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Tragedia reaviva el debate

La matanza, la peor en muchos años en EEUU, activó la discusión sobre el porte de armas en ese país
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03 de octubre de 2017 a las 05:00
Una vez más la tragedia, el horror y las imágenes que se superponen sin parar a través de distintos medios y redes sociales.

Los 58 muertos y más de 515 heridos en un concierto en Las Vegas a última hora de este domingo hicieron que los estadounidenses amanecieran este lunes con un nuevo y estremedor relato.

El responsable de la tragedia, identificado como Stephen Paddock, se instaló en el hotel Mandalay Bay y desde el piso 32, aprovechando la oscuridad de la noche, disparó durante al menos diez minutos contra las más de 20 mil personas que presenciaban el recital al aire libre del cantante Jason Aldean.

El festival de música country, que convocó durante tres días gran cantidad de público, formó parte del ciclo "Route 91 Harvest".

En la habitación del atacante, la policía encontró 16 armas largas y en su casa otras 18 más explosivos y municiones.

Pero las dramáticas consecuencias del ataque, atribuidas en principio a uno de tantos "lobos solitarios" –cuyas acciones por otra parte son difíciles de controlar e intuir– volvieron a generar en el país una espontánea discusión sobre la pertinencia del porte de armas, en un país que lo permite.

De hecho, distintos expertos consideraron que es casi imposible prevenir un hecho como este, con una particularidad: el autor del ataque era difícil de etiquetar, pues no estaba registrado como dueño de armas ni tampoco había tenido problemas con la justicia .

Control de armas

De inmediato, no faltaron las voces que comenzaron a reclamar normas que establezcan controles más rigurosos sobre la tenencia de armas.

El presidente Donald Trump y algunos de los más conspicuos dirigentes del Partido Republicano se oponen a esta posibilidad de manera terminante.

Una de las que hizo conocer su posición fue la cantante Lady Gaga, quien reclamó una "acción rápida" del gobierno a través de su cuenta de Twitter.

Pero el gobierno, a través de la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, se encargó de aclarar los tantos.

"Hay un momento y un lugar para el debate político; ahora ese el momento de unirnos como país", dijo la vocera.

No obstante, el gobierno sabe lo que le espera y que, aunque no lo quiera, ese es el debate que se viene y que ya volvió a instalarse en un país, cuyos habitantes periódicamente sorprendidos por acontecimientos de esta índole.

En ese contexto, la vocera del gobierno sugirió que ese es un asunto del que se podrá hablar en los próximos días. Hay que "ver como avanzar", explicó.

Huckabee trató de dar argumentos convincentes y por eso afirmó que en Chicago –donde está vigente una "estricta" legislación para el control de armas– hubo cerca de 4.000 víctimas por armas de fuego el año pasado.

De hecho, en lo que va de este año ya se registraron en Estados Unidos 270 incidentes con armas de fuego.

Este debate enfrenta a todos quienes pugnan por limitar la venta y tenencia de armas para evitar muertes violentas y aquellos que observan un aumento de los controles como un ataque a las libertades individuales y el derecho a la autodefensa.

Ese principio está establecio en la segunda enmienda de la Constitución.

Un amigo

La ocasión tampoco fue desaprovechada por la oposición demócrata. Tanto fue así que la excandidata y exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, también dijo lo suyo.

"Nuestra pena no es suficiente; podemos y debemos dejar la política de lado, enfrentar a la NRA y trabajar juntos para intentar que esto no vuelva a ocurrir", dijo la dirigente del Partido Demócrata. Clinton pareció dar en el clavo: es que la NRA (la National Rifle Association o Asociación Nacional del Rifle) es lo suficientemente poderosa e influyente como para tener el presidente a su favor.

Pero eso no es precisamente obra de la casualidad: la NRA es el mayor donante de las campañas políticas del Partido Republicano.

Este colectivo, que mantiene estrechos vínculos con los republicanos, donó más de US$ 30 millones para la campaña de Trump; de esta forma, se convirtió en el mayor contribuyente para que este llegara a la presidencia de la primera potencia mundial.

Cuando llegó a los primeros cien días de su gestión, Trump fue donde sus antiguos benefactores: fue el primer presidante desde Ronald Reagan en acudir a la convención de la NRA, a cuyos miembros dijo que tenían "un amigo" en la Casa Blanca. Pero eso no fue todo: ya en aquel entonces, afirmó sin ningún atisbo de dudas que el marco legal para la tenencia de armas sería mantenido.

¿Vínculos terroristas?

Algunas horas después del ataque, y mientras la policía desconoce cuál fue el motivo que llevó a Paddock a consumar el sangriento ataque, el Estado Islámico aprovechó la volada para reivindicar el episodio.

"El autor del ataque en Las Vegas es un soldado del Estado Islámico. El realizó la operación en respuesta" a los llamados a atacar a los países involucrados en la lucha contra el Estado Islámico, dijo la agencia de propaganda Amaq, sin ofrecer otros indicios que validaran la información.

Además, señaló que Paddock se había convertido al islamismo en los últimos meses.

