Un preso denunció haber sido violado por sus compañeros de celda.

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Segundo caso de tortura en cuatro meses pone en la mira la gestión en el Comcar

Autoridades señalan que el riesgo de abuso en las cárceles es permanente
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07 de enero de 2022 a las 05:00

El preso salió corriendo de su celda pidiendo auxilio apenas la guardia abrió las puertas. Detrás de él salió otro preso, con un corte carcelario en la mano, que pretendió atacarlo y que fue detenido. 

Pasó el martes pasado a las 7 de la mañana, en el sector C2 del módulo 10 de la Unidad 4, ubicada en Santiago Vázquez, a apenas cuatro meses de que otro preso, en el módulo vecino del Comcar, fuera secuestrado y torturado. 

En el caso de este martes, el recluso que pidió ayuda denunció ante los policías que dos de sus cuatro compañeros de encierro lo habían violado. También dijo que fue víctima de fuertes maltratos y que era sometido y obligado a limpiar la celda y a lavarles la ropa a sus victimarios, bajo amenaza.

Trasladado al médico de guardia, se le constataron quemaduras, heridas cortantes y erosiones en varias partes del cuerpo y una herida punzante en un glúteo. Así lo pudo saber este jueves El Observador, basado en fuentes penitenciarias. La información primaria la había aportado el periodista Gabriel Pereyra en Twitter.

De lo denunciado se dio cuenta a Fiscalía de Flagrancia de 1° Turno, que derivó el caso a Fiscalía de Delitos Sexuales de 6° Turno, que lleva adelante la investigación. El Instituto Nacional de Rehabilitación (INR)  dispuso las actuaciones administrativas correspondientes para determinar cómo sucedió todo. Su titular, Luis Mendoza, está de licencia. 

El preso que alegó haber sido víctima de esta situación fue cambiado de módulo. Los dos denunciados como agresores, trasladados al centro de derivación ubicado en Punta de Rieles. 

Una lucha cotidiana

Se trata de un caso que tiene similitudes con otro ocurrido en setiembre del año pasado, en el vecino módulo 11 de Santiago Váquez. Allí, un preso de 28 años fue encontrado por un operador penitenciario con un cuadro de desnutrición y signos de maltrato. El hombre fue "extorsionado por parte de uno o más compañeros de celda durante varios días",  según la información oficial. El recluso estuvo entre 40 y 60 días en esa situación.

“Este muchacho estaba con un estado de estrés postraumático parecido a un náufrago o alguien que vive una penuria extrema”, manifestó en ese entonces el comisionado parlamentario penitenciario Juan Miguel Petit en rueda de prensa. 

Al respecto, desde el Ministerio del Interior se marcó este jueves lo que entienden como una diferencia entre los dos casos, principalmente, porque “nada indica” que el preso alojado en el módulo 10 estuviera secuestrado por parte de sus compañeros. “Claramente la policía estaba presente y le prestó ayuda”, se afirmó a El Observador. Además, según se señala, el preso salía habitualmente de su celda e incluso recibía visitas de sus familiares. El último encuentro fue el pasado 24 de diciembre. 

El Ministerio del Interior reivindicó que, luego de lo sucedido en el módulo 11, se tomaron allí medidas suplementarias para evitar la repetición de los hechos. Hay dos controles diarios y conteo en todas las celdas. 

Además, se dispuso un chequeo generalizado en toda la población carcelaria. El trabajo, a cargo de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) relevó ya el estado de salud de 5.000 presos. En el ministerio se señala que los resultados preliminares "no fueron tan malos" pese a haberse detectado una fuerte presencia de adicciones en esa población. 

Si en algo coinciden operadores y autoridades es en que este tipo de casos constituye una "lucha cotidiana". Al respecto, desde el ministerio se remarcó que casos así "hubo toda la vida". 

El abuso y el sometimiento entre presos en distintos grados constituye uno de los desafíos más grandes del sistema. La convivencia forzada y antinatural que, según los expertos, significa la prisión, a lo que se agrega la falta de actividades, deriva en que el riesgo de abuso por parte de los más fuertes sea permanente. 

Pese a estar en mejores condiciones, el módulo 10 de Santiago Vázquez tiene muchas similitudes con el 11. Ambos constituyen una subunidad dentro de la prisión, y son considerados lo peor del sistema carcelario. 

Luego de lo sucedido en setiembre el director de ambos módulos, José Álvez, fue trasladado a otro sector de la cárcel. Hasta el momento, la investigación correspondiente no dio resultados concluyentes. 

Los módulos fueron incluidos en la lista de sitios en donde, según el ministro Luis Alberto Heber, “se violan los derechos humanos, no desde ahora, sino desde hace mucho tiempo". En su última vista al Parlamento, el 24 de noviembre, el jerarca fue lapidario: lugares como esos "no pueden rehabilitar a nadie". 

Su esperanza está puesta en las 3.550 plazas que podrían generarse con la construcción de tres nuevas cárceles que están proyectadas bajo un nuevo formato de contratación. Las obras de dos de ellas, a ubicarse en Tacuarembó y en Artigas, fueron adjudicadas la semana pasada. Eso permitirá, según el ministro, acondicionar los módulos 10 y 11 del Comcar. "Está claro que no los voy a poder implosionar", ironizó. 

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