Mundo > Tecnología

Un mundo robot sustituirá la mitad de los empleos en 10 años

Tiempo de lectura: -'
07 de septiembre de 2019 a las 16:31

Ricardo Galarza 
Especial para El Observador

John Maynard Keynes definió el desempleo tecnológico como la resultante de que el “descubrimiento de medios para economizar el uso de mano de obra supera ampliamente el ritmo en que podemos encontrar nuevos usos para esa mano de obra”.

En 1930, Keynes hablaba por la experiencia de la Revolución Industrial y de la automatización masiva de puestos de empleo a principios del siglo XX. Pero hoy, en plena Revolución Tecnológica, sus palabras están más vigentes que nunca.

El gran tema de actualidad es la pasmosa cantidad de trabajos que serán sustituidos por la robótica y la inteligencia artificial (IA) en los próximos años. Se estima que para 2030 habrán desaparecido cerca de la mitad de los empleos que hoy conocemos, y muchos de los que serán los más importantes para la economía de entonces aún no existen. 

La obra señera sobre el asunto es un estudio de apenas 45 páginas, elaborado por los investigadores de la Universidad de Oxford Carl Frey y Michael Osborne, que ha inspirado a Andrés Oppenheimer y a decenas de autores en todo el mundo para publicar libros, ensayos y artículos sobre el tema en varios idiomas.

Los vaticinios que allí se hacen son, en efecto, muy interesantes y, en muchos casos, asombrosos. A los empleos de los que ya empieza a percibirse su rápida extinción, como los cajeros de los supermercados, cierto personal bancario, estibadores portuarios y operarios de fábricas, se suman los recepcionistas, taxistas, choferes de ómnibus y camioneros que en 10 años ya no veremos más. En el caso de estos, con el aliciente narrativo de que serán sustituidos por vehículos autónomos, y todo el imaginario fantástico y de ciencia ficción que eso conlleva para cualquier autor.

3,3 es el promedio de puestos de trabajo que cada robot industrial ha sustituido en la economía de Estados Unidos, según un estudio del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).

Pero infinidad de trabajos de oficina y del sector servicios y otros sectores caerán en la masiva automatización que se viene. Los empleos que más van a resistir la amenaza de la inteligencia artificial, según los autores, serán aquellos que demandan una capacidad creativa superior, percepción humana o habilidades para socializar, todas cosas aún no del todo decodificadas por la inteligencia artificial.

Aunque con el más reciente método de self-learning (autoaprendizaje) incorporado a la IA, es de esperar que no tarde mucho tiempo en replicar también esos aspectos del comportamiento humano. Y no es de extrañar que en un futuro, tal vez un poco más lejano, hasta exista la “robopsicología” de la que hablaba Asimov en Yo, robot, y los psicoanalistas de humanoides, como su increíble heroína la Dra. Calvin. 

Hacia un mundo de robots

Hasta ahí está todo muy bien. Lo que muchos parecen pasar por alto, sin embargo, es la cantidad de gente que esa robotización dejará por el camino. Entre la novedad y la fascinación que producen los hallazgos de Oxford, muchos se olvidan de que eliminar empleos significa gente en la calle.

Y no es verdad que la tecnología crea más trabajos de los que elimina, como repiten algunos de los que han sido inspirados por el estudio de Oxford. Se ve que no leyeron el ensayo de Keynes sobre las “posibilidades económicas de nuestros nietos”. Y está bien. Pero tampoco parecen haber leído las motivaciones de los autores del estudio que tanto los inspiró, quienes, en la introducción misma del trabajo, citan como su principal motivación la frase de Keynes sobre el desempleo tecnológico que encabeza este informe.

Y es que ya estamos en esa durísima etapa de transición ineluctable de pérdida de puestos de trabajo que siempre se produce con el advenimiento de nuevas tecnologías. Así ha sido desde el cambio de siglo; y todo indica que esto va a ser largo, y que los perjudicados serán demasiados si no se toman los debidos recaudos sociales.

