Un poco de seriedad

Basta señalar la expectativa con que se espera cada noche electoral la presencia de las principales encuestadoras a una hora de cerrar los comicios para que den su proyección de resultados con mucha anticipación a la Corte Electoral y que salvo  contadas excepciones o por muy escaso margen, aciertan el resultado final.

Es obvio que hay firmas encuestadoras más creíbles, más modernas, más eficaces. Unos confían en algunas más que en otras. Los medios se hacen eco de sus estudios y la ciudadanía observa. El día de las elecciones es la hora de la verdad: la tan ansiada foto de la realidad a la que pretendieron acercarse con sus estudios arroja datos que valida la Corte Electoral y no hay más explicaciones: la realidad siempre gana. 

Luego llega la hora de cotejar los datos de las encuestas con los de las urnas. De ese combo sale la opinión de la ciudadanía que decide otorgarle el crédito de credibilidad a las encuestadoras o no. Sin esa credibilidad no podrían existir.

En los últimos tiempos, a caballo de las nuevas tecnologías y del brutal cambio de paradigma en la comunicación, las encuestadoras luchan por no perder el tren, ajustar sus metodologías y así dar buena data sobre la opinión pública. 
Fracasos ante los plebiscitos del brexit en Inglaterra y del acuerdo de paz en Colombia revelaron algunos problemas. Esos y otros yerros ubicaron la lupa en las encuestas que como nunca deben revalidar sus credenciales en cada elección.

Lo que no estaba en lisa era que el método de encuestas fuera utilizado por inescrupulosos para vilipendiar candidatos políticos, ensuciarlos y mentir. Eso viene sucediendo durante la campaña. Se utiliza la herramienta de le encuesta telefónica para atacar candidatos. Un acto repudiable y condenable.

Es en esa línea que por fin la Cámara de Empresas de Investigación Social y Mercado del Uruguay expresó su rechazo ante la aparición de “campañas telefónicas en formato encuestas que apuntan a desinformar a la población” y que “ponen un manto de duda” sobre las herramientas que utilizan las encuestadoras para desarrollar su trabajo. 

La cámara integrada entre otros por Cifra, Equipos, Factum, Opción y Radar, destacó que “en ningún caso y bajo ningún concepto” se realizan preguntas “que emitan juicios de valor sobre los candidatos y que busquen manipular a la opinión pública”. 

Para evitar que la población caiga en la trampa, la Cámara explicó parte de protocolo que utilizan: el encuestador tiene que decir a qué empresa pertenece, el consultado puede pedir un contacto para comunicarse y deben tener bien claro su sitio web para aclarar cualquier tipo de duda. 

Ninguno de estos tres puntos se apreció en la encuesta telefónica falsa realizada por la Fundación Latinoamericana para la Promoción de la Democracia, destinada a denostar a Luis Lacalle Pou y a Jorge Larrañaga.  
Es una buena oportunidad para darle visibilidad a la Cámara y ajustar los protocolos de acción para impedir que los mercenarios de la política electoral, los mercachifles al servicio de inescrupulosos hagan su cosecha, y se salgan con la suya a costa de la salud de la democracia que dicen (SIC) “querer promocionar”.