Graciela Álvarez, la madre de Sergio Rochet, contó a Referí varias anécdotas de distintos momentos sobre la carrera de su hijo, quien se prepara para su primer mundial en Qatar 2022. Además, mostró su colección de camisetas, guantes y objetos del Chino que guarda en su casa de Nueva Palmira.
“El hobby, la bandidada de él, era ir a cazar pájaros a la hora de la siesta”, contó Graciela. “Salían con la onda desde chiquitos. Y era un peligro. Iban a cazar pájaros, aperías, patos… Y la pesca también es un hobby hasta hoy, un cable a tierra, él momento que tiene, caña y a pescar, o a acampar. Eso lo heredó del padre y de los abuelos”.
La ida a Montevideo y las postas de pescado
“A uno desde acá le daba un no sé qué que se fuera solo”, recordó la madre de Rochet cuando se fue a Danubio con 13 años. “Y ahí comenzó. Fue medio bravo para él y para nosotros también, salir desde el pueblo. A Montevideo habíamos ido pocas veces. Le costó. Estaba de casita en casita, además era medio travieso a esa edad de 13 años. Él iba al liceo”.
“Le mandamos cajas con encomiendas. Hasta que después se fue la hermana a estudiar a allá, le mandábamos a ella, se juntaban ahí y se repartían. ¿Si pedía algo especial? Cosas dulces, algunas galletitas”, agregó.
“Cuando estaba en Danubio había una pescadería cerca de la sede y el hombre de la pescadería sabía que si lo veía venir, era porque había algo que no le gustaba mucho en la casita. Y el hombre le preparaba unas postas de pescado. Y eso para él era un lujo, me decía, ‘comí pescado, mamá’. Qué era algo que le gustaba. En la casita como que estaban medio cansados de la comida de olla”.
Cuando se fue a Holanda estuvo muy poco tiempo solo. “Después vino en vacaciones, se casó acá y se fue con María José, su señora. Ahí cambió todo, de estar solo a estar acompañado”, contó Graciela.
Sergio tiene tres hijos. “Sara que cumplió 5 años, Máximo de 2 y Ema la más chiquita de 9 meses. Son amorosos. No nos vemos mucho, más que nada en videollamada, pero son tan buenitos... Sergio y la señora son de no estar mucho en las redes, son de bajo perfil, y los niños como que no están al tanto de que su padre es futbolista. Van a la cancha a veces, pero son más tranqui”.
“No sabían de él”, dice Graciela cuando recuerda la vuelta de Rochet al fútbol uruguayo para atajar en Nacional y cuando muchos se preguntaban quién era el arquero.
“Para nosotros, como familia, que esté en Nacional es tenerlo acá cerca. No quisiéramos que se fuera nunca de Nacional porque vos sabés que está acá en el país. Y después el sueño de jugar en un cuadro grande, el más grande del Uruguay. Y ahora cuando dicen se va a ir después del Mundial ¡Ay no, qué no se vaya! Qué no se vaya lejos. Pero bueno, él tiene que ver lo mejor para su futuro, pero nosotros quisiéramos que se quedara acá”.
“Cuando hay partido de Sergio, sea de Nacional o la selección, yo voy a la capilla que hay acá cerca. Así esté lloviendo o si me llego a olvidar, igual voy de noche antes de que arranque el partido. Es una cábala, si entro o no entro a la capilla, ir ya es una cábala”, contó Graciela.
“Las veces que no fui se ha golpeado o han perdido. Me hicieron acordar que hoy no fui… (dijo el día de la visita de Referí a Nueva Palmira y fue a la capilla minutos antes del comienzo del partido Uruguay-Irán). Después, bandera, camiseta al lado de la tele, alguna vela, San Expedito. Lo veo muy nerviosa al partido”.
“¿Los penales? Faaa, es un tema los penales… Si estoy con mi madre, que a veces lo voy a ver con ella, agarramos una foto de mi mamá y de mi papá, que falleció, y lo abrazamos y trenzamos los dedos y decimos alguna palabra. Es una cuestión de fe para que nos puedan ayudar. Es el momento de más nervios, ¡es tremendo!”.
¿Cada cuánto se mensajea Graciela con su hijo? “Antes de los partidos le mando un mensaje de suerte. Pero a veces no los ve. Siempre le mando un mensaje o un audio, con la abuela a veces porque él es muy de la abuela. Y me pone ‘gracias má”, o ‘después te llamo’”.
“Y después de los partidos siempre le mandó, antes de que termine, un ‘estuviste muy bien’ o 'felicitaciones'. Y él me pone ‘después hablamos’. ¿Indicaciones? No, solo para felicitarlo. No soy de opinar y a él no le gusta mucho que le comenten o le pregunten. Yo sabiendo que está bien, ya está”.
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