, lo que quedó en claro es que Cristina calificaba el episodio de la fiesta de cumpleaños como un error, que no aprobaba la reacción irritada de Alberto y que, cuando le pidió poner las cosas en orden no se estaba refiriendo apenas a controlar más de cerca las actividades sociales de Fabiola, sino a mejorar aspectos de la gestión.

A esa altura, ya se venía percibiendo en el oficialismo nerviosismo por la pérdida de apoyo popular. En la provincia de Buenos Aires, que acapara toda la atención, hay paridad de intención de voto, luego de una “fuga” de votantes peronistas de orientación moderada hacia otros candidatos.

Según Mariel Fornoni, de la consultora Management & Fit, siete de cada 10 argentinos califican a la situación económica del país como “muy mala”.

“Y lo peor de todo es que seis de cada 10 cree que va a estar peor”, agregó la encuestadora, para quien se está evidenciando una masiva caída en la confianza hacia el gobierno: siete de cada 10 argentinos creen que no tiene capacidad de llevar adelante la gestión”.

Si la situación del oficialismo ya era grave, el “affaire cumpleaños” agravó la situación. La difusión de las fotos hizo que el tema llegara a ser conocido a nivel masivo y que no quedara acotado al público politizado. De hecho, un 91% responde estar al tanto del episodio. Y un 20% de quienes habían votado al peronismo en la última elección dijeron que ese hecho lo había decidido a cambiar de voto.

Otra encuesta, de la consultora Synopsis, planteó una “pregunta abierta” para que la gente dijera qué sensación le provocaban las fotos del cumpleaños en Olivos. Las palabras más mencionadas fueron “bronca”, “indignación” y “asco”. Casualmente, las mismas palabras habían sido mencionadas a comienzos de año, cuando estalló el escándalo del “vacunatorio VIP”.

En aquella ocasión el fusible fue el ministro de salud pública, Ginés González García. Pero esta vez no hay fusible posible. Es por eso que la versión que está corriendo en el ámbito político es que el video que se conoció luego de las fotos fue difundido por el propio gobierno, de manera de dar por superado el incidente lo más rápido posible y evitar que esas imágenes se dieran a conocer más cerca de la fecha electoral. Por otra parte, se especula con otra noticia que atenuaría el malhumor hacia el presidente: hay fuertes rumores de que Fabiola está embarazada y se haría un anuncio oficial.

Los militantes reclaman el liderazgo de Cristina

Pero, sobre todo, si algo quedó en claro tras este último escándalo es que Cristina Kirchner siente inevitable su regreso a una posición más protagónica. Lo dejó ver con frases y gestos. En los actos en los que apareció junto a Alberto Fernández lo retó en público por tomar agua del pico de la botella, le hizo acotaciones y correcciones a su discurso, pidiéndole el micrófono para interrumpirlo mientras él hablaba.

Y siempre dejó en claro que no había que centrarse en el momento actual sino en que su proyecto político necesitaba de varios períodos presidenciales para llevar a cabo su programa.

Los politólogos creen que esa actitud de Cristina obedece a una necesidad política: la imagen de Alberto Fernández, que había superado a un 60% de aprobación al inicio de la pandemia, hoy cayó debajo de los 25 puntos. Y el temor ya no es que los votantes independientes voten a la oposición, sino que hasta haya un desgaste en el propio “núcleo duro” del peronismo.

“Hoy estamos hablando de un escándalo político, que es lo que se ve en la superficie, pero lo que hay en el fondo es una crisis de liderazgo presidencial, que ha socavado su autoridad y credibilidad”, analiza el politólogo Lucas Romero, de la consultora Synopsis.

Y agrega que ante esa debilidad, Cristina percibe que tiene que salir a protagonizar la campaña para contener a la masa del votante kirchnerista, con un discurso agresivo hacia Mauricio Macri. De esa forma, el mensaje de Cristina es que, por más críticas que se le puedan a hacer a este gobierno, la alternativa es peor.

Una encuesta de Synopsis le preguntó a los votantes de la coalición de gobierno a quién percibía como líder, y un contundente 62% mencionó a Cristina mientras apenas un 20% nombró a Alberto Fernández.

Y el politólogo advirtió que este protagonismo de Cristina no se limitará a la campaña electoral, sino que podría ser la tónica de la segunda mitad del mandato presidencial: “Si el resultado electoral es adverso para el gobierno, la coalición se va a ver en la necesidad de apuntalar el liderazgo de Alberto Fernández y eso va a implicar para el kirchnerismo desembarcar decididamente en el equipo de gobierno tomando las decisiones más importantes”.