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Uruguay en el mundo del coronavirus

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11 de marzo de 2020 a las 05:03

La suba sostenida del dólar en Uruguay desde hace casi 15 días es la primera señal de que el país está ad portas de sufrir el impacto de la crisis económica mundial por el brote del coronavirus, aparecido en diciembre en China, pero que en los meses posteriores se ha propagado por todos los continentes, excepto la Antártida.

Es imposible escapar de los efectos de las caídas inéditas de los mercados bursátiles (que están perjudicando a compatriotas que tienen parte de sus ahorros en inversiones financieras en el exterior), de la parálisis en países industriales, principalmente de quienes dependen de insumos made in China, de la desaceleración mundial del comercio, de la hecatombe del turismo.

La baja pronunciada del precio del petróleo, por el efecto negativo del coronavirus y la pelea entre Arabia Saudita y Rusia, aunque es una buena noticia para el país, es un dato muy elocuente del mal momento que transita el mundo.

La única proyección certera acerca del futuro es la incertidumbre. Y cuando los agentes económicos y las familias no tienen algo de previsibilidad en los horizontes de mediano y largo plazo, entonces aplazan decisiones o directamente las descartan.

Pese a que ha habido avances en el conocimiento del virus letal, aún no se sabe cómo vencerlo y se desconocen datos relevantes sobre su inicio, mutación y propagación, para poder ponerle fin.

El mundo enfrenta una verdadera pesadilla, inédita por cierto, que se revela en la puesta en marcha de estrategias conocidas desde la Edad Media, como la cuarentena, en un mundo hiperconectado.

“Este es un virus único, con características únicas. Este virus no es gripe. Estamos en un territorio desconocido”, dijo el lunes 2 el presidente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la sede de la organización en Ginebra.

“Un territorio desconocido” también para la economía, como afirmó en Twitter el economista Gabriel Oddone,  de la firma de servicios profesionales CPA Ferrere. “Temo que en economía también. No tenemos evidencia suficiente ni teoría que nos oriente para navegar con ‘olas’ de esta envergadura”, escribió el lunes 9.

Es por eso que el impacto del coronavirus es un enorme reto para el gobierno que acaba de asumir la gestión: le estalla en la cara una crisis importada que golpeará a la economía doméstica.

Es un desafío gubernamental, además, porque un escenario internacional tan nefasto no formaba parte de los antecedentes de fondo de la agenda reformista.

El horripilante contexto mundial obliga a tener una gran pericia política para gestionar tiempos difíciles, de caída de la economía y de nuevos comportamientos sociales, que muchas veces disparan reacciones de pánico que suelen tener consecuencias mucho más devastadoras que los mismos problemas que se intentan resolver.}

En ese sentido, son importantes las declaraciones de Azucena Arbeleche, ministra de Economía y Finanzas, que dijo observar el problema “con mucha calma”, según declaró el lunes 9. Es bueno que no se azuce la hoguera del pánico y se transmita calma. Bajar la pelota al piso es importante en estos momentos en los que reina la incertidumbre

La calma no implica desistir de la acción y firmeza en las reformas económicas anunciadas.

El coronavirus obliga a apretar el acelerador, particularmente en torno a la baja del gasto público.

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