Pero casi de inmediato el FBI dejó de lado cualquier eventual conexión del atacante con la organización terrorista yihadista, que suele aprovecharse de cualquier coyuntura para mejorar su imagen y seguir diseminando el miedo por el mundo.

El Estado Islámico se ha visto debilitado en los últimos meses respecto a su poderío militar y a las vías de financiamiento para sus operaciones terroristas, sobre todo a partir de su pérdida de territorios en Siria e Irak.

"No hemos determinado por el momento ninguna conexión con un grupo terrorista internacional", señaló el agente Aaron Rouse en conferencia de prensa.

Desde que llegó a la Casa Blanca, Trump se mostró dispuesto y hasta obsesionado con aniquilar al Estado Islámico, al punto tal que esa idea le llevó a promover rigurosas normas para impedir la llegada de musulmanes al país.

Un contador jubilado, sin antecedentes y apostador

Stephen Craig Paddock, el estadounidense que mató a decenas de personas en Las Vegas, era contador público de 64 años, jubilado, que vivía junto a un campo de golf cerca de la capital del juego, adonde le gustaba ir a apostar.

Su padre estuvo en la lista de los más delincuentes más buscados por robo a bancos en los años 1960. Pero él no tenía antecedentes penales, ni historial de enfermedades mentales, ni predilección por las armas, según aseguró su familia, aún en shock.

Pero la noche del domingo, la policía estableció que se instaló en una habitación del piso 32 del hotel casino Mandalay Bay, en pleno centro de Las Vegas, y disparó ráfagas contra una multitud que asistía a un espectáculo de música country.

Sin antecedentes

Paddock, que según las fotografías divulgadas, tenía bigote y barba canosa recortada, fue hallado muerto, posiblemente luego de suicidarse.

En la habitación los agentes hallaron por lo menos ocho armas, algunas de caño largo.

Hasta el momento, sus motivaciones para cometer semejante masacre son un misterio para la policía federal (FBI), y más aún para sus familiares, que no salen de su asombro.

"¿Dónde diablos recibió armas automáticas? No tenía antecedentes militares ni nada de eso", dijo su hermano Eric a CBS News.

"Era un tipo que vivía en una casa en Mesquite, que iba y jugaba en Las Vegas. Hacía cosas. Comía burritos", contó el hermano, sin ocultar su pesar por lo sucedido.

Mesquite es una pequeña ciudad ubicada cerca del límite entre Nevada y Arizona, a unos 130 kilómetros de Las Vegas.

Paddock vivía en una residencia junto a un campo de golf y no tenía afiliación política o religiosa, según su hermano.

Tampoco era "un tipo ávido de (usar) una pistola". "Era apenas un tipo normal. Algo se quebró en él, algo ocurrió", afirmó.

"Es como si un asteroide hubiese hecho impacto sobre la familia", dijo por otra parte en otra entrevista al diario Las Vegas Review-Journal. "No tenemos idea de qué ocurrió", contó.

Según la policía, Paddock no tenía antecedentes policiales ni registro de arresto.

Además de haber ejercido como contador público, tenía una licencia de piloto, al punto tal que era dueño de dos aviones.

Además, también se supo este lunes que poseía permiso para realizar actividades de caza mayor, una certificación válida para el territorio de Alaska.

Su actual pareja, Marilou Danley, una mujer de origen asiático, de 62 años, fue inicialmente buscada por la policía, pero más tarde se dijo que no se creía que estuviera involucrada, e incluso sus familiares dijeron no tener idea de qué ocurrió con el discreto jubilado.

De la investigación también surgió que el contador jubilado acostumbraba trasladarse hacia Las Vegas, ciudad donde frecuentaba casinos, pues le agradaba apostar, y también aprovechaba para presenciar conciertos, informó The Washington Post.

El padre

A medida que la investigación iba avanzando, el FBI confirmó este lunes que el padre del atacante de Las Vegas, Benjamin Hoskins Paddock, fue uno de los delincuentes prófugos más buscados por el FBI, cuya lista negra integró entre 1969 y 1977.

La cadena CNN informó que una nota periodística sobre Paddock padre informó en 1978 que el hombre fue acusado de consumar un robo a mano armada en San Francisco.

Según la crónica de aquel entonces, el hombre perpetró ese delito luego de escaparse de una prisión federal de Texas.

En ese momento, Benjamin Paddock cumplía una condena de 20 años de cárcel luego que fuese encontrado culpable de robar un banco en Arizona e n 1960.

Al ser considerado prófugo de la Justicia, pasó a integrar la nómina de los más buscados del FBI.
Se mantuvo prófugo durante un período de tres años, hasta que en 1971 fue recapturado.

ATAQUES

12/6/2016. Un hombre armado entró en una discoteca gay y disparó a los clientes. Hubo 49 muertos y 53 heridos; el atacante, identificado como Omar Siddique Matten, fue abatido.

18/6/2015. Un joven supremacista blanco disparó contra los asistentes a una iglesia de la comunidad afroamericana de Charleston, Carolina del Sur. La policía informó de 9 víctimas.

20/4/1999.
Dos adolescentes mataron 13 personas, hirieron a 24 y se suicidaron en el instituto Columbine, Colorado. Los jóvenes mataron por despecho hacia sus compañeros.

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