Gonzalo Civila durante las manifestaciones contra la reforma educativa

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Socialistas se desmarcan de Pereira y asumen discurso radical que preocupa en el FA

El PS, reivindicado en su momento por Reinaldo Gargano como un "horcón del medio" en el Frente Amplio, preocupa a sectores de la izquierda por sacrificar su pragmatismo en aras de exaltar el discurso más ortodoxo
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22 de septiembre de 2022 a las 05:04

Los expertos pintan al partido más viejo de la izquierda como un fruto de las tensiones constantes. Una es maquiavélica, entre "leones" que son intransigentes con sus principios y "zorros" más astutos para acoplarse a su realidad. Otra es la puja entre "dos almas", una de ellas enraizada en el fundador Emilio Frugoni con un pensamiento más racional, y la otra en Vivian Trías, más sensible al clamor popular. 

Ese Partido Socialista, reivindicado como el "horcón del medio" en el Frente Amplio por un histórico –y ortodoxo– dirigente como Reinaldo Gargano, despierta la "preocupación" en dirigentes de un amplio espectro de la fuerza política, que observan un viraje inflexible con el pragmatismo exigido por las circunstancias, en aras de preservar su expresión de izquierda más radical. 

La inquietud frentista mostró el lunes su síntoma más fresco en boca del propio presidente de la coalición de izquierda, Fernando Pereira, tras los cuestionamientos de los socialistas a su reunión con los líderes de los partidos con representación parlamentaria. Fiel a sus denodados esfuerzos por cuidar la unidad partidaria, Pereira contestó ante la dirigencia de la Mesa Política: "La reunión fue un tema que se debatió y avaló tanto en el Secretariado Ejecutivo como en la Mesa Política". 

A las pocas horas de que Pereira se sentara a la mesa junto al colorado Julio María Sanguinetti, el blanco Pablo Iturralde, el independiente Pablo Mieres y el cabildante Guillermo Domenech para "bajar la pelota" en el sistema político, el dirigente socialista Gerardo Rodríguez, integrante de la actual dirección del partido, tuiteó que la instancia había sido un "gol en contra" y un "craso error", bajo la premisa de que "no hay mayor violencia" que "el hambre y la desigualdad". 

El secretario general Gonzalo Civila escogió palabras más conceptuales y menos explícitas, pero igual puso en duda el accionar del presidente del FA, sosteniendo que "el debate sobre el republicanismo se sesga" cuando no se ve que "las principales amenazas para la convivencia son la desigualdad, la fragmentación, las prácticas y discursos deshumanizantes, las múltiples violencias ejercidas desde el poder".

Si bien la postura había sido adelantada por la socialista Daniela Brandon ante la orgánica frentista, el episodio aparece como uno más de los cuestionamientos del partido hacia la conducción.

La colectividad más añeja de la izquierda fue una de las que anticipó su rechazo a la reforma de seguridad social, pese al intento de Pereira de mantener a raya a la dirigencia para no posicionarse antes de tiempo ante un proyecto inconcluso. Dentro de esas mismas filas había circulado un documento interno que arremetía contra los sectores del FA que "creen inevitable" la reforma y consideran que "las AFAP llegaron para quedarse"

Los socialistas, además, fueron el único sector que se opuso a la designación de Ariel Bergamino al frente de la Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales del Frente Amplio. Fue el único nombre del equipo elegido por Pereira que no fue votado por unanimidad en la Mesa Política. 

La conducción de la barra "ortodoxa" y "removedora" encabezada por Civila en el Partido Socialista salió legitimada en sus elecciones internas con una mayoría superior a los dos tercios de la estructura. Sin embargo, ese amplio respaldo interno coincide con un prolongado declive electoral del sector –con su segunda peor representación parlamentaria desde el retorno a la democracia– y en el marco del alejamiento de numerosos dirigentes de primera línea, la mayoría asociados a la corriente denominada como renovadora. 

El viraje a la izquierda de los socialistas los separa incluso de la estructura del Partido Comunista, y encuentra ahora como aliados a grupos menores más radicales como Casa Grande –de Constanza Moreira– y el Partido por la Victoria del Pueblo. "Quieren correr a los comunistas por izquierda", repiten a menudo en la interna de la oposición. 

Gonzalo Civila durante las manifestaciones contra la reforma educativa

Un informe interno redactado por el dirigente socialista José Nunes –que en los próximos meses asumirá como senador y es cercano a Civila– planteaba al PS como responsable de un "espacio del socialismo" distinto al MPP, los comunistas y los socialdemócratas. "Nuestro rol no es ser el punto medio del Frente Amplio", había escrito el dirigente contraponiendo con el rol de horcón del medio entre el MPP y Asamblea Uruguay reivindicado por Gargano. 

Civila fue de hecho el principal contrincante de Fernando Pereira en las elecciones internas de la coalición de izquierdas, pese a los amplios respaldos que recogía la candidatura del expresidente del PIT-CNT. "No queríamos anteponer el consenso por un nombre a las ideas", pregonaba en esos tiempos el secretario general del Partido Socialista, exaltando los postulados ideológicos por sobre los acuerdos tejidos en la estructura. 

Los "latas" se acercan hoy al rol histórico de los más radicales –que al retorno de la democracia encarnaron tupamaros y el PVP–, cuando con frecuencia salían al cruce de Tabaré Vázquez, Líber Seregni y Danilo Astori ante sus posicionamientos más pragmáticos y alejados de la prédica más ortodoxa de la izquierda. "Correr el centro a la izquierda" y trabajar por "la izquierda de la izquierda" son las actuales consignas de los socialistas que hoy rebaten ese estilo de conducción, y que por lo bajo coliden con los perfiles más aperturistas de Pereira, José Mujica y Yamandú Orsi. 

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