Esto ha sido así desde la Revolución Industrial, sin duda el acontecimiento histórico que más cambió a la humanidad y mejoró la vida de las personas hasta la actual revolución informática. Pero la transición fue ardua y dolorosa: a principios del siglo XIX, dejó a millones de personas, una generación entera, sin trabajo. En Inglaterra llevó a la rebelión de los llamados “luddites”, que entraban a las fábricas y destrozaban la maquinaria que los había reemplazado. No fueron los únicos; hubo una treintena de estos movimientos en Europa y Estados Unidos. 

Las rebeliones contra los avances en la tecnología son rebeliones contra el futuro; por eso siempre nos parecen ridículas. Pero otra cosa ha de ser en los zapatos de quien pierde su medio de vida para siempre. En el caso de esta primera generación desplazada por la Revolución Industrial, nunca lo recuperaron. Y luego, como dice Keynes, la historia se fue repitiendo con cada nueva serie de descubrimientos para economizar la mano de obra.

Pero nunca en la historia ha sido tan notorio como ahora. En el mundo hay máquinas reemplazando trabajadores todos los días. El año pasado en Holanda, miles de estibadores del puerto de Rotterdam iniciaron una larga serie de huelgas de 24 horas contra la introducción de máquinas robotizadas que hacían su trabajo, y ya empezaban a mandar gente para su casa.

Reconocimiento facial. En China los consumidores ya no necesitan tarjeta de crédito para pagar sus compras, ni siquiera un teléfono móvil, les basta con escanear su rostro, una tecnología que triunfa en el gigante asiático.

En Uruguay, las cajas de autoservicio en supermercados y restaurantes ya han dejado sin empleo a más de 4.000 cajeros humanos. En Estados Unidos, los otrora muy concurridos outlets en las afueras de la ciudad de Washington están hoy casi vacíos. Las tiendas de Amazon son mucho más prácticas, y evitan más de una hora de manejo ida y vuelta al outlet. Los despidos, desde luego, van en consecuencia.

No ha de ser fácil convencer a uno de estos estibadores, cajeros o tenderos de que la tecnología proveerá. No van a hacer como los luddites del siglo XIX y agarrar la maquinaria a fierrazos; pero algún tipo de salvaguarda social debería instrumentarse, sobre todo para operarios que se quedarán sin trabajo en los próximos años.

El fenómeno, unido al de la globalización, es lo que más ha transformado para mal el panorama social de los países desarrollados. Obreros de clase media que hasta mediados de los años de 1990 gozaban de un alto poder adquisitivo, hoy pasan penurias hundidos en el desempleo y la precarización.

Ha sido el principal combustible para el advenimiento de los movimientos populistas en la mayoría de estos países. Así como el Rust Belt (cinturón industrial) de Estados Unidos –otrora próspero, hoy paupérrimamente deprimido– fue instrumental en la elección de Donald Trump, en Inglaterra aquellos ciudadanos con escasa educación formal y perjudicados por la automatización y la globalización le dieron el triunfo al brexit.

La robótica y la inteligencia artificial son maravillas de nuestro tiempo, que en una década mejorarán los estándares de vida seguramente en ocho o diez veces. Para evitar males mayores, resulta imperioso atacar el desempleo tecnológico y los vacíos sociales que genera desde ya. 

    Comentarios

    Registrate gratis y seguí navegando.

    ¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

    Pasá de informarte a formar tu opinión.

    Suscribite desde US$ 345 / mes

    Elegí tu plan

    Estás por alcanzar el límite de notas.

    Suscribite ahora a

    Te quedan 3 notas gratuitas.

    Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

    Esta es tu última nota gratuita.

    Se parte de desde US$ 345 / mes

    Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

    Elegí tu plan y accedé sin límites.

    Ver planes

    Contenido exclusivo de

    Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

    Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

    Cargando...