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Urge un cambio

"En un país como el nuestro, la actividad agropecuaria debe ser rentable"
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26 de julio de 2019 a las 05:00

Por Carlos María Uriarte, especial para El Observador

Luego de las elecciones internas, y con miras a octubre, es hora de que quienes aspiran a gobernarnos se comprometan con el país, y demuestren a los ciudadanos que serán capaces de gobernarnos en armonía y priorizando el interés general.

La situación del país no admite más dilatoria y es urgente un cambio de timón, cualquiera sea el capitán.

Los índices de desempleo, la caída de la inversión privada y el endeudamiento público y privado son algunos claros síntomas del futuro que nos espera si no se cambia el rumbo.

Estamos convencidos de que el campo puede ayudar a salir de esta situación, si le damos las condiciones para hacerlo.

Para ello hay que aliviarle el peso que hoy carga sobre sus espaldas, las “mochilas” que Eduardo Blasina remarcaba en aquel histórico 23 de enero de 2018 en Durazno.

Lamentablemente, desde entonces  las mochilas se han seguido cargando aún más.

 

Hoy día, Uruguay es muy caro para competir en el escenario internacional.

 

Hace 10 años Uruguay era uno de los países, junto a Nueva Zelandia,  más baratos en producir leche, hoy es uno de los más caros, solo superado por Estados Unidos. Mientras, los neozelandeses siguen siendo de los más baratos. ¿Qué hicieron ellos y qué hicimos nosotros?

Hoy en nuestro agro reina la desazón y el desestimulo, rayando en la rabia de la impotencia. Muchos viven trabajando en la agonía, no sabiendo hasta cuándo podrán seguir siendo productores. Los responsables de esta situación, sintiéndose ajenos a la misma, la explican con la caída de los precios internacionales, y no es así.

Es verdad que tuvimos años de extrema bonanza de precios entre 2005 y 2014, pero aquellos eran picos históricos coyunturales. Los actuales precios del mercado internacional para la mayoría de los productos exportables del Uruguay son cercanos al promedio histórico, o quizás un poco mejores.

 

Las razones de la pérdida de competitividad son principalmente internas y en su mayoría son ajenas al sector productor, son condiciones impuestas por las necesidades del Estado.

 

El déficit fiscal creciente llevó al gobierno a aplicar una política tarifaria con fines recaudatorios, encareciendo artificialmente a recursos tan importantes para producir como lo son los combustibles y la energía.

Lo llevo además a mantener impuestos “ciegos” a la tierra, que cuando las cosas andan mal se transforman en una pesada carga.

Pero el atraso cambiario, es y ha sido siempre el peor impuesto. Estimamos que los fondos que se transfieren por esta vía al Estado son muchísimos más que a través de los impuestos y del sobreprecio de las tarifas públicas.

Esto nos ha llevado a la actual triste realidad, nuestro sector viene enfrentando serias dificultades de rentabilidad en la mayoría de los subsectores que lo componen.

Año a año somos testigos de reducciones de áreas en el arroz y en la soja, con cierres de empresas y envío de trabajadores al seguro de paro en casi todos los rubros del agro.

Las excepciones son la ganadería vacuna y la forestación, explicado en el primer caso por una coyuntura en el mercado internacional que ha producido un alza inesperada de precios y en la forestación por condiciones “especiales” que esta actividad ha tenido siempre.

Tengamos en cuenta que la tierra es un bien finito, del que se producen alimentos para la humanidad.

Es una irresponsabilidad no ser celosos cuidadores y eficientes en el uso y en la preservación de un recurso tan importante para la humanidad, con el que el destino nos bendijo a los uruguayos.

 

El próximo gobierno cualquiera sea su color político, debería devolverle competitividad al sector agropecuario.

 

En un país como el nuestro, la actividad agropecuaria debe ser rentable.

En el corto plazo, esto se puede hacer a través de un alivio en los costos de producción (combustible y energía), y dándole al dólar un valor que refleje lo que ocurre con nuestros principales socios comerciales.

Solo a manera de ejemplo, en países competidores como Nueva Zelanda y Australia, el valor del dólar americano es dependiente de la evolución del precio de sus productos exportables.

Debemos cambiar las políticas que vienen afectando el dinamismo de nuestro agro, para permitirle retomar la actividad económica, y que así genere recursos y empleos genuinos para todos los uruguayos. Esperemos que esto no termine en meras promesas electorales. 

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