Por las canchas de baby fútbol de Canelones andan corriendo alrededor de 10 mil niños todos los fines de semana, que están nucleados en 72 clubes en ocho ligas. Esas instituciones, como en la mayoría de los casos del fútbol infantil en Uruguay, se manejan a pulmón y con el esfuerzo de padres, tíos y abuelos que suman esfuerzos para mantener el espacio en el que los pequeños sueñan con ser Luis Suárez o Edinson Cavani.
En invierno la actividad irremediablemente debe terminar antes porque el sol se oculta más temprano. En verano, para que jueguen todas las categorías, hay que empezar a jugar a las tres de la tarde con el sol pegando a pleno y temperaturas elevadas. Estas situaciones, sumadas a otras vinculadas al tratamiento de los niños, fueron abordadas en el departamento canario para realizar una reconversión del fútbol infantil.
Las primeras modificaciones apuntaron a aspectos sociales, por encima delos deportivos. Por ejemplo, cursos de capacitación para entrenadores pero con objetivos que no solo están dirigidas a la formación desde lo técnico sino al trato con los niños.
El siguiente paso de esta transformación, casi en simultáneo, fue jerarquizar lo deportivo y procurar a través de la iluminación de las 72 canchas de fútbol infantil que tiene el departamento, para que los niños pudieran formarse en mejores condiciones. La iluminación es a costo cero porque el gasto de electricidad corre por cuenta de la Intendencia.
Alejandro Pereda, director de deportes de la comuna canaria, explicó a Referí el alcance de un proceso que se viene desarrollando desde hace más de una década para llegar a cristalizar en el sueño de la cancha propia iluminada.
“Cuando empezamos a trabajar en el área infantil descubrimos que más allá de la actividad deportiva de los niños hay todo un movimiento social enorme. Y ahí nos planteamos profundizar el trabajo. Hay 72 clubes en el departamento que están distribuidos en ocho ligas. Y todos esos niños involucrados en esos clubes, que son unos 10 mil, implican el doble o más de adultos vinculados y se genera un movimiento social enorme. Todos detrás del niño que el domingo juega al fútbol. En esos lugares hay gente que realiza un trabajo impresionante de forma voluntaria que sería impensado si se tuviera que contratar entrenadores, entonces decidimos generar programas de apoyo a ese movimiento social”, comentó Pereda a Referí.
¿En qué consistió el apoyo? Primero se apuntó a capacitar a los orientadores técnicos. Pero no para ganar. Lo más importante es que debían tener en cuenta que tratan con niños.
“Eso es vital, son niños y entendimos que el que estaba a cargo por lo menos tenía que saber lo que no debía hacer con un niño. Fue así como le pedimos a la Organización del Fútbol Infantil (ONFI) que nos habilitara a dar los cursos de orientadores técnicos en el departamento a la sección deportes de la Intendencia”.
El pedido apuntó a capacitar a la mayor cantidad de gente posible. Porque ONFI daba un curso por año y la comuna brinda uno por liga por año. Lo hacen en forma gratuita. El único requisito que pusieron fue que las ligas lo tuvieran como obligatorio para todos los entrenadores.
A ello se sumaron espacios que habilitan a pensar. Como por ejemplo los encuentros destinados al intercambio de ideas sobre la filosofía de trabajo “para que los entrenadores se pregunten para qué están ahí, qué debemos hacer con los niños, debe ser tan competitiva esta actividad o no. Esto es para ir cambiando de a poco la cabeza del fútbol infantil de padres el fin de semana atrás de un tejido solo esperando que el niño corra y haga el gol”, acotó Pereda.
Con el paso del tiempo se empezó a visualizar otra dificultad. Los niños que concurren a la escuela en horario nocturno salen a la hora 17. Mientras llega a su casa y se cambia para ir a la cancha, no les queda tiempo para entrenar porque el sol se oculta más temprano en invierno.
De ese modo empezó a germinar la idea de iluminar las canchas. Claro que se encontraron con la barrera de que clubes no podían asumir los costos.
“Algunas de las cuestiones que nos planteaban eran las dificultades financieras. Era imposible asumir el costo de pagar la luz cuando la mayoría de los clubes la pelean hasta para trasladar a los niños a jugar de visitantes y esa dinámica es permanente”, dijo Pereda.
Fue entonces que la comuna asumió la inversión. Y dentro de su plan de reconversión del fútbol infantil decidió salir a iluminar todas las canchas.
“El costo de la luz de la cancha queda a nombre de la Intendencia por lo que es un alivio económico. En invierno se puede practicar hasta más tarde. Y en verano no es necesario jugar a las dos de la tarde porque prenden la luz y pueden jugar de noche”, comentó Pereda a Referí.
Para lograr iluminar todos los escenarios primero se debió firmar un convenio donde la comuna cedió predios en comodato. A partir de eso se colocaron las columnas, los focos y los contadores de energía.
El director de la comuna canaria concluyó diciendo que “ahora solos nos queda poner el contador a nombre de la Intendencia en los clubes que por su cuenta tenía red lumínica para culminar el proyecto con las canchas de los 72 clubes iluminadas”.
De esta forma, el fútbol infantil comienza a recorrer un camino diferente, en la primera etapa de formación en el deporte.